sábado, 2 de junio de 2018

En tránsito permanente (2ª Parte)









(Continua de la semana anterior…)


4…Ab4  5. d3 d6  6. H3 0-0  7. Ae2 Ce7  8. 0-0 c6  9. a3…  Pasadas las dudas iniciales las fichas negras parecen haber decidido su estrategia.

Sobre este terreno ajedrezado se disputa una singular partida, que comenzó hace ya algunos años, en ella, Róbur (Rey de Negras) ha logrado enrocarse en la sólida atalaya defensiva del siglo XII, desde donde ha respondido con recelosa cautela a cada movimiento de su oponente. Reconociendo que en esta última confrontación los movimientos iniciales le habían sorprendido, pues fueron efectistas y atrevidos, mas no lo suficiente para sacar una ventaja sustancial a un consumado estratega, acostumbrado a muy diferentes planteamientos y estratagemas en los ataques. Se siente seguro, con el río a sus espaldas; entre las torres y muros, que aunque heridos, han aguantado con gallardía el envite permanente de sitiadores y temporales a través de los siglos; y sus alfiles, caballeros y peones han resistido firmes en la mayor parte de sus cuadriláteras casillas, son los medianos y pequeños propietarios de los irregulares y más longevos viñedos. Se concentran alrededor del castillo, laboran con mimo, con el conocimiento adquirido durante años, cada una de las cepas, recuerdan sus achaques y vicisitudes…    

9... Axc3  10. bxc3 Cg6  11. Te1 Te8  12. Af1 Ad7 13. Db3 Dc8  14. Tb1 b6  15. Rh2 h6  16. g3 Dc7  17. Ag2 Ae6   La posición defensiva de las negras es más estable, por contra las blancas han perdido el atrevido ímpetu inicial.

Cohesionados entorno a Ariadna (Dama Negra), han logrado mantener posiciones, evitando la pérdida del territorio central y manteniendo, con ello, el control de una parte básica de los movimientos. Ella conocedora de sus capacidades, son los garantes de la calidad, y de la fuerza de sus argumentaciones transita  por el espacio ajedrezado sin reservas, consciente de su valía, expone en los diferentes frentes y ámbitos hasta rozar los límites que marca la precaución. Debe convencer en sus avances y consolidar en sus repliegues: mantener la calidad de los frutos que producen sus viñedos, asegurándose que las viejas plantaciones estén satisfechas y orgullosas de la insustituible riqueza de sus menores cosechas; preservar la calidad del paisaje, garantizando la continuidad en el mismo de todos sus elementos, desde los más relevantes hasta los que casi siempre pasan desapercibidos, así como la espectacularidad de sus permanentes cambios estacionales; y debe, en definitiva, aumentar la calidad de vida de los propietarios, de los paisanos, de los jornaleros,… las orquídeas, amapolas y abejarucos,…  de las ocultas currucas capirotadas.

Robur y Ariadna, tradición y calidad, deciden, llegado el momento, el sacrificio de una determinada plaza (ellos dirigen los movimientos de las figuras negras) o prescindir de los servicios de algunos de sus colaboradores… Conocen el sensible equilibrio de sus posiciones: necesidad de hacer rentables las explotaciones, la desigual conciencia medioambiental de sus partidarios, su reticencia a los cambios. Saben que el futuro de todos pasa, y no tienen dudas, por no perder la partida. 
   



  
18. Cd2 Tad8  19. a4 d5  20. a5 dxc4  21. axb6 axb6  22. dxc4…   El Rey negro no acaba de  entender el juego  blanco, en el último movimiento deberían haber buscado el empate al final, con otros movimientos,…22…Cd7, pues la posición estratégica de las negras es mejor, ya que los peones doblados no tienen compensación adecuada.

Midas y Pradia, habían puesto sus ojos en el Caserón de los Frailes, plantado  con descaro al borde del cantil, que desciende treinta metros en pendiente vertical hasta la vía del ferrocarril, sin apenas mediar espacio, para volver a descender un segundo tramo de igual pendiente y profundidad hasta la orilla misma del Ebro, era perfecta para ejercer el control de aquel disputado territorio. La vista se sentía dueña de un gran espacio, y a ellos (Rey y Dama de blancas) les gustaba sentir su dominio. Desde el indiscreto mirador, el terreno ajedrezado no es tan evidente como la visión que tienen desde el castillo, las parcelas son ahora  extensas y regulares, como la Gran Viña, ocupadas por plantaciones jóvenes, de perfecto desarrollo, con los talles dirigidos desde los primeros estirones. El edificio del siglo XVIII, resultaba magnífico por su ubicación, no respondía, sin embargo, a la imagen que ellos querían difundir, por ello están ya pensando en un llamativo proyecto de transformación arquitectónica, que compatibilizase pasado y vanguardia, y busca crear espectáculo en el aquel fastuoso escenario paisajístico. Esa era la imagen que querían proyectar: grandes espacios de producción vitivinícola donde un aire diáfano de riqueza y modernidad lo impregnase todo.
  
