sábado, 28 de febrero de 2015

¿Carnaval helado o marea blanca… en el Cordal de Cebollera?



Sensaciones que “la Chavalería” no conoceráa través de la Tablet, el Smartphone,



A sabiendas de que calificarán de imprudente la propuesta que va a hacer hoy en la columna, “el viajero” no puede dejar pasar la oportunidad de invitar a “la chavalería” a disfrutar de la Alta montaña Ibérica, pues las copiosas nevadas que han cubierto nuestras sierras estos primeros días de febrero han dejado panoramas increíbles: atractivos paisajes que animan a gozar en ellos , bien con la práctica deportiva como con el paseo exigente, y de ellos con la contemplación sensual de las más bellas estampas invernales, así como de admirar las voluptuosas esculturas de nieve marmoleña, cinceladas por “cierzos” y “sorianos”, expuestas en las ilimitadas “galerías del arte de la montaña”, iluminadas de maneras tan especiales y ubicadas por encima de los 1.800 m. de altitud… No os dejéis convencer por las voces que en nombre de la prudencia y la sensatez destilan comodonería y, sin olvidarse de dichas actitudes, aventuraos a descubrir un mundo nuevo de sensaciones, imposibles de conocer por “la chavalería” a través de la Tablet, el Smartphone, la PlayStation o el ordenador,… un mundo que requiere esfuerzo físico  para sobreponerse al cansancio, abnegado sacrificio frente al frío y disciplina mental que, “a priori” aconsejará documentarse sobre el recorrido que vamos a acometer, “in situ" hará posible mantener el aplomo cuando aparezcan lo imprevistos inevitables, y “a posteriori” motivará el plasmar de alguna manera las experiencias acontecidas…






Entre la Mesa de Cebollera (2163 m.) y el Buey (2029 m.) discurre un cómodo cordal por encima de los mil novecientos metros de altitud, enlaza seis picos que superan todos ellos los dos mil metros, un espacio por el que menudean pastores, cazadores y montañeros, que encuentran en este transitado corredor entre La Rioja y Soria alicientes y estímulos apropiados a sus intereses o búsquedas. Uno de esos transeúntes habituales de esta cuerda montañosa es “el viajero” y ha accedido a la misma desde lugares muy diversos: a la Mesa de Cebollera, desde la Ermita de Lomos de Orio; Cebollera (2141 m.), desde el Puerto de Piqueras; Santocenario (2058 m.) o Telégrafo (2081 m.), desde La Blanca; Castillo de Vinuesa (2083 m.), desde Hoyos de Iregua y sobre todo desde el Puerto de Santa Inés, tras superar primero el Buey. Esta última opción es la más recomendable para acceder al Cordal de Cebollera en días como los presentes con mucha nieve acumulada, pues superar el fuerte desnivel inicial resulta relativamente asequible y en media hora coronas el pico del Buey, recuerda que entonces  estás ya  2.029 metros de altura y muchas  opciones por delante…





Así lo hizo “el viajero” y sus acompañantes la mañana del sábado pasado, con -2oC en el Punto de Nieve de Santa Inés, sin dejar de neviscar, con ventisca moderada y bastante animación de esquiadores en el único remonte existente o en la pista de iniciación. Ascendieron por el orillo los 850 metros que tiene la pista de  esquí, cuyo mantenimiento para la práctica de dicha actividad facilita ese tramo del recorrido. Superado el remonte, la huella que habían dejado en la nieve los practicantes del esquí de travesía y los caminantes con raquetas, el había apostado por los crampones, creía que el hielo iba a ser dominante y se equivocó, por ello les tocó bregar más y avanzar una quinta parte, hecho que no les impidió disfrutar de unos paisajes que, como se anunciaba al comienzo de la columna, estaban espectaculares, que animaban con cada paso a ir más allá, a internarse en este mundo entre fantasmal y fantástico, entre amenazador y cautivador,... gélido y ardiente a la vez…









No es recomendable aventurarse solo en estos grandes acontecimientos naturales, salvo si portas a la espalda un amplio bagaje de experiencias… y diría que ni aun así. Cuando ya vio “el viajero” y su inmejorable compañía el poste geodésico de este primer pico del cordal, se encontraban inmersos en un paraje aparentemente inhóspito, dominado por nieblas volubles y una cellisca que azotaba sin miramientos la nariz y la pequeña porción de rostro que quedaba al descubierto, pero también estaban ante un paisaje misterioso, parecía irreal, que incitaba a seguir hacia el pico siguiente,… a  averiguar quiénes eran  los personajes que allí comenzaban a tomar forma.







