sábado, 1 de marzo de 2014

Huele a miel entre Peña Redonda y el Balneario de Grávalos




En tierras riojanas la primera manifestación significativa que nos hace pensar que la primavera quiere hacer acto de presencia en sus paisajes, desperezarlos  de su atonía invernal y matizarlos con pinceladas propias y colores  elegidos de su rica y atrevida paleta, es la floración de los almendros en el Valle del Cidacos y en menor medida, aunque con rincones sin parangón,  del Linares y Alhama. La primavera pinta con manos diestras, sutiles,… valientes, en tonos blancos níveos y rosados estos paisajes con miles de almendros, cuando el invierno se resiste a marchar de los valles  y es todavía dueño y señor en las cumbres nevadas de Moncayo, incluso frecuente en Peña Isasa, dando lugar a estampas de gran belleza, propias de las pinturas Yamato-e Japonesas(1).
Hoy quiero que me acompañéis a un rincón increíble de la geografía riojabajeña, a medio camino entre el Cidacos y el Linares, próximo a la población de Grávalos, de ella parten varios caminos que nos acercan al entorno de “Peña Redonda”, una elevación caliza que destaca del archipiélago de pequeños islotes que sobresalen de la campiña aterrazada de almendros. Un espacio al abrigo de la Sierra de Yerga abrazado por sus estribaciones sureste y suroeste (con 1.101m. en su punto más elevado).



Acostumbra “el viajero”, elija el camino que elija, partir de la fuente, balsa, lavadero… de “Fonsorda”, construido hacia el 1.911, pues gustaban para hacer la colada  sus finas aguas, y recuperado recientemente. Las balsas que resultan por el desagüe del manantial se aprovechan para el riego y sus aguas limpias son el paraíso de culebras de agua, ranas, tritones, girinos, ditiscos,… o caballitos del diablo, reptiles, anfibios o insectos querenciosos de estas charcas en las que no han introducido, como en otras cercanas, carpas, especie que acaba por resultar nefasta, dado que su reproducción invasiva acaba transformando las aguas transparentes en lodazales sin apenas biodiversidad… A ellas acuden también aves y mamíferos en los periodos de estiaje. Toma el camino que discurre entre los cerros de “Las Peladas” y la  ”Costeruela” que conforman el “Barranco del Gollizo”, todos ellos nombres que te resultarán lógicos y entendibles cuando recorras el espacio, pero ninguno tanto como el termino al que acabas de llegar, “Tira del Canto”, pues las tierras trabajadas de las pequeñas fincas de almendros están sembradas de “cantos”, piedras menudas y planas, ya que las de mayor tamaño han sido separadas para levantar los ribazos. Parece imposible que en aquellas tierras sea viable algún cultivo. Sube ahora con “el caminante” a  una loma cercana pues vas a contemplar uno de los paisajes humanizados más bello que podéis encontrar al despertar la primavera: cientos de almendros en flor distribuidos en pequeños basales flanquean la senda en el término de las “Piezuelas”  en su ascenso hacia “Peña Redonda”




En este tramo del trayecto te verás envuelto en una atmosfera amable, cálida, que huele a miel y en la que te sentirás acogido; arrullado por el vuelo infatigable de las abejas, que liban, concienciadas de su responsabilidad, el generoso néctar de estos árboles de floración temprana, o por el canto encelado de las cogujadas, escribanos montesinos, pardillos,… y una miríada de pequeñas aves que tienen estos parajes como espacio de nidificación; acariciado por una cálida nieve aterciopelada de pétalos volados al peinar el viento las rizadas cabelleras canas de los almendros. Sigue el ritmo pausado que lleva “el caminante” cuando sube hacia el mirador privilegiado y podrás observar así las interesantes especies animales y vegetales, propias del roquedal calizo, que pueden aparecer a su paso; acompáñale y  te toparas también con corrales medio arruinados encaramados en los abrigos, testigos mudos pero comunicativos del destacado pasado ganadero del paisaje, guardaban en ellos ovejas chamaritas y cabras que pastaban y ramoneaban en aquellas laderas agrestes y propias de montaraces. Alguno de ello debiera ser indultado de la pena dictada de abandono y de su brazo ejecutor, el tiempo.