23. Af1 Ce7  24. Dc2 Cc8  25. Cb3 c5  26. Ae3 Cd6… ¿Hacia dónde apunta el juego de las figuras blancas?       

Cuentan para dar a conocer sus ideas y proyectos, los conocimientos que tienen de marketing y el respaldo de una embajadora de gran experiencia y numerosos contactos, la N-232, vía de comunicación de primer orden, en tránsito permanente e íntimamente unida a la Casona de los frailes.



Y con estos pensamientos todavía frescos, una nueva idea ha iniciado su entrada al andén de sus cabezas: integrar en sus planes al ferrocarril que languidece a  sus pies, y cuyo recorrido atraviesa el corazón de este territorio. Presentándolo como transporte alternativo de alto valor ecológico y con un interesante potencial turístico en todo su recorrido riojano, lograrán así, reforzar la imagen de llevar a cabo un desarrollo compatible con el medioambiente. Aconsejados en su estrategia, Midas y  Pradia, por un eficiente equipo de diseñadores y estrategas, no dan un paso sino lo marca el guion establecido, solo los fenómenos atmosféricos se escapan de su control. Destacadas bodegas, propietarias a su vez de las grandes parcelas de viñedo, conocedoras de su gran potencial económico y su fuerte implantación social y cultural, se afanan en esta  discutida y discutible partida de ajedrez como afamadas figuras. Sus capataces organizan y mueven, según el plan, la maquinaria y las obedientes cuadrillas a lo largo y ancho de las grandes fincas, los peones que mal entienden, muchos de ellos, las ordenes de los capataces, que desconocen las atenciones que las cepas requieren, no en vano algunos se han encontrado con ellas por primera vez, llevan a cabo las labores, sino con el mimo y el conocimiento de los pequeños propietarios, si con eficiencia.    

27. Cd2 Ta8  28. Ta1 f6  29. Ta2 Txa2  30. Dxa2 Cb8  31. f4…Han visto en la ofensiva en el ala Rey la única posibilidad de contraataque y la buscan. El tiempo apremia para los dos contendientes y no pueden esperar más.

Controlan la producción y mercado vitivinícola y son los principales impulsores del auge experimentado por la llamada “Cultura del vino” con ideas nuevas y sólidos conocimientos,  actuaciones y propuestas brillantes, y acompañado todo ello de grandes inversiones, que han puesto al alcance del ciudadano una nueva y atractiva visión de esta tierra y su producto estrella, el vino. No tienen dudas, el futuro pasa por sacar adelante sus posiciones… Ellos no van a perder la partida,… ahora bien,… ¿Pueden ganarla…?





El sol dominó finalmente el espacio celeste, había logrado desplazar los nubarrones tormentosos, que descargaban su casi siempre discutida mercancía, en las tierras próximas, y superó los altos muros del castillo y uno de sus cubos semicirculares, llegó hasta el lugar donde estaba sentado y disfrutaba de aquel vital territorio en tránsito permanente. El calor en el rostro me saco del ensimismamiento en que estaba sumido, intentaba imaginar el desenlace de la partida que se desarrollaba en el imaginario espacio ajedrezado. La actividad  había regresado de nuevo a los caminos y los plantíos, y me vinieron a la cabeza las palabras de Honorato, un maduro  agricultor con el que hablé en su viña, el otoño anterior: “… con la primavera escardar o espergurar, azufrar, quitar malas hierbas, sulfatar,… comenzamos  a desnietar, otra vez azufrar,… mirar al cielo y esperar que no vuelva a helar y, además, que no llueva más; llegado el verano a desnietar, azufrar, a renegar por tener que descargar los incipientes racimos,… y se vuelve a mirar al cielo, ahora para pedir que llueva más… o levantar el puño bien alto y jurar, porque el pedrisco ya comenzó a vendimiar y el seguro no sabemos si pagará;…”

31… Cc6  32. f5 Af7  33. g4 Ca5  34. h4 Rf8  El Rey de negras comienza un desplazamiento hacia el centro por el despliegue por el ala llevado a cabo por blancas, esa posición es más segura.
   
