Nada queda del despoblado de
Sonsoto desaparecido allá por el siglo XIV, permaneció no obstante el lazareto,
hospital para leprosos, fundado en el siglo X, probablemente al amparo del
Hospital del Santo, mas este sucumbió también, asolado por un incendio, en el
año 1663, que se reconstruyó, ya como Ermita
de las Abejas, al año siguiente. El edificio actual es el resultado de otra
reconstrucción, la que se llevó a cabo tras un nuevo incendio, el 3 de agosto
de 1773, será casualidad, justo cien
años después del anterior, que destruiría las techumbres, imágenes y puertas…
Parece Lógico que festejen la Romería de
la Virgen de las Abejas el martes de
Pentecostés (se celebra en la Iglesia la venida del Espíritu Santo, en forma de
lenguas de fuego, a la Virgen y los Apóstoles…). Ya hace unos años que conocí,
y no recuerdo cómo, este accesible tesoro del paisaje riojano y su cultura
popular, que hoy te animo a recorrer. Si además fueses amante de la apicultura,
encontrarás razones añadidas para
disfrutarlo…
Hoy 6 de junio, martes de pentecoste, primer día de la Romería de las Abejas
Fue grande la sorpresa al
comprobar que las “piqueras” de las
colmenas que adornan, como engarces de una diadema, la cabecera de la Ermita de las Abejas, remozada y
pintada recientemente, carecían de actividad, la “tría” continuada, trepidante incluso, propia de este periodo de
copiosas floraciones, era nula. Nada que ver con la acumulación vibrante de
abejas sin aparente orden, descartado en esta organizada sociedad apícola, que
había en las “piqueras” cinco años atrás, última visita a este humanizado
paisaje cerealista en las tierras entre Santo Domingo de la Calzada y
Villalobar… Está confirmada la existencia de buen numero colmenas, allá cuando
en las riberas del Oja se prodigaban los huertos y frutales, el soto del río lo
formaban, además de las grandes arboledas, una ingente cantidad de arbustos,
zarzamoras o plantas rastreras, y las sinuosas planicies de cereal estaban
parceladas por infinidad de ribazos y salpicadas por algunos cabezos, que se presentaban,
ambos, festoneados con espinos albares, escaramujos, madreselvas, más otros arbustos querenciosos de estos espacios
entre los sembrados. Un paisaje fértil y frondoso, en el cual el “pecoreo” incansable de las abejas
ofrecería una copiosa recolección de miel en primavera, además de garantizar la
óptima polinización de la floresta.
Mantiene todavía el paisaje un
poderoso atractivo visual, resulta sugerente al pensamiento y es rico en
sensaciones cuando lo recorres, a pesar de la sensible pérdida de discurso que
el mismo ha sufrido,… y de colmenas (probablemente no quedará hoy ningún
colmenar,… ni el de la ermita). Quiero creer que la siempre controvertida
concentración parcelaria se considerará un éxito desde el punto de vista de la
productividad agrícola: con ese fin se agruparon las pequeñas fincas para dar
lugar a las grandes parcelas actuales; se ejecutó el trazado cartesiano de amplios caminos o de
acequias que acercan el agua hasta el último rincón del territorio; si además,
resulta evidente que todas estas modificaciones han propiciado el acceso a los
campos de cultivo de todo tipo de maquinarias para labrar, abonar y regar las
tierras, o recolectar sus frutos. Se ha garantizado, en definitiva, la
rentabilidad de las cosechas de unos pocos.