Llegados a este punto, con -6oC y una sensación térmica de -12oC debida al cierzo que sopla, habrá ya voces concienzudas que tacharan la propuesta de temeraria: animar a jóvenes y familias a plantearse estos retos, encasillados dentro de lo que llaman “actividades de riesgo”, y además hacer hincapié en la idoneidad de las mismas para “la chavalería” no obtendrá otro calificativo. Basarán sus argumentos en la necesidad de conocer la técnica y disponer de un equipamiento apropiado para afrontar el desafío… Seguro que les quieren vender sofisticados equipos y restringir esta fantástica práctica deportiva o el disfrute sensorial de estos espacios a unos pocos privilegiados… No habla “el viajero” de subir al Aneto (3404 m.) o al más cercano Pico Urbión (2228 m.) que estos días exigen, efectivamente técnica y equipamiento. En la actualidad le resultará fácil  al personal equiparse adecuadamente entre la abundante oferta existente en el mercado, es cuestión de espabilarse, buscar el articulo con la mejor relación calidad-precio-necesidad y poder gozar así del Cordal de Cebollera sin hacer un gran desembolso.






También dirán de la propuesta que es irresponsable y puede generar un gasto inasumible para el “erario público”… ¿A qué gasto se referirán…? ¿Al que se necesita para mantener abiertas y en óptimas condiciones las estaciones de esquí y sus accesos,… al necesario despliegue de agentes de tráfico, con sus equipos de control y asistencia, que garantice la seguridad de los desplazamientos,… o a los gastos que le suponen a la “sanidad pública” la infinidad de lesiones ocasionadas cada temporada por la práctica del esquí…? No. Supone “el viajero” que no, se referirán al gasto que ocasiona el rescate de “montañeros irresponsables” con equipos y personal especializado… Está claro, solo los que puedan pagarse el rescate podrán practicar estos mal llamados “deportes de riesgo”, los demás… ya se sabe “ajo y  agua”.







El pico del Buey se ha perdido en la niebla y la cellisca, se encuentran inmersos en un evento difícil de nominar y rodeados por sus protagonistas, los atormentados (con todas las connotaciones de la palabra) pinos negros disfrazados, vestidos con su piel nival, espectros dolidos que dirigen sus intencionadas miradas allí donde puedan escucharse mejor sus airadas proclamas, hacia donde soplan los vientos dominantes y que , o bien habían regresado de formar parte de la muy concurrida comparsa “Marea Blanca”, que el sábado pasado recorrió las calles de Logroño  en el desfile de carnaval, merecedora del premio a la mejor representación de los sentimientos populares, muy trabajada y sin apenas eco en los más relevantes medios de comunicación, o se disponían a partir y participar también con la “Marea Blanca” en la  manifestación que por la tarde, también en Logroño, junto a las demás “Mareas Ciudadanas” reclamarían, entre otras muchas reivindicaciones, una Sanidad Pública de calidad y para todos.







Tiranosaurios escarchados, viejas hadas del bosque con armiños dormidos a sus espaldas, duendes obtusos y desconfiados mimetizados con hielo y nieve, dragones plateados de la suerte junto a otros de múltiples cabezas iracundas que expelían fumarolas de nieve airada, trasgos y jorobados del norte, princesas congeladas y enanos de nieve que las guardan,… una inmensa comparsa de personajes airados y gesto amenazante… Un Carnaval de hielo y nieve, transgresor, irónico e irreverente hasta en las fechas (como el Carnaval tradicional de Enciso el más auténtico de La Rioja), ya en plena cuaresma… Una Marea blanca montaraz y fantástica que excitará los pensamientos de “la chavalería” y les permitirá recrear e inventar historias y personajes para su virtual mitología juvenil.








