sábado, 10 de mayo de 2014

Por la Fonfría a Suso: fantasía en verdes




¿Pero a donde vamos…? Interpelaban los acompañantes “al viajero”. Mientras la lluvia, persistente, obligaba a mantener conectados los limpiaparabrisas del coche sin interrupción… Mas  él, que la tarde y noche pasadas, había visto a “Mónica” y “Albert” por la 1 de TVE española, escuchado a “Florenci” en la cadena Ser y consultado el AEMET en internet,… les fiaba y porfiaba, carretera de Nájera a delante, que ya apuntaban trazas de escampar, por levantar el ánimo más que nada, que no por convencimiento. Tuvo que escuchar en el trayecto algunas sonrisas acompañadas de cierta guasa, mas cuando se acercaban a Torrecilla sobre Alesanco él insistía, a pesar del repiqueteo tozudo de las gotas, que ya quería “abrir ventana”, como decían los mayores de su pueblo, en el cielo todavía encapotado… Tras parar en esta localidad para completar el grupo con dos nuevos componentes, uno de ellos iba a ser hoy “el guía” del recorrido, y reponer ánimos con un estimulante café, montan de nuevo en los coches, con lluvia, ya, únicamente testimonial y una sonrisa insinuada y satisfecha en la boca de alguno. Pasamos junto a la elegante, sobria y luminosa cabecera de la Abadía cisterciense de Cañas, nos acercamos hasta la recoleta población del Villar de Torre donde aparcamos los vehículos y tomamos uno de los caminos que, ligeramente cuesta arriba, sigue el discurrir del Río Tuerto,… con la lluvia casi olvidada pues los claros en el cielo se abrían hueco con tal descaro que amilanaban a las nubes.



Esta sorprendido “el caminante” por la frondosidad de los campos de cereal que se encuentran antes de adentrarse en los terrenos de media montaña, las cebadas y los trigos, cultivo este mayoritario en las tierras altas, comienzan ya a espigar y se imagina lo tentador que resultará pasear por estos cómodos caminos en pocas semanas, cuando se escuche la invisible presencia de las viajeras codornices y se llene la atmósfera de este territorio con la rítmica intermitencia de su “clo, …clo, clo, clo,… clo, clo, clo,… clo, clo, clo…”  sonidos huecos de cronometradas preguntas y respuestas, es la voz primaveral, matinal y vespertina de estos paisajes sinuosos con grandes superficies de tonos verdes esmeraldas. Sin apenas terreno de transición se ven inmersos, aconsejados por “el guía”, en un bosque antiguo donde las viejas hayas, con talles que exhiben caprichosas lorzas leñosas y guardan las distancias, forman el “Consejo de Ancianos”  de esta comunidad arborea. Sus desnudas copas invernales, lucen, ahora, una mesurada y tierna cabellera verde amarillenta y dan cobertura a extensos y fructíferos arandanedos, con la racima de pálidas florecitas acampanadas dibujadas en fondos escamados del color verde joven que tienen en primavera las pequeñas hojas ovaladas. En ellas todavía quedaba el olor a sueño de los duendes grandes de estos bosques, los corzos, y la vigorosa perra negra “Gitana”, una pastora belga preciosa que acompaña “al guía” en sus andanzas montañeras, olisqueaba desazonada el lugar en su empeño frustrado por localizarlos. 



Remonta el grupo el camino hacia la Fonfría, mas tienen que esperar “al caminante”, relajado pues hoy le indican el camino, que le falta tiempo para mirar, fotografiar y entusiasmarse, ahora con el Río Tuerto que culebrea en las umbrías, abarrancado y timorato, …luego con los diversos tapices tejidos en verdes: los de pino silvestre o repoblaciones de abetos (Douglas o rojo) dan tramas verdes oscuras aciculadas que contrastan con los verdes pardos pilosos de las nuevas hojas de los rebollos o los detalles en verdes claros encapotados, a punto de florecer, de los espinos albares…