Volvía el pensamiento a la imaginada aunque verosímil partida, seguía los movimientos y estrategias de Robur y Ariadna que buscan fortalecer sus posiciones. Formalizar una alianza con el Ebro podía resultar factible y beneficioso para ambos: las viñas se desarrollan e integran de manera idónea en el delicado ecosistema ribereño y sus frutos podrían lucir el marchamo de “producto natural” como resultado de la perfecta simbiosis entre el Río y las cepas; este a su vez, encontraría en ellos a sus principales valedores,  garantizando la conservación de los diferentes hábitats y la rica biodiversidad que en ellos se desarrolla, y lo revalorizaría como corredor verde, como autopista de tránsito y comunicación para la fauna de los  diferentes espacios naturales que atraviesa, en su necesidad de colonización de nuevos  territorios y de regeneración genética de las diferentes especies. Las pretensiones son ambiciosas.




35. G5 hxg5  36. hxg5 Re7  37. Rg1 Th8  Las negras buscan posiciones favorables en todos los frentes, lo cual puede ser un error. No es nuevo, que las prisas son malas consejeras.
   
“... en el otoño, pedir que no llueva ya, y a vendimiar los abuelos, padres y hermanos, tíos, primos y chiquillos,…  tractores y tractorcillos seguidos de remolques y remolquillos sobrados de viuras, gracianos, mazuelos, garnachas y tempranillos, marchan a la bodega,… y a esperar: a saber qué grado va a dar, como va a fermentar, que calidad se obtendrá,… a cuanto la van a pagar;…”

38. Af2 Th5  Error de negras.  39. Cf3 Dc6  40. Dc2… Error de blancas. 40…Axc4  Negras devuelven el error, pues 40…Cxf5, era un movimiento ganador.

… y cuando llegue el invierno solo nos queda podar, abonar y labrar,… y si todo se abriga con manto de nieve, es hora de descansar, hasta que la primavera, otra vez, comience su despertar.” (He intentado transcribir, sobre todo en pausas y silencios, lo dicho, sobre los afanes de la viña, por aquel viticultor amante de la palabra y el juego de las palabras, con la mayor fidelidad posible). Una actividad incesante se veía o intuía en todos los rincones del territorio ajedrezado.

41. Ag2… Cf7  42. Dd1 Ab3  La partida está avanzada, las posiciones de ambos contendientes,  aunque en cambio continuo, procuran no dar ventajas. El tiempo, que apremia, es ahora un mal compañero.

También entre los almendros y en los perdidos se sentía el movimiento, unas veces tácito y visible: el abejaruco abandona la rama seca que le sirve de oteadero y, con vuelo raseado sobre el perdido y dos elegantes cabriolas, captura un goloso abejorro que libaba obcecado entre la abundante floración, para colarse seguido en otro agujero sin telarañas, de otro ribazo con agujeros; dos escribanos cerillos, elegantes y con atrevidos antifaces, llevan a cabo vuelos cortos, se posan en la punta de los arbustos, y todo para ser vistos, no pasar desapercibidos es ahora fundamental, su reiterado trino lo confirma,… Otras veces, el movimiento se intuía oculto, velado: saltamontes y chicharras que ponen en marcha su monótona orquestina; hierbas que se movilizan sin viento, se para, mira,… y sigue, sigue, mira,… se para,… la invisible, la inquietante comadreja siempre está de caza; la lagartija que sesteaba en la losa caliente, a la vez que cazaba,  tomando el calor que a su sangre le falta, se precipita a su escondrijo para evitar ser cazada; sospecho la presencia de la perdiz achantada en el suelo de herbazal, trasmitiendo el calor de su emplumada pechera a diez o doce huevos, muy juntos  y acomodados en un leve rebaje del suelo tapizado con hierba fina y suave plumón, y mientras su pareja se ha encaramado, vigilante, sobre el tapial de piedra que delimita la viña próxima al perdido donde posiblemente se ubique el nido. Cuantas especies de fauna y flora posibilitan los desvalorizados espacios yecos y los ribazos. 



43. Cxe5 Axd1  44. Cxc6+ Cxc6  45. Txd1 Cxg5  46. Tb1 Txh3  47. Axh3 Txh3  Con los últimos y rápidos movimientos el tablero de ajedrez ha quedado muy despejado y poco definido.  48. Txb6 Rd6  49. Rg2 Txc3  Tras ello, negras ofrecen tablas. 

