
En la Sonsierra la historia sale
a tu encuentro, tomes la carretera o camino que decidas, vas a dar con
intervenciones humanas en el paisaje que te permitirán trasladarte, con cierta imaginación
y un punto de interés informativo, a muy diferentes periodos de la historia de
este territorio de frontera y confrontación. Son tan variadas, abundantes y
atractivas las manifestaciones arquitectónicas y etnográficas diseminadas entre
las tierras que descienden desde la Sierra de Cantabria y el Toloño hasta el
Río Ebro, unidas a fabulas y leyendas, que
“el viajero” presenta este rincón entre Peciña y Ribas de Tereso como idóneo
para conocer estos días de Navidad con “la chavalería”, que goza de vacaciones, pues pocos lugares pueden
alimentar mejor su necesidad de fantasías y aventura: se mostrarán afanados en
la supervivencia con los cazadores, pastores y recolectores del Neolítico,
entrarán en las cuevas con los anacoretas de la época Hispano Visigoda o
colocarán sillares labrados de arenisca para levantar el templo de Santa María
de la Piscina,… que pudo tomar como modelo la Piscina Probática del Templo de Salomón, conocida por el
Infante Don Ramiro, yerno del Cid Campeador, en la toma de la ciudad de
Jerusalén durante la Primera Cruzada, donde encontró un fragmento de la
Veracruz, y quién dejó notificado en testamento su deseo de construirla, obra
que acometió su heredero el Rey García Ramírez,
allá por el año 1136…

Partirá hoy “el caminante” de Santa María de la Piscina y dirigirá
sus pasos hacia el cercano y señalizado Dolmen
de la Cascaja, enterramiento de los denominados de corredor, donde la
excavación saco a la luz los restos de al menos
31 hombres, además de materiales cerámicos, una punta de flecha de
bronce y otros útiles, que remonta la presencia humana en este lugar a unos
3000 años antes de Cristo… Un nuevo poste de señalización le dirige hacia el Conjunto de los Lagares de Zabala,
donde puede intuir como se elaboraban los vinos claretes y blancos en la que
puede considerarse una de las primeras bodegas de La Rioja, excavada entre los
siglos del X al XII posiblemente… Imagina ya a “la chavalería” que corretea por
las calles de Peciña, sube la escalinata de la Iglesia de San Martín y sale de la población por el antiguo camino
de Ribas de Tereso.
Comienza entonces el recorrido
por el paisaje con minúsculas, un balcón con vistas a los camaleónicos Sistema
Ibérico y Valle del Ebro, con la encastillada Sierra de Cantabria a la espalda
y la mole del Toloño, en cuyas cumbres abades, bandoleros y generales dejaron
huella, como fondo de escenario por el oeste. En el primer cruce destacado de
caminos, antes de tomar el que desciende, sube “el caminante” a la loma de la
derecha para disfrutar de una magnífica panorámica y localizar desde allí los
términos de “Peña Lacha”, “San Bartolomé”
o “Gobate” donde “la chavalería” podrá
aventurarse en los entresijos de la historia que estos paisajes todavía
esconden…

Cuando llega por el borde del
sembrado a la caída del montículo donde se localiza el peñasco, de unos tres
metros de altura por más de tres también de anchura y medio de
grosor, que se yergue con intención de destacar mas sin protagonismo en la
actualidad pues las dos encinas que lo acompañan casi lo ocultan hasta
encontrarse próximo a él, entiende porqué llaman “Peña lacha” los lugareños a esta arenisca enhiesta, dada su
probable forma antes de sufrir la erosión de los elementos meteorológicos, un
tercio de ella enterrada y anclada en equilibrio con rocas menores por los
pobladores de este territorio,… alguno de los cuales pudo perder la vida en la
extracción, el transporte o para erigir este probable menhir y descansar sus
restos en el cercano Dolmen de la
Cascaja,… No es difícil de imaginar.

Vuelve “el viajero” al camino
antiguo y su pensamiento lo ocupa “la chavalería” y las ideas que sus creativas
imaginaciones habrán recreado de estos constructores megalíticos, para cortar, mover y levantar estas grandes
piedras… De nuevo aparece un poste de madera con flechas de señalización, una indica
hacia la derecha Ermita de San
Bartolomé, la otra, Eremitorios de
Gobate a la izquierda, hacia allí se dirige por la orilla de una cebada
naciente, dado que brilla por su ausencia una pequeña senda que parecería
lógica tras el poste de información, hasta alcanzar un promontorio que se
estira hacia el sur entre dos vaguadas. Camina entre encinas y enebros en busca
de una cueva, “goba” en euskera, que
sitúan sus informaciones al suroeste del mismo… Y se deleita imaginando a la
“chavalería” intrigada en su búsqueda,… encontrando el muro de piedras
semiderruido como primera pista y percatarse después del abrigo en la peña en medio de aquel espacio asilvestrado… No es
difícil de imaginar a los eremitas de los siglos IX y X ocultos a los ojos de
las razias sarracenas, entregados a la oración y a sobrevivir… en aquellos
tiempos vandálicos. Cuando entra a la cueva se fija en varias tumbas socavadas
en el suelo y paredes de la misma que ayudan a situar cronológicamente este
espacio en la historia. En sus proximidades varios lagares labrados en la roca,
uno de ellos encima de la propia cueva, dan una idea de la funcionalidad tan
diversa que desempeñaban estos habitáculos. Busca a continuación una segunda
oquedad en la caída sureste del promontorio, una angosta entrada que permite el
acceso a su interior, un espacio de tres metros de diámetro por metro y medio
de altura, y observa, como en la anterior, varias tumbas excavadas e incluso
una cruz grabada en la pared… No me digáis que “la chavalería” no estará
alucinando,… piensa “el viajero”.


Torna de nuevo al poste de madera
con la flecha de señalización y se encamina hacia la Ermita de San Bartolomé, antigua parroquia de la aldea de Orzales, y
como ya le parece habitual que los caminos desaparezcan no le extraña que
ocurra aquí también, mas la monumentalidad de las ruinas de la cabecera gótica,
de finales del siglo XV principios del XVI, indican con claridad la dirección a seguir. Se
acerca hasta ella con el presentimiento de que no le gustará lo que va a
encontrar… y así es, si bien han vallado el entorno y lo han intervenido despejándolo
de matorrales, la arquitectura amenaza ruina y se recomienda no acceder al
interior de esta construcción, lo que queda de una población destruida primero
por el General Verdier durante las Guerras Napoleónicas, en 1808, y
posteriormente, lo poco que aguantase, por el militar liberal Martín Zurbano en
las Guerras Carlistas, en 1836… Se sienta “el viajero”, junto a estos muros
orgullosos de la ermita que se resisten a no existir, a doblegarse al olvido, y mira ensimismado los escarceos de las
nieblas por el Toloño… y decide volver sobre sus pasos sin bajar a Ribas de
Tereso, pues un escalofrío recorre su cuerpo cuando piensa lo que habrá sentido
“la chavalería” al conocer tantas historias como cuentan estos paisajes… No es
difícil de imaginar… Y no conviene saturarlos.

"Los Paisajes del Vino de Rioja" no pueden olvidar estas historias.
Seguid con "la chavalería" el mapa de la ruta.
¡¡¡ Feliz Navidad...!!!