La montaña y el poco acierto que tuvo “el viajero” al optar por los crampones en lugar de las raquetas les pusieron en su sitio, regresaron cansados, con frío y pletóricos con la sensación de haber contemplado una exposición de luz y esculturas, en la ilimitada galería entre el Buey y el Castillo de Vinuesa, que nada tenía que envidiar a las que este fin de semana se podían ver en la Feria ARCOmadrid 2015… Y gratis. No hay nada más democrático que los paisajes… Por el momento.







El Cordal de Cebollera es un recorrido entre El Buey (2029 m.) y La Mesa de Cebollera (2163 m.), señalizado con el sombrado verde en el mapa:





El recorrido que pudo hacer "el viajero" el sabado pasado lo encontraras en el siguiente mapa:








sábado, 7 de febrero de 2015

En el tamarizal nevado canta el ruiseñor



Un laberíntico refugio natural de ramas retorcidas y riachuelos


Existen paisajes que dan la sensación de resultar invisibles a los ojos de quienes transitan por ellos o de los pobladores que, con sus intervenciones arquitectónicas y urbanísticas o los aprovechamientos agrícolas y ganaderos, los modelan. Nadie habla de ellos, ni para bien ni para mal, con pasión (…salvo a los cazadores probablemente), tampoco aparecen en folletos turísticos promocionales de la comarca o en reseñas sobre espacios naturales de la misma. El maltrato frecuente que padecen (vertidos incontrolados, tala indiscriminada de árboles, indiferencia manifiesta ante las necesidades de su moradores naturales,…) a nadie llama la atención, no aparecen en los informativos radiofónicos o televisivos, ni tampoco en prensa escrita… Son por contra, a ojos de quien se paran a mirar sin pasar de largo, discretos remansos de naturaleza donde es posible observar novedosas adaptaciones vitales a las exigencias que impone el territorio que conforma ese paisaje invisible,… y llegan en días como los presentes, que recibimos la visita nada extraña en estas fechas de una Ola de frío Polar o Siberiano, a dejarte pasmado,… quedas boquiabierto al admirar su belleza escondida, que hoy se significa todavía más con la nieve. El “Tamarizal de Ausejo”, el paisaje con minúsculas que quiere poner en valor “el viajero” en esta columna, es uno de esos paisajes invisibles…


Ocupan los tamarices una suerte de espacio triangular cercano a las trescientas hectáreas, entre los municipios de Alcanadre y Ausejo, por cuya base hacia el sur recibe de Sierra la Hez, hoy luce gallardo el Cabimonteros (1.388m.) su mayor cumbre, las aguas que labran en estas tierras arcillosas y salobres un haz de temblorosas barranqueras poco profundas, como las de “Escarrillo”, “Valdraces”, “Endirilla” o “Henar” que confluirán en el término de “La Laguna” y darán lugar a partir del puente que hay en el Km. 5 de la carretera LR-260 al “Barranco del Río Madre” que atraviesa Alcanadre y sus huerta en busca del Ebro. Un paisaje que hoy “el viajero”, por las especiales condiciones climáticas y la falta de un camino bien definido que lo recorra, os invita a conocer caminando alrededor de cinco kilómetros, desde el mencionado puente, por la carretera LR-348 en dirección a Ausejo. Si os adentráis por los frecuentes caminos existentes para dar servicio a las tierras  cultivadas,  encontraréis acceso a los pequeños bosquetes de tamarisco (Tamarix gallica) que siguen el discurrir de los cursos de agua…


Transcurrido un periodo breve de tiempo, apenas hemos recorrido medio kilómetro, junto a los restos de una construcción en el orillo izquierdo de la carretera, una loma asequible con un pequeño esfuerzo, que nombran como “Altillo de los carros” os permitirá disfrutar de un mirador privilegiado de este interesante paisaje humanizado: fincas agrícolas festoneadas por los tamarizales, venas hídricas de este territorio, salobrales cubiertos de carrizos donde sobrevuelan algunos milanos reales y posiblemente un aguilucho lagunero, majadales propios de estas tierras, pastos de  tomillares y esparteras que daban particularidad a las carnes de  corderos y cabritos… Se detiene  finalmente la mirada en la atalaya que domina este espacio, la población de Ausejo, un conjunto urbano que resulta atractivo por su ubicación, con mucha historia pero difícil de descubrirla en sus calles. Destaca la Iglesia Parroquial de Santa María en su altivo perfil y apenas nada queda de su disputado castillo.