¿Cómo sino, podía terminar la intensa partida que se jugaba en el terreno ajedrezado? Nadie podía ganar, nadie debía ganar, sino hubiera sido a costa de perder ambos contendientes. La tradición y la calidad, ideas motrices de las figuras encabezadas por Robur y Ariadna, no hubieran podido sobrevivir, en caso de victoria, en el actual panorama de economía globalizada, donde la rentabilidad de las formas de producción y donde la modernidad y el marketing comercial, son las claves del nuevo mercado. Pero tampoco si hubieran sido Midas y Pradia  los ganadores, si la productividad y la modernidad hubieran impuesto sus criterios, podrían obviar el hecho, cada vez más exigido, que la impronta que da carácter a sus caldos, que el alma de sus diferentes vinos, únicamente se la pueden dar esas viñas adustas, retorcidas y arrugadas,… especiales, los medianos y pequeños planteles que constituyen el núcleo principal del territorio de las figuras negras.

Probablemente, solo si las uvas  y los vinos de unos y otros logran una equilibrada conjunción de intereses, será posible crear nuevas fantasías oníricas… que nos recreen la vista con vivos colores rojo rubí,…con ligeros matices teja, e irisaciones en tonos guinda;  que sus aromas, de lenta ascensión en la copa, primero los afrutados a frambuesa y arándanos del bosque,… para seguir después estimulantes olores a cacao y vainilla en la lejanía, que nos transporten en vaporosas ensoñaciones de los frescos parajes montanos a sensuales brisas marítimas; que nos inviten a disfrutar en la boca de su sedosa y aterciopelada textura,… de su serena personalidad que perdura en el paladar… Solo, y solo entonces, podrán  encarar el futuro con esperanza.

Un paisaje en tránsito permanente, se extendía a los pies del Castillo, llegando hasta el Caserón de los frailes,… entre el Ebro y la N-232. Este paisaje y el movimiento; el movimiento y el cambio; el cambio y el color, el cambio de color de las viñas, de los yecos, de los sotos del río; el color y las estaciones, el color de las estaciones,… inviernos de blanco y pardos, los verdes de primavera, veranos de verdes viejos y en el otoño…, en el otoño no falta ningún color; las estaciones y el movimiento, siempre matiza este paisaje el movimiento en los caminos, plantíos y perdidos, en el mal aprovechado ferrocarril y en la sobre ocupada nacional,… y en el Ebro.




El Río, el adorado y maldito río, querido y denostado a lo largo de la historia, fue garante del progreso, y comienza en la actualidad a ser devorado por él. El Ebro es quizás el único elemento de cohesión y permanencia de este espacio: el modelador morfológico del territorio, un regulador singular de su especial microclima, y su arteria principal, con flujos variables y en tránsito permanente: con juglares, bufones, duendes y mensajeros,… río arriba,… y río abajo; garzas, ánades, cormoranes,… zorros, ginetas, visones,…  río arriba,… y río abajo; lucios, cangrejos señal, mejillones cebra,… río arriba.

Descendí de la siempre presente, altiva, y aparentemente ninguneada,  fortaleza de Davalillo y por nuevos caminos volví a la olvidada estación de ferrocarril donde inicié el ajetreado recorrido. Aun tuve ocasión de cambiar impresiones con Julián, que sin dejar de esparrillar  contesto pacientemente, con pocas palabras, a las distintas preguntas que le hice, me confirmó que las ruinas cercanas pertenecían a la antaño frecuentada Ermita de San Juan, y también me contó: “…se había oído, que en la casona deshabitada… – cercana a los restos de la ermita, entre viñas, con ensoñadoras vistas hacia el castillo y desde donde se escuchaba permanentemente el murmullo del río – …querían hacer un pequeño hotel, muy caro,… pero los socios no se pusieron de acuerdo… – añadiendo – …el dinero no se casa con nadie,  no es amigo de aventuras…” Acabamos por hablar de las abundantes  lluvias del invierno y la primavera, e hizo hincapié: “… mira, este año… – señalando la parte alta de la finca, próxima al ribazo –…con agua abundante salen ventriles...” Tras una corta despedida, sobria de gestos y parca en palabras, retomó su faena, solo detenida en cortos intervalos para apoyar con las manos sus explicaciones;  y yo, de vuelta al camino, traía de nuevo a la cabeza, para evitar el olvido, la palabra ventriles, así había llamado Julián a los  numerosos manantiales que se rezumaban, en las estaciones ricas en agua, por los terrenos costeros o en desniveles, y de igual modo esparrillar, que fue su respuesta cuando le pregunte sobre la tarea que llevaba a cabo, que se correspondía con la labor de espergurar o escardar, según la nombran en otros lugares.



