Contra todo pronóstico, en ocasiones, se llevan a término esas propuestas, que por considerarlas necesarias y urgentes, haces lo posible por darlas a conocer a la administración pertinente, como entidad pública responsable (…y bastante sorda a estos menesteres que hacen referencia al “Patrimonio pobre”), o bien a alguna asociación ligada al territorio donde se pudiese llevar a término la intervención, que suelen ser animosas pero con pocos recursos económicos y materiales.
En la primavera lluviosa de 2.010, el caminante partió del
Barrio de Cuevas, en la población de Anguiano, por el camino que llaman de
Valvanera con el único propósito de conocer mejor un paisaje que le gustaba.
Aquella mañana, que también llovía, disfruto del paseo por un jardín
asilvestrado, diseñado por la anarquía propia de la naturaleza, muy interesada,
esos días, en mostrar la juvenil belleza y frescura de los brotes tiernos de la
generosa variedad de especies vegetales que colonizan estos barrancos, riberas,
acequias, terrenos baldíos, tronqueras de viejos fresnos, álamos, castaños
(…preguntad por el Castaño de la Nisia),… o muros de piedra. El panorama que
envolvía al caminante se pincelaba con nieblas altas, desmadejadas, que se
agarraban sin convicción a las laderas boscosas y animadas por la agradable
brisa cambiaban con facilidad de aposento.
En estas circunstancias suelen estar muy despiertos los sentidos y se recrean en cada detalle, con una cierta tendencia sublimarlos o magnificarlos, los pensamientos se suceden con rapidez y están sobrados de imaginación y creatividad… Así, una construcción llamo la atención del viajero y se detuvo en el ribazo, bajo el camino una cabaña pastoril resistía a duras penas los envites del tiempo. No era como las demás del término de los Estopares: algunas, arruinadas, conservaban únicamente restos de muros, otras mantenían por tozudez las cubiertas de teja… Pero esta, que hizo parar al viajero, custodiada la puerta por una oveja arrumbada, preñada o pachucha, tenía huecos en la cubierta, hasta ahí nada original, claros abiertos entre la paja de centeno y las bardas de retama, materiales que formaban la techumbre, que dejaban ver algunas partes del costillar de la construcción, hecho que permitía alojarse con facilidad el agua en el interior,… y sin pagar. No se coló el caminante, por la puerta, pues no deseaba molestar a la oveja, igual era la “modorra” que suele haber en casi todos los rebaños,… y seguir los caminos del agua no estaba a su alcance. Boquiabierto y sorprendido por el encuentro se quedó allí un rato haciendo especulaciones y viajando en el tiempo,… hasta quiso ver a los pastores de Anguiano remozando con paja de centeno, segada ese verano, la techumbre de la cabaña.Bajo una suave lluvia retornaba el caminante sobre sus pasos, con la sensación de haberse topado con un rincón de aquel paisaje que se había quedado dormido en el tiempo y con el convencimiento, tras repasar mentalmente muchas majadas, con toda probabilidad, de que esta fuese la última “cabaña” con la techumbre de paja de centeno que quedaba en las Sierras Riojanas. El viajero regresó garboso y exultante al Barrio de Cuevas, con ganas de comunicar a quien quisiera escucharle, la existencia de la singular “Cabaña de los Estopares”.
Las citas y encuentros se sucedieron con algunos gestores del territorio, pretendía dar a conocer y poner en valor este elemento de la cultura y la tradición pastoril, con interés etnográfico y paisajístico,… más quizás no llamé a las puertas apropiadas. Me hice eco, en el programa de Radio Rioja Cadena Ser, “La ventana de la tarde”, en la Rioja, con Lucia Ripa, con la cual colaboraba en la sección “Paisajes con historia”, allí tuvo su protagonismo, en abril de 2.010, la “Cabaña de los Estopares”,… más no debí gritar lo suficiente. Finalmente ese verano, fruto de la casualidad o la coincidencia, me invitaron a una charla-paseo en Anguiano, durante la semana cultural que organizaba la Asociación Cultural Aidillo. Durante la misma salió a relucir y hablamos largo y tendido de esta estructura pastoril a punto de desaparecer, de la perdida de esa parte del “Patrimonio pobre” de la historia de Anguiano, la que cuenta los afanes de los hombres y mujeres que conformaron este territorio, no los grandes hechos recogidos en crónicas y anales, sino el día a día de las personas corrientes…
Y estas reflexiones de una tarde de verano y otra tarde más de animadas charlas y paseos, al verano siguiente, por los montes y barrancos de Anguiano, no cayeron en tierra estéril… Un trabajo encomiable de la Asociación, tenaz y persistente como el de las hormigas, ha logrado unificar esfuerzos, implicar a la Consejería de Medio Ambiente y al Ayuntamiento, recabar el interés de otras Asociaciones y sobre todo embarcar a sus socios en un trabajo intergeneracional de veredas que difícilmente olvidarán. Pensar que este verano del 2.013 en estos tiempos del internet y de la crisis económica que da al traste con todo tipo de iniciativas culturales, la Asociación Cultural Aidillo, asesorados y dirigidos por Ángel, el “zurdo” y su hermano Antonio, pastores que pusieron la última cubierta de la “Cabaña”, hayan sembrado, segado, acarreado y desgranado centeno,… reforzado los muros, remozado postes y cabrios, acarreado retamas y cubierto la techumbre con paja nueva de centeno,… es casi imposible de creer. Gracias por regalarnos esta lección de capacidad asociativa y por evitar que las Sierras Riojanas pierdan otro pedacito de su historia. Gracias por invitarnos a desplazarnos hasta el pueblo de Anguiano y ofrecernos este refugio a los viajeros y caminantes que recorremos estos paisajes, que vosotros con iniciativas como esta los hacéis más bellos y completos.
Puedes seguir el proceso de recuperación de la "Cabaña de los Estopares" en la revista "Aidillo", que publica trimestralmente la Asociación Cultural Aidillo:
En el nº 71, verano del 2.013, paginas 27 y 28:
En el nº 72, otoño del 2.013, paginas 4,5,6,7 y 8:
También reseño la noticia publicada en el periódico La Rioja el 24 de septiembre de 2.013: