En ese momento, cuando
dudas si la hora pertenece a la mañana o es ya de la tarde, llegamos en la Frecciarossa
a la estación de Napoli Centrale. El primer contacto con la ciudad, coincidió
con el desmontaje de los puestos de venta portátiles en los mercadillos de las
calles Via Firence, Bologna, Torino o Milano,
donde arribamos por un error orientativo (…y de comunicación idiomática) debido a las obras faraónicas de
la Piazza
Garibaldi. Embalajes rotos, cartones y plásticos, restos de verduras o
frutas aplastadas tapizaban aceras y calzadas, y los tenderetes a medio
desmontar por manos de diferentes pigmentaciones… Una estampa de bienvenida que
parecía dar la razón a quienes así nos la describían cuando preparábamos el
viaje a Nápoles. Después de pasar diez días en la capital de la Campania
y sus alrededores, únicamente me siento capaz de afirmar que, si bien esta
puede resultar haragana y desaliñada en algunos momentos, también coloristas y
hasta elegante de forma simultánea y contradictoria permanentemente, valorarás su carácter amable, bullicioso,
jacarero y, como se suele decir, acabaras por caer rendido a sus muchos
encantos… Nápoles es monumental, tanto como las renombradas ciudades italianas
del norte, con mejor literatura y mayor caché, pero ella, además, es
infinitamente más vitalista y campechana…
Nápoles es contraste
permanente…Si en la Piazza del Plebiscito, a pesar de la carga futurista que acogió
aquellos días, una feria de telecomunicaciones, o los andamiajes, al parecer crónicos, que
delante de las fachadas quitan vistosidad al Palazzo Reale, se respira
la grandeza del Nápoles borbónico; en el Quartieri Spagnoli, construido en el
siglo XVI para acoger a las tropas españolas y urbanizado en base a la
cuadrícula, se mantiene todavía el estilo de vida propio de las clases
desfavorecidas de la ciudad, nunca gozo de buena reputación: junto a pequeños
negocios de hostelería y restauración al comienzo de las calles que nacen en Via
Toledo, arteria vital de la actividad social napolitana, conviven en las calles
estrechas, estiradas para alcanzar el cielo, con algunos talleres artesanos,
negocios de difícil calificación y las coladas como palio para honrar a los
transeúntes que en ellas se adentra.
Es Nápoles un celoso
coleccionista de arte, amante de la belleza en todas sus manifestaciones,
visitaras pinacotecas, como la del Museo Nazionale di Capodimonte, que
cuando recorras sus salas, pasillos o escaleras pasearás entre obras de arte
tan señaladas como “Dánae” (Tiziano, 1544), “Madonna” (Pietro Perugino, finales
S.XV), “Parodia de los ciegos” (Peter Brueghel “el viejo”, 1568), “Flagelación”
(Caravaggio, 1607), varios centenares más,… o “Vesubio” (Andy Warhol, 1985),
además de un bellísimo muestrario de porcelanas, muebles o relojes entre otro
muchos objetos. Sería aconsejable que no lo disfrutases de una tacada…
Por contra, encontrarás colecciones menos pretenciosas, no menos bellas, pienso en el Museo del Presepi (son los belenes en Nápoles como la pizza o “Maradona”) que forma parte de la impresionante cartuja Museo Nazionale de la Certosa di San Martino, no dejarás de descubrir maravillas, salimos prendados, los enamorados de este arte tan popular que son los belenes, finalizamos la visita en el “Monumental Belén Napolitano”. Toda la ciudad es un museo dedicado al Belén, palacios, iglesias, museos o instituciones mantienen con diferente fortuna su belén monumental… Y que contarte de la calle Vico San Gregorio Armeno y sus bocacalles o los soberbios patios interiores de las viviendas, están todos sus locales ocupados por comercios abarrotados de figurillas para el belén, sencillos trabajos artesanales o repetidas figuras industriales, y junto a ellos, otros establecimientos, son talleres que han hecho de este oficio, elaborar figuras para el Presepi, un arte secular, que se trasmite de maestros a jóvenes aprendices.
Estas visitas deben estar subrayadas en tu agenda con la misma intensidad que el Museo Archeologico Nazionale di Napoli, los prodigios que este atesora en sus recintos, sirvan de ejemplo el grupo escultórico “Toro de Farnesio” o “Hércules” y por supuesto las apabullantes salas donde se muestra la forma de vida y pasión artística de Herculano y Pompeya, volveremos a recordar estas salas cuando visitemos las ciudades…
Por contra, encontrarás colecciones menos pretenciosas, no menos bellas, pienso en el Museo del Presepi (son los belenes en Nápoles como la pizza o “Maradona”) que forma parte de la impresionante cartuja Museo Nazionale de la Certosa di San Martino, no dejarás de descubrir maravillas, salimos prendados, los enamorados de este arte tan popular que son los belenes, finalizamos la visita en el “Monumental Belén Napolitano”. Toda la ciudad es un museo dedicado al Belén, palacios, iglesias, museos o instituciones mantienen con diferente fortuna su belén monumental… Y que contarte de la calle Vico San Gregorio Armeno y sus bocacalles o los soberbios patios interiores de las viviendas, están todos sus locales ocupados por comercios abarrotados de figurillas para el belén, sencillos trabajos artesanales o repetidas figuras industriales, y junto a ellos, otros establecimientos, son talleres que han hecho de este oficio, elaborar figuras para el Presepi, un arte secular, que se trasmite de maestros a jóvenes aprendices.
Estas visitas deben estar subrayadas en tu agenda con la misma intensidad que el Museo Archeologico Nazionale di Napoli, los prodigios que este atesora en sus recintos, sirvan de ejemplo el grupo escultórico “Toro de Farnesio” o “Hércules” y por supuesto las apabullantes salas donde se muestra la forma de vida y pasión artística de Herculano y Pompeya, volveremos a recordar estas salas cuando visitemos las ciudades…
“Porqué envidiar a los museos romanos…”
Nos decía Michele, joven
napolitano, latino con ojos de color
verde oliva y buen gusto en el vestir, desde los asientos del concurrido y
austero tren de cercanías conocido como Circunvesubiano, donde coincidimos camino de
Pompeya. Hablaba con pasión de su tierra…
Al comenzar la mañana, es el momento perfecto para
degustar un buen capuchino o un té, pierde un poco de tiempo y selecciona, pues
hay buenas cafeterías y pasticcerias sin ser el afamado Cambrinus en Piazza
del Plebiscito, acompáñalo de un borracho baba o de una sfogliatella,
mi recomendación, concha de hojaldre muy
crujiente relleno de ricota y futas, un placer para saborear sentado a
sabiendas de que por ello te van a sablear, pero… ¡¡¡ Qué coño, es un
pecado…!!! Y por pecar, se paga…
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