La vista se perdía en el equilibrado territorio ajedrezado, se iba al ritmo sereno de las aguas del Ebro, se amilanaba ante el orgulloso porte  del ya lejano Castillo y el ahora cercano Caserón de los Frailes, se deleitaba con el esbelto alzado ojival de dos lejanos guardaviñas…  Otra joya para guardar en tu Cofre para Paisajes. Estaba de vuelta, en la dormida estación de ferrocarril.      




viernes, 1 de junio de 2018

En tránsito permanente (1ª Parte)






La estación de ferrocarril, escondida a la vista, y el camino de hierro y traviesas que llega hasta ella, están encaramados entre el cielo y el río, entre la N-232 y el Ebro, y compiten por el escaso y precipitado espacio de confluencia que hay entre ambos. El edificio presenta líneas sobrias, propias de la arquitectura ferroviaria de mediados del siglo pasado, los arañazos del tiempo se dejan notar en las fachadas, en su desordenado aunque funcional tejado, también en el numeroso y poco original grafiteado  de las cuatro paredes de la sala de espera, única estancia abierta de una estación adormilada, con sus ojos tapiados, legañosos de abandono, indolentes, y en espera desconfiada de nuevos pasajeros  o de mercancías valiosas, o curiosas, que desciendan de alguno de los escasos trenes que recorren todavía este espectacular tramo de ferrocarril.
   
Abandoné el andén y crucé la vía en busca del camino que mostraban los mapas partiendo de la estación. Asomado al talud que se precipitaba enmarañado hacia una gran extensión de viñedo joven, deduje que el recorrido programado atravesaba aquella finca  parcelada por amplios caminos de acceso, formando una cuadricula perfecta. Vi claro cuál debía seguir. Según me alejaba de la estación, se disiparon el constante ruido circulatorio, de intensidad irregular, siempre con interés por hacerse notar, de la N-232, un río de asfalto navegado día y noche por todo tipo de transportes. Conforme descendía, olvidaba la carretera, y el discreto murmullo del Ebro, oculto tras el serpenteante bosque ribereño, se ofrecía ahora como compañero auditivo.

Había recorrido tan solo un centenar de metros  de la Gran Viña  por el camino lógico (al  parecer no tan lógico) cuando me sorprendió un alambre atado a dos postecillos oxidados con un improvisado cartel colgado y rotulado con desidia, me invitaba sin remilgos a no seguir por el camino, rezaba en el  tablerillo manuscrito: “FINCA PRIVADA- PROHIBIDO EL PASO”.  Estas situaciones me atacan el nervio, que un camino que comienza como público, recalco, señalado en el mapa del IGN y con solución  de continuidad, de golpe (sienta como tal) y sin aviso previo, se transforme en privado… Agarré cuello, volví sobre mis pasos y tomé una senda menor que discurre junto a la orilla de la Gran Viña, perpendicular al camino principal, que se dirigía a las proximidades del Ebro, dudé… El camino iniciado en la estación de ferrocarril finalizaba allí, en ninguna parte…  Otra vez cuello.



No sabía hacia dónde dirigirme: escuchaba la tentadora sugerencia del Río que me proponía, oculto tras la tupida muralla de árboles y arbustos, buscar su orilla o  volvía de nuevo sobre mis pasos. La falta de una senda medianamente definida, el caótico orden del soto y un ambiente tormentoso que no debía descartar, me amilanaron para adentrarme en el bosquete ribereño; mas mi testadura incomprensión de la privatización de caminos, fruto de mi aversión a la  implantación de puertas y barreras en el campo, cada día más frecuentes, cada día más domesticado, me animaban a rechazar la vuelta.
Descartadas ambas opciones,  me adentré en la Gran Viña emparrillada caminando por su orilla,  procuraba evitar un resbalón por el ribazo que descendía asilvestrado en busca de la espesura del soto, y esperaba que me llamasen la atención en cualquier momento, como lo hacían ya, desde lejos, dos perros excitados, nerviosos tras la alambrada que hay junto a la nave agrícola que organiza la finca.