Proseguid por la carretera hasta llegar a mano izquierda a alguna de las sendas que permiten acercarse a los tamarizales: recread la mirada en el paciente ejercicio de equilibrio que los copos de  nieve o las minúsculas gotas heladas llevan a cabo sobre las melindrosas y flexibles ramillas del tamariz, esconden así su famélica desnudez invernal que se tornara sonrosada y dulzona con la floración primaveral, así se muestran, también ahora, atractivos y sugerentes.



 Internaros en los pequeños bosquetes de enmarañada galería que forman estos árboles austeros, que son capaces soportar condiciones muy desfavorables de humedad incluso en tierras salinas,… andad con cuidado, es fácil meter la pata o resbalar… Pero no dejéis de hacerlo, no hay peligro… Emboscaros, pasad desapercibidos en este laberíntico refugio natural de ramas retorcidas y riachuelos,… y observad pacientes,… la vida animal se desplegará cautelosa a vuestro alrededor: es posible que podáis descubrir a la escurridiza agachadiza, o al estirado archibebe que bajan ahora del norte de Europa con las olas de frío habituales en esta época del año… El miércoles, pudo “el viajero” incluso asustarse con el vuelo inesperado de un pequeño grupo de avefrías, de visita como las anteriores, gozar de la visión de petirrojos, mosquiteros, chochines o lavanderas,… o deleitarse con el canto melancólico del ruiseñor, no podía creer que ya estuviese  aquí,… fue breve, nítido y precipitado,… pero ya estaba en este abrigado rincón invernal…



De vuelta a la carretera, estad atentos a la presencia de una caseta de labranza situada a la derecha, habéis caminado unos dos kilómetros y medio, pues bien, a unos noventa metros de la chabola, en una acequia de regadío, el Tamariz de Matacanal, acariciad su áspera y agrietada corteza con edad cercana a los cien años, agradecido seguro que tiene jugosa historias que contaros… También se dice que el “mana” que alimentaba a los hebreos en el Desierto del Sinaí, era una sustancia azucarada obtenida de una variedad de tamariz como consecuencia de la picadura de una cochinilla,… todavía es recolectado en Oriente Medio y vendido en los mercados… Es este un árbol bíblico, Abraham plantó un tamarisco para acoger dar sombra y frescura a los fatigados caminantes que atravesaban el desierto (Génesis 21, 25)… En seguida, llegareis a otro puente en la carretera ahora para salvar el “Barranco de la Madre de Escarrillo”, en su entorno un conjunto de construcciones agrícolas o ganaderas, arruinadas unas junto a otras todavía en producción, forman el “Caserío de Almandegui” testigos fieles de la intervención humana en este paisaje, nada importa como afecten al mismo las formas constructivas utilizadas o el abandono de maquinarias  o materiales inútiles,… el impacto visual que ocasionan es abrumador. A nadie le importa que este paisaje sea feo,… es un paisaje invisible.



Para sosegar su irritación, antes de cruzar el puente, remonta “el viajero” campo a través el citado barranco por el borde superior de la pequeña cárcava,… descubre allí una preciosa imagen que intenta plasmar en una bella fotografía, logra así apaciguar el ánimo perdido,… y os invita  a descubrir en el tramo de carretera que resta nuevos rincones que os harán reflexionar sobre la invisibilidad del Tamarizal de Ausejo.
























No te muestra hoy "el viajero" un camino concreto, piérdete en este paisaje con este mapa y las sugerencias del texto...


El Tamarizal de Ausejo es un paisaje invisible que merece la pena... mirar.