¿Pero a donde vamos…?
Interpelaban los acompañantes “al viajero”. Mientras la lluvia, persistente,
obligaba a mantener conectados los limpiaparabrisas del coche sin interrupción…
Mas él, que la tarde y noche pasadas,
había visto a “Mónica” y “Albert” por la 1 de TVE española, escuchado a
“Florenci” en la cadena Ser y consultado el AEMET en internet,… les fiaba y
porfiaba, carretera de Nájera a delante, que ya apuntaban trazas de escampar, por
levantar el ánimo más que nada, que no por convencimiento. Tuvo que escuchar en
el trayecto algunas sonrisas acompañadas de cierta guasa, mas cuando se
acercaban a Torrecilla sobre Alesanco él insistía, a pesar del repiqueteo
tozudo de las gotas, que ya quería “abrir
ventana”, como decían los mayores de su pueblo, en el cielo todavía
encapotado… Tras parar en esta localidad para completar el grupo con dos nuevos
componentes, uno de ellos iba a ser hoy “el guía” del recorrido, y reponer ánimos
con un estimulante café, montan de nuevo en los coches, con lluvia, ya,
únicamente testimonial y una sonrisa insinuada y satisfecha en la boca de
alguno. Pasamos junto a la elegante, sobria y luminosa cabecera de la Abadía
cisterciense de Cañas, nos acercamos hasta la recoleta población del Villar de
Torre donde aparcamos los vehículos y tomamos uno de los caminos que,
ligeramente cuesta arriba, sigue el discurrir del Río Tuerto,… con la lluvia
casi olvidada pues los claros en el cielo se abrían hueco con tal descaro que
amilanaban a las nubes.
Esta sorprendido “el caminante”
por la frondosidad de los campos de cereal que se encuentran antes de
adentrarse en los terrenos de media montaña, las cebadas y los trigos, cultivo
este mayoritario en las tierras altas, comienzan ya a espigar y se imagina lo
tentador que resultará pasear por estos cómodos caminos en pocas semanas,
cuando se escuche la invisible presencia de las viajeras codornices y se llene
la atmósfera de este territorio con la rítmica intermitencia de su “clo, …clo,
clo, clo,… clo, clo, clo,… clo, clo, clo…” sonidos huecos de cronometradas preguntas y
respuestas, es la voz primaveral, matinal y vespertina de estos paisajes sinuosos
con grandes superficies de tonos verdes esmeraldas.
Sin apenas terreno de transición se
ven inmersos, aconsejados por “el guía”, en un bosque antiguo donde las viejas
hayas, con talles que exhiben caprichosas lorzas leñosas y guardan las
distancias, forman el “Consejo de Ancianos” de esta comunidad arborea.
Sus desnudas copas invernales, lucen, ahora, una mesurada y tierna cabellera verde amarillenta y dan cobertura a extensos
y fructíferos arandanedos, con la racima de pálidas florecitas acampanadas
dibujadas en fondos escamados del color verde
joven que tienen en primavera las pequeñas hojas ovaladas. En ellas todavía
quedaba el olor a sueño de los duendes grandes de estos bosques, los corzos, y
la vigorosa perra negra “Gitana”, una pastora
belga preciosa que acompaña “al guía” en sus andanzas montañeras, olisqueaba
desazonada el lugar en su empeño frustrado por localizarlos.