Avanzaba con recelo, expectante, mantenía el Castillo de Davalillo, visible casi desde cualquier rincón del  paisaje, como referencia y seguía sin saber cuándo volvería a encontrar  aquel camino principal tan bien señalado en los mapas. Me llegaba por la derecha el rumor garboso del río a la par que el canto aflautado y febril de una curruca capirotada que logré entre ver entre la espesa vegetación, con la boina negra, calada, que intentaba emocionar a la hembra, con gorrilla color canela oscuro, que seguía, a buen seguro, afanada en la construcción de un nido confundido en el ramaje de un vetusto y verrugoso aliso; por la izquierda, sumare a los ladridos ya lejanos, las voces desconocidas y diversas de pequeñas cuadrillas de trabajo, hombres recios fundidos en el crisol de la necesidad: altos, delgados, robustos y achaparrados; de tez negra, pálida o aceitunada; cabellos lisos, rizados, muy cortos o muy revueltos; manos callosas  que se sienten forasteras y ajenas a estas labores, que aprenden a cuidar la viña, a ganar con sus ganancias… Se completaba el paisaje auditivo con el ronco ronroneo de varios tractorcillos infatigables y cornúpetos traseros, fumarolas móviles de vapores sulfurosos o sulfatados, amarillos o azulados, medio ocultos entre las cepas resultan eficaces en el intento de conjurar al fantasma, el mildiu, que se ceba en los tallos y hojas jóvenes, tiernas… ¿Qué prestigio tendría un territorio con castillo, si no tuviera sus fantasmas…?
Continué por el orillo, mientras tanto un furgón recogió a una de las cuadrillas, que había llegado al final de uno de los líneos de cepas,… y la llevó  al comienzo de la viña para reiniciar la faena unas filas más abajo.


   
Abandoné la Gran Viña y transité por algunos senderos que posibilitaban el acceso a otros plantíos entre pequeñas lomas, ahora costeros, luego en la vaguada. Viñas menores trabajadas por manos propietarias, conocedoras de cada cepa y sus querencias. Seguí aquella dirección  que, en algún momento, debía cruzarme con el camino principal (el que aparecía en el mapa del IGN). Subí campo a través hacia la loma contigua coronada por  almendros.

1. c4  Cf6  2. Cc3 e5  3. Cf3 Cc6  4.e4…  La Apertura Inglesa, que hacía bastante tiempo que  no  veía utilizar a sus rivales, y el singular frente de peones y caballos, le provocaron, al Rey negro, una inesperada sorpresa inicial que le hizo gastar bastante tiempo.

Dos filas de almendros yecos, necesitados de poda, reverdecían con desgana, escultóricos testimonios en el paisaje de una forma agrícola que tuvo tiempos mejores y se resiste a desaparecer, y sobre cuyo futuro algo deberían pensar los gestores de este territorio sin par: resultarán primordiales para la conservación integral del mismo, mantener la variedad y diversidad en  los diferentes ámbitos que componen el espacio agrícola y natural. Desde el altozano de la almendrera pude localizar a media ladera de la siguiente loma, al otro lado de la viña, el esquivo camino principal del mapa.



Hubo un desarrollo notable de los cúmulos tormentosos que presagiaban un nuevo chaparrón, las nubes con formas deformes y caras descaradas parecían ocultar historias inconfesas, engordaban con rapidez  y reducían los claros a pura anécdota. Un viento denso, con olor a lluvia, se  adueñaba del ambiente. Al poco rato resulto muy visible un aumento del tránsito en sendas y caminos, iniciándose un motorizado desfile de tractores, tractorcillos, furgonetas, furgonetillas, motillos y aún bicicletas, conducidos a su vez por abuelos, padres y nietos, se recogían pues barruntaban la tormenta. Los últimos en abandonar las faenas fueron los todoterreno y el furgón con  jornaleros de la Gran Viña. Un hombre mayor de rostro moreno, atemperado pero no maltratado por los años, paro su furgoneta de labor una veintena de metros delante de donde me encontraba y espero. Cuando estuve a su altura me dijo:
  ¡Mira, viene agua…! ¿Si quieres,… te acerco  algún sitio?
Verme con la cámara de fotos y los prismáticos al hombro, el trípode bajo el brazo y  paso apresurado, le llevo a pensar que podía evitarme un buen remojón…
        ¡Gracias! ¡Muchas gracias…! Quisiera llegar al guardaviñas para protegerme y hacer fotos durante la tormenta –le conteste, dándole unas explicaciones que el hombre no demandaba.
Seguido quise percibir que una sonrisa sorprendida y  guasona suavizaba su gesto,  y me despidió con un ligero movimiento del brazo apoyado en la ventanilla y reflexionando en voz alta:
Hay,… si os lo mandaran...
Sonriendo también, le saludé con el brazo libre, mientras pensaba que mi padre me hubiera dicho lo mismo,… y con las mismas palabras.  