Y sin tiempo de asimilar tantas sensaciones, te enfrentas de nuevo al espectáculo de los almendros en flor, que son ya miles, con Moncayo nevado, desdibujado hoy tras una cierta neblina, que pone la nota de perfección a este paisaje difícil de olvidar. Gracias gravaleños por mantener productivas unas cuatrocientas hectáreas de almendreras, con los problemas que este cultivo acarrea y que lo han puesto en peligro de desaparecer en las últimas décadas, tendencia que parece empezar a cambiar… Alrededor de setenta mil almendros bien cuidados, longevos muchos de ellos, posibilitan hoy este panorama equilibrado y bello, que nos aporta serenidad, que nos invita a quedarnos pues tenemos la mente en paz. Aparcar por un momento su sentido crítico “el viajero” incluso aleja de su mente el decepcionante,… el desesperante Debate del Estado de la Nación… Qué lejos están los gobernantes de los ciudadanos… Siempre que llega hasta aquí se ensimisma ante la perfecta conjunción entre la naturaleza y la mano laboriosa  y experimentada de los agricultores… Si esto, no es una obra de arte digna del máximo respeto y protección, me cuesta saber que es el arte… Quizás debiera recordar las palabras de León Tolstoi “…Las grandes obras de arte no son grandes sino porque todos pueden comprenderlas perfectamente… Si un arte no alcanza a conmover a los hombres, no es porque los hombres carezcan de gusto o inteligencia, es porque el arte es malo o no es arte en absoluto”(2). Sí, está convencido  “el viajero” que este paisaje es una obra de arte y como tal se le debiera de tratar.




Acompaña “al caminante”, de vuelta a  Grávalos, ahora por los términos de “Pedregales” “Cabañuelas” o la “Palancona”, seguirás embriagado por intensas sensaciones táctiles, auditivas, olfativas y visuales, el gusto paladeará las almendras a posteriori. Regresarás al pueblo con la mente relajada, pero no físicamente, pues los kilómetros recorridos por este reiterado tobogán paisajístico aconsejarían la visita al Balneario de Grávalos que está a punto de abrir sus puertas. Rehabilitadas las nuevas instalaciones a partir del edificio del S. XIX, modernas y aparentemente acogedoras, pueden resultar un revulsivo económico y social para esta comarca, a desmano de los centros turísticos y productivos riojanos, que aplaude “el viajero” pues siempre reivindicó la necesidad de poner en valor los recursos que el medio rural tiene como medio para fijar la población y ser generador de riqueza, mediante un desarrollo sostenible, y estas apuestas responden perfectamente a ello. Más él, que conoce esta comarca como ninguna otra, pues están sus orígenes en el pueblo vecino de Villarroya, anima a los gestores del Balneario de Grávalos a ofrecer a sus usuarios, como complemento a sus servicios, los recursos naturales que tienen próximos: la excepcional conservación de las almendreras de Grávalos, el Carrascal de Villarroya, el encinar  más longevo de La Rioja o la Sierra de Yerga con vistas panorámicas tan singulares como la fuente del Piojo… Y se comprometan en su mejora y conservación. De igual manera considera “el viajero” esencial ganarse como clientes, por presentarles precios atractivos a los ciudadanos que residen o tienen su segunda vivienda en Grávalos o pueblos del entorno. Así como captar la atención de los senderistas y amantes de la bicicleta que recorren estos paisajes y ofrecerles de forma asequible los servicios del Balneario como colofón a su actividad deportiva en la naturaleza… Pues también conoce “el viajero” experiencias similares lejos de estas tierras,…  le viene a la cabeza las obras ostentosas entorno al Balneario de Panticosa, lugar con renombre en el turismo de montaña, para captar clientes de alto poder adquisitivo… Han resultado ruinosas antes de acabar. Está ilusionado “el viajero” con esta inauguración y ofrece sus reflexiones a quién desee ojearlas, ya que él está convencido en apoyar estas iniciativas si se gestionan desde la realidad del territorio donde se implantan.




… Pierde su mirada “el viajero” por los campos de almendros que empezaran a estar precioso los próximos días, su efímera floración apenas dura dos semanas,… mas no obviéis recorrer estos paisajes en cualquier otra época, no os van a defraudar.






Sigue la ruta en el mapa y descubre los diferentes rincones y términos de este paisaje gravaleño.



(1)  Pinturas Yamato-e: es un estilo de pintura japonesa inspirado en las obras pictóricas de la dinastía Tang y desarrollado a finales del periodo Heian. Es considerado como un estilo mundano, ya que esta basado en temas nativos provenientes de la literatura tradicional de dicha nación y caracterizado por el uso de matices fuertes.
Desde el período Muromachi(siglo XV), el término Yamato-e ha sido utilizado para distinguir las pinturas japonesas de las contemporáneas bajo el estilo chino Kara-e, las cuales fueron inspiradas por las pinturas en género zen de las dinastías Song y Yuan. Las obras pictóricas Yamato-e generalmente están acompañadas por textos que relatan narrativas y que muestran la belleza de la naturaleza por medio de representaciones de lugares famosos o meisho-e, y de las cuatro estaciones oshiki-e. Las imágenes no son simbólicas y tienen el objetivo de ilustrar la belleza de la naturaleza.
(2)   TOLSTOI, León, ¿Qué es el arte? (1898), Barcelona, Mascarón, 1982, p.90.