Partimos de  763 m. de altitud en el Villar de Torre y estamos ya, cerca de la Fonfría, próximos a los 1.200 m. y el panorama que se disfrutaba era sensacional. La climatología se puso de nuestra parte y el sol arrinconó definitivamente a las nubes, quedaban desmadejadas y hechas jirones en el valle y aferradas a las cumbres del San Lorenzo, Cabeza Parda, Cuña,… o los Pancrudos. El altivo relieve de los picos se desplomaba pausado hacia el valle del Río Cárdenas, donde se sitúan los monasterios de Suso y Yuso, destino del paseo. Pintadas las superficies del mismo con una rica variedad cromática de verdes, los pequeños valles y barrancos, los pastizales, escobares y brezales, los bosquetes y riberas, eran los pigmentos que combinados perfilaban y daban profundidad a estos paisajes de la Sierra de la Demanda. Por otra parte estas praderas de altura, alomadas y salpicadas de brezos, biércoles, rosales silvestres, retamas o espinos blancos, son el paraíso, estas madrugadas de los sabuesos que esquilman los setales de “perretxico”, pues de eso se trata en la actualidad: una persecución entre rivales por cobrar la recompensa que pagan restaurantes y tiendas especializadas por la “seta fina”, como la llaman los paisanos, recolectada con nocturnidad (frontales puestos o linterna en mano) y alevosía (marcados los setales con GPS de años anteriores),… con poca gracia y pocas maneras…¡¡¡Qué coño…!!! Se le había roto la vena pacífica y relajada que “el viajero” había traído hasta aquel momento. No pudo con la imagen del 4X4 en lo alto de la cuerda y con los dos personajes de camuflaje que llegan con sendas bolsas de plástico y portan su trofeo,… que se montan garbosos en el todoterreno y parten antes de llegar el grupo a su altura… Como si tuvieran algo que ocultar…  Como pueden permitir el tránsito de vehículos, motos o quads sin control…¡¡¡ Por favor, les hagan andar por los menos…!!! Un par de horas de dialogo paseado con la natura, hasta llegar a los ansiados setales, seguro que les hacen valorarlos más y ser más respetuosos en la recolección y transporte de los ejemplares… Solo pido que se le dé a esta especie posibilidades de subsistir y a este interesante fruto natural del medio tenga viabilidad en el futuro… Señores gestores del medio natural y rural pónganse las pilas,… restrinjan, de una vez, el tránsito rodado en nuestros montes y eduquen a paisanos y visitantes en la necesidad de practicar una explotación sostenible de los recursos.



Después de la verborrea que pilló “el viajero” el descenso hasta el alto de la Manguilla (1.096 m.) fue rápido, luminoso y con sugerentes vistas al valle del Río Cárdenas, a partir de allí, volvimos a frecuentar bosques de abetos, pinos  silvestres, hayas o robles, hasta adentrarnos en un frondoso hayedo joven con numerosos acebos de alto y robusto porte emboscados en él, finalmente un camino agradable y cómodo que nos dejó una preciosa vista, abajo en el valle, del Monasterio de Yuso, nos llevó hasta el idílico cenobio mozárabe de los siglos X y XI, el Monasterio de Suso. Allí, ensimismados por la serenidad y equilibrio que transmite aquél espacio repusimos fuerzas, bien aconsejados por el guía,… rato que aprovecho el amigo senegalés,  que formaba parte de la compañía, para preguntarle al viajero:
– ¿Cómo sabias que no llovería más… e incluso saldría  el sol…?
–  Intuición…  – Le contestó, sin pensarlo.
– ¿Pero la intuición es femenina…? – Respondió el componente de nuestro animado grupo multicultural – Eso se dice,… no… – Remachó con cierta ironía y una risa sincera y confiada…



Apremio el guía a ponerse en marcha pues quedaba hora y media de camino exigente, entre San Millán y el Villar de Torre, y después regresar a Torrecilla sobre Alesanco donde paladearíamos deliciosos manjares de tierras diversas. Mas antes debíamos dejar atrás interesantes robledales festoneados con prímulas y violetas, umbrías sorprendentes como la del Barranco Sacavacas, rincones románticos en la escondida Fuente de los Frailes o la más accesible Fuente de Veradillo… pero este paseo os lo contará “el caminante” en otoño, cuando promete volver....


Plano del recorrido descrito, utilízalo como base para preparar el tuyo propio  y, no lo dudes, "embóscate"  en una fantasía en verdes...