  

Con  pasos rápidos, cortos e intencionados, me dirigí  hacia un chozo sencillo situado próximo al camino  en el borde de un viñedo: era de planta rectangular, paredes de piedra, labradas con prisa, y techumbre de losa y tierra donde crecen hierbas, musgos y matojos; de dimensiones  muy humanas y con una pequeña entrada. Logre colarme en el interior del pequeño habitáculo antes de empezar el aguacero, había llegado justo, sudando. En el interior se percibía un persistente olor a humo rancio agarrado a las piedras y al espacio entre ellas, se dejaban sentir los pensamientos y sueños refugiados en aquel almacén del tiempo.  Las cuerdas y alambres, trozos de yesca para iniciar un fuego,  un par de latas vacías y abolladas o un oxidado abrelatas medio oculto tras una piedra, todo encajaba,… hasta el olor estaba en su sitio, todo a la espera del momento para ser utilizado.

Comenzaron a caer los primeros goterones y vi, asomado a la entrada angosta, cómo ruidosos y densos lunares trasparentes reafirmaban y daban vida a los colores de las superficies donde se estrellaban. El tañido lejano de una campana me hizo mirar la hora, las doce de la mañana, las campanas de San Asensio, Briones y San Vicente suenan todas a la vez y repican la misma melodía… Solo y sentado en la entrada del chozo veía caer el agua, ya más animada y regular, y se fue mi pensamiento a los recuerdos: era la Hora del Ángelus, la vida gris de los pueblos y ciudades españolas se detenía y las miradas se dirigían a las alturas: unos para agradecer, otros para preguntar en silencio por qué,… y algunos miraban al suelo para no llorar…”. Había cesado el tañido de las campanas y se escucharon los primeros truenos precedidos de desvaídos destellos luminosos.


Tenía la cámara montada en el trípode en espera de la imagen deseada: un rayo cortando el cielo gris plomizo sobre una infinidad de cepas alineadas, con sus hojas verdes de primavera desdibujadas por una fina cortina de agua; o un rayo que señalase la indefinida y lejana silueta del Castillo de Davalillo, que se mostraba protector de las pequeñas y medianas parcelas de sus dominios. El aparato eléctrico fue escaso y poco llamativo, el cielo se uniformo con un tono gris apagado y el ritmo de lluvia se precipitó bruscamente. Las fotos que veía en la cabeza no las vi en el paisaje, la naturaleza se mostraba, como suele ser habitual, imprevisible, e incluso caprichosa, sabía que esto  producía un cierto grado de frustración a la vez que adicción a la  búsqueda permanente de sus encantos. La lluvia  empeñada en formar charcos en este suelo arenoso, se prodigaba con generosidad, aunque sin éxito, y mientras tanto, yo miraba absorto como brotaban por doquier efímeros gorgoritos de la  tierra embebida.



El paseo visual se detuvo en el ribazo cercano, y tres agujeros perfectos de unos cinco centímetros de diámetro, llamaron mi atención, asomaba por uno de ellos la cabeza de un abejaruco, un equilibrado espectáculo de colores: a un pico negro, alargado y ligeramente curvo, le seguía un emplumado antifaz azabache en el que destacaban dos encendidos ojos rojos; encima, una frente escasa, suavemente maquillada con diminutos plumines naranjas y amarillos rodeados  de otros en desvaídos tonos celestes, y de ella nace una capelina de color castaño intenso; y debajo del pico, un llamativo babero turquesa y amarillo separados por una línea negra dibujada. La lluvia  perdió ganas al alejarse la tormenta. Los otros dos agujeros estaban deshabitados, sellados con telarañas, sus artífices no habían regresado de la invernada en tierras africanas. Estas aves migratorias  son conocidas por una parte de los jornaleros, como ellos, proceden del África subsahariana y llegan a la Península atravesando el Estrecho, arriesgan y algunos pierden, como ellos, sus vidas en el paso, y como ellos, buscan con el viaje un futuro con más posibilidades. Comenzaron a verse los primeros claros y el sol aprovechó las circunstancias para colarse por uno de ellos, y con él una flecha de color abandonó el ribazo, sobrevoló el paisaje sin estridencias. Miré durante un breve espacio de tiempo  su acrobático planeo y escuché como su trino corto, semejante a un chirrido grave y monocorde, me llegaba con repetición, aprecié que sus vuelos no eran en solitario.

