
A estas alturas del año el flujo
de ideas que emana de tu cabeza se torna lento e insustancial, al compás de los
días de diciembre. Además los motivos para el desánimo que se ciernen sobre tus
convicciones y añoranzas, se muestran tan meridianos en informativos y
publicaciones, que te amilanas ante los fríos días que se avecinan. Les ocurre
igual a los paisajes invernales, resulta ahora evidente, en la desnudez de la
estación, la pérdida constante e imparable de su historia, de ese patrimonio
menor, conformado por muros de piedra, apriscos, chozos, colmenares,… Menoscabo
que sufren los paisajes ante la indiferencia casi generalizada de unos
ciudadanos que bastante tienen, en muchos casos, con sobrevivir cada día en la
marea salvaje de unas políticas gélidas e impersonales que les sobrevienen sin
miramientos por todas partes, medidas de
unos gobernantes carentes de toda fuerza moral para llevarlas a término y sin
perspectivas sociales de ningún tipo, traicioneras resacas en las que
únicamente resisten a flote, y cada vez con más pujanza, bancos, financieras y
multinacionales… Así, con el invierno estacional y social establecido, te sumes
en un estado de letargo, incapacitante para generar propuestas viables,
novedosas y creativas, necesarias para evitar que pierdan su discurso nuestros
valiosos y variados paisajes…
Más si nada se para, el tiempo
menos, y tienes que aprovechar las particularidades del invierno para tomar buena
nota de necesidades y carencias urgentes, madurar intervenciones en tiempos
propicios y, sobre todo, sacudirse la apatía y adentrarse en algunas de las
recreaciones paisajísticas más extraordinarias que la natura es capaz de
regalarnos estos días... No espero lo mismo de nuestros gobernantes. Es un
privilegio sentirnos inmersos en las auténticas obras de arte que son estos
paisajes invernales… Que todos podemos disfrutar y sin que nos cobren todavía
por ello.
¡¡¡Disfrutad la invernada…!!!