Remonta el grupo
el camino hacia la Fonfría, mas tienen que esperar “al caminante”, relajado
pues hoy le indican el camino, que le falta tiempo para mirar, fotografiar y
entusiasmarse, ahora con el Río Tuerto que culebrea en las umbrías, abarrancado
y timorato, …luego con los diversos tapices tejidos en verdes: los de pino
silvestre o repoblaciones de abetos (Douglas o rojo) dan tramas verdes oscuras aciculadas que contrastan con
los verdes pardos pilosos de las
nuevas hojas de los rebollos o los detalles en verdes claros encapotados, a punto de florecer, de los espinos
albares…
Partimos de 763 m. de altitud en el Villar de Torre y
estamos ya, cerca de la Fonfría, próximos a los 1.200 m. y el panorama que se
disfrutaba era sensacional. La climatología se puso de nuestra parte y el sol
arrinconó definitivamente a las nubes, quedaban desmadejadas y hechas jirones
en el valle y aferradas a las cumbres del San Lorenzo, Cabeza Parda, Cuña,… o
los Pancrudos. El altivo relieve de los picos se desplomaba pausado hacia el
valle del Río Cárdenas, donde se sitúan los monasterios de Suso y Yuso, destino
del paseo. Pintadas las superficies del mismo con una rica variedad cromática
de verdes, los pequeños valles y barrancos, los pastizales, escobares y
brezales, los bosquetes y riberas, eran los pigmentos que combinados perfilaban
y daban profundidad a estos paisajes de la Sierra de la Demanda. Por otra parte
estas praderas de altura, alomadas y salpicadas de brezos, biércoles, rosales
silvestres, retamas o espinos blancos, son el paraíso, estas madrugadas de los
sabuesos que esquilman los setales de “perretxico”, pues de eso se trata en la
actualidad: una persecución entre rivales por cobrar la recompensa que pagan
restaurantes y tiendas especializadas por la “seta fina”, como la llaman los
paisanos, recolectada con nocturnidad (frontales puestos o linterna en mano) y
alevosía (marcados los setales con GPS de años anteriores),… con poca gracia y
pocas maneras…¡¡¡Qué coño…!!! Se le había roto la vena pacífica y relajada que
“el viajero” había traído hasta aquel momento. No pudo con la imagen del 4X4 en
lo alto de la cuerda y con los dos personajes de camuflaje que llegan con
sendas bolsas de plástico y portan su trofeo,… que se montan garbosos en el
todoterreno y parten antes de llegar el grupo a su altura… Como si tuvieran
algo que ocultar… Como pueden permitir
el tránsito de vehículos, motos o quads sin control…¡¡¡ Por favor, les hagan
andar por los menos…!!! Un par de horas de dialogo paseado con la natura, hasta
llegar a los ansiados setales, seguro que les hacen valorarlos más y ser más
respetuosos en la recolección y transporte de los ejemplares… Solo pido que se
le dé a esta especie posibilidades de subsistir y a este interesante fruto
natural del medio tenga viabilidad en el futuro… Señores gestores del medio
natural y rural pónganse las pilas,… restrinjan, de una vez, el tránsito rodado
en nuestros montes y eduquen a paisanos y visitantes en la necesidad de
practicar una explotación sostenible de los recursos.
Después de la verborrea que pilló
“el viajero” el descenso hasta el alto de la Manguilla (1.096 m.) fue rápido,
luminoso y con sugerentes vistas al valle del Río Cárdenas, a partir de allí,
volvimos a frecuentar bosques de abetos, pinos
silvestres, hayas o robles, hasta adentrarnos en un frondoso hayedo
joven con numerosos acebos de alto y robusto porte emboscados en él, finalmente
un camino agradable y cómodo que nos dejó una preciosa vista, abajo en el valle,
del Monasterio de Yuso, nos llevó hasta el idílico cenobio mozárabe de los
siglos X y XI, el Monasterio de Suso. Allí, ensimismados por la serenidad y
equilibrio que transmite aquél espacio repusimos fuerzas, bien aconsejados por
el guía,… rato que aprovecho el amigo senegalés, que formaba parte de la compañía, para
preguntarle al viajero:
– ¿Cómo sabias que no llovería
más… e incluso saldría el sol…?
–
Intuición… – Le contestó, sin
pensarlo.
– ¿Pero la intuición es
femenina…? – Respondió el componente de nuestro animado grupo multicultural –
Eso se dice,… no… – Remachó con cierta ironía y una risa sincera y confiada…
Apremio el guía a ponerse en
marcha pues quedaba hora y media de camino exigente, entre San Millán y el
Villar de Torre, y después regresar a Torrecilla sobre Alesanco donde
paladearíamos deliciosos manjares de tierras diversas. Mas antes debíamos dejar
atrás interesantes robledales festoneados con prímulas y violetas, umbrías sorprendentes
como la del Barranco Sacavacas, rincones románticos en la escondida Fuente de
los Frailes o la más accesible Fuente de Veradillo… pero este paseo os lo
contará “el caminante” en otoño, cuando promete volver....
Plano del recorrido descrito, utilízalo como base para preparar el tuyo propio y, no lo dudes, "embóscate" en una fantasía en verdes...