martes, 29 de octubre de 2013

Otoño







“No era un  paisaje de belleza deslumbrante, ni un escenario grandioso con precipicios escarpados o rápidos que oradasen las peñas. Colinas suaves y una corriente mansa, bajo el velo delicado de la niebla vespertina: un escenario amable, refinado y sereno, como de pintura yamato-e. Cada cual ve la naturaleza a su manera, y habrá quizá quien piense que esa clase de paisaje no merece una mirada. A mí, por el contrario, son esos montes y ríos vulgares, ni majestuosos ni incomparables, los que me invitan a una dulce ensoñación y me dan ganas de quedarme para siempre. Un panorama así podrá no sorprender a los ojos ni arrebatar el espíritu, pero recibe al viajero con sonrisa de amigo. En un primer momento no parece gran cosa, pero permaneced un rato y os sentiréis rodeados de un dulce afecto, como en los tibios brazos de una madre amorosa.”


                                                                                  Junichiro Tanizaki
                                                                                  “El cortador de Cañas”


Así me siento en el Valle del Cidacos, y sobre todo en el otoño. Las imágenes y las sensaciones se agolpan en mi cabeza y dejan tan profunda huella, que el regreso se hace deseo…