Estaba de nuevo en el camino principal, discurría junto a una viña veterana, se respiraba transparencia tras el chaparrón, había descargado  con resolución y generosidad, mas sin la rabia gélida del pedrisco, había lavado todo y la vid lucía aterciopelada, los mejores tonos del verde joven de sus hojas; mientras, la suave brisa que se presentó cargada de humedad, con ese olor tan propio del ozono, difícil de describir, pero que todos diferenciamos después de una tormenta con rayos, puso en danza los numerosos y sobresalientes pámpanos de la viña, todavía sin desnietar; contrastando con ellos, las cepas perfectamente alineadas, engrosadas y retorcidas como la memoria de esta tierra, firmaban con la quietud sus muchos años.



Mis pasos fisgones y distraídos, paraban continuamente para hacer fotografías a mil detalles: ahora perplejo, un baldío poligonal azorado por el descaro de cientos de amapolas; ahora con mimo, algunos ejemplares de orquídeas casi ocultos en el herbazal; un tramo de río llamativo, otro nuevo chozo… Aunque con lentitud, me encaminaba ya, hacía la atalaya defensiva que domina este singular territorio amaestrado, y pude comprobar al pasar junto a la Ermita de la Virgen de Davalillo, a los pies del castillo, que por fin, el buen juicio y el buen gusto habían aunado esfuerzos para erradicar de la sobria y diáfana arquitectura en piedra de sillería de comienzos de S. XVIII,  el horroroso chiringuito de ladrillo y cemento adosado a la misma. Pensado para el día de la romería, y disfrutado por la apatía y la dejadez el resto del año. En su lugar, cercano a la ermita, se ha edificado el Centro Servicios Davalillo, tres interesantes recintos integrados en el paisaje, construidos con piedra y hierro y trazados según la orografía del terreno. Plausible inversión desde el punto de vista promocional del medio rural y natural, si le asignasen funciones,… hecho que después de varios años no parecen haberlas encontrado.



Recordé, próximo a los muros de la fortaleza,  la primera vez que subí allí con Pablo… Con cinco años, tenía en la cabeza la imagen y los datos básicos de los más singulares castillos de la Península Ibérica (en esa época compaginaba este archivo con un completo listado de dinosaurios saurópodos y terópodos que reconocía con prontitud, y destinaba parte de sus remirados ahorros a la adquisición de raros y llamativos libros, publicaciones, recortables, o interesantes muñecos, que tuviesen algo que ver con los desaparecidos reptiles o los castillos medievales); dibujaba de memoria, con trazos esquemáticos, mas destacaba sus principales  rasgos diferenciales, casi cualquier castillo que le indicases, y utilizaba para ello rotuladores de colores fosforitos (detalle este que nunca llegue a entender), y que todavía guardamos; asociaba las fortalezas con luchas, grandes batallas, victorias y derrotas, buenos y malos. ¿Cuántas preguntas sobre  la conquista de los enclaves…?



El Ebro y sus castillos han sido a lo largo de la historia tierras de confrontación, de demandas y conflictos permanentes. Siempre tierras de frontera: primero lo fue de Reinos, luego división de Provincias,  para terminar, en la actualidad, como límite de Comunidades… y Autónomas… ¿O quizás Países…? Qué desazón ha ocasionado siempre la creación de fronteras… Qué afán de autoafirmación… Aun hoy, en este mundo cada día más globalizado, donde las fronteras son cada vez más artificiales, necesitamos crear espacios donde,… a fin de cuentas, ejercer poder. En estas tierras, donde la planificación estratégica y el trato de favor, que se presta con frecuencia a oscuros intereses económicos y de gobierno, se ha dibujado, en los terrenos que se extienden a los pies del castillo, un irregular tablero de ajedrez bien delimitado por el serpenteante Río Ebro, el rectilíneo trazado de la N-232 y  la ligera sinuosidad de la desaprovechada vía de ferrocarril.

4…Ab4  5. d3 d6  6. H3 0-0  7. Ae2 Ce7  8. 0-0 c6  9. a3…  Pasadas las dudas iniciales las fichas negras parecen haber decidido su estrategia.

Sobre este terreno ajedrezado se disputa una singular partida de ajedrez, que comenzó hace algunos años, posiblemente unos decenios, en ella, Róbur (Rey de Negras) ha logrado enrocarse en la sólida atalaya defensiva del siglo XII, desde donde ha respondido con recelosa cautela a cada movimiento de su oponente…

(Continuara la semana que viene…)