Por contra, es difícil de
cuestionar el empobrecimiento que ha
supuesto para este paisaje tan amaestrado la merma en su seno de las voces
humanas, compañía indisociable de los sudores que acarreaban las faenas
agrícolas, y no es menos evidente, que las intervenciones arriba mencionadas se
han demostrado nefastas para dicho paisaje: se han eliminado infinidad de
ribazos con la finalidad de unificar las pequeñas fincas y explanar el espacio,
con la consiguiente pérdida en él de volumen y profundidad, además de una
sensible disminución de la diversidad vegetal y animal que encontraba entre los
ribazos y sembrados que delimitaban, el hábitat idóneo para desarrollar su
ciclo vital; igualmente, es constatable que ha sufrido el paisaje un efecto
similar al descrito con la eliminación de ribazos, al suprimir de la mayoría de
las acequias árboles y arbustos de sus orillas, escoltas vocacionales de las
conducciones naturalizadas que irrigaban las feraces tierras de aluvión depositadas
por el Oja. En las que restan, todavía hoy, con vegetación, a resguardo de
miradas indiscretas cohabitan una singular comunidad de aves y anfibios,
acompañados de algunos reptiles o mamíferos, querenciosos de estos regueros
emboscados en los encorsetados sotos.
Es el mismo Río Oja el que hace
posible la recarga del acuífero que subyace bajo este territorio, cuando nieves
y lluvias han sido las habituales, al menos en la Sierra de San Lorenzo, siempre
presente en este paisaje, se manifiesta en veneros generosos, de aguas
cristalinas, desenvueltas, en hontanares que dan lugar a espacios
semipantanosos como el de la Fuente del
Prado, desconocido en años como el presente, con una carencia histórica de
precipitaciones, que ha obligado aquí al riego del cereal o la colza. De igual
manera las antiguas balsas de riego, quedan pocas, salpicaduras que persistían
en la campiña a lo largo de las estaciones, están ahora secas debido al
descenso del nivel freático del acuífero.
Veneros y hontanares hace cinco años...
Pequeñas balsas de riego en 2017...
Veneros y hontanares hace cinco años...
Pequeñas balsas de riego en 2017...
En previsión de hechos como este
de la sequía, cada vez más frecuente, y con el fin de poder satisfacer la
demanda de agua, cada vez mayor, que precisa la actividad agrícola, se han
transformado las viejas balsas en fosos en rampa encementados, con pozos en el
fondo, donde se conectan las bombas de extracción o los tractores y de esta
forma acceder a aguas más profundas, con la consiguiente sobreexplotación del
acuífero, que conlleva una menor calidad de las aguas que se extraen, ya que los
afanes por hacer producir al máximo los
cultivos se fundamentan en un abuso en la utilización de abonos y pesticidas,
que se filtran al acuífero y se concentran en sus aguas. De nuevo esta
intervención en el paisaje, con pozos, bombas y tractores a toda marcha, ha
supuesto una herida visual para el que lo disfruta, un ruido de motores que silencia
el canto de los ruiseñores, las currucas, las lavanderas o el buitrón,
y los humos del gasoil quemado invaden las pituitarias sin dejar paso a las fragancias
de las madreselvas o los lirios de los regachos.
Puede parecer que el panorama que
describo es desolador, carente de interés, nada mas lejos de mi propósito, pues
os animo encarecidamente a recorrer estos caminos que desde la Ermita de las
Abejas, recoleto conjunto camuflado entre hercúleos castaños de indias, os
acerquen a Villalobar, sin track programado. Empaparos con estos cuadros de
perspectivas saturadas de color: verdes esmeraldas, y otros verdes, amarillos
limón y azules celestes en compañía de más azules. Os emplazo a que invitéis a vuestra
mirada a perderse en el horizonte guiados por el aguilucho cenizo, maestro donde los haya de las acrobacias y el
planeo, esta rapaz estilizada, elegante y escasa, es plausible como emblema de
este valioso paisaje,… otra joya que, sin duda, deberíais guardar en vuestro
cofre para paisajes.
Planeo del aguilucho cenizo...
Planeo del aguilucho cenizo...
Callejead por Villalobar, y sin
ser tan quisquillosos como yo, descubrid sus motivos de interés y gozadlos.
Llegad hasta la Iglesia Parroquial de la Asunción que tiene detalles, como su
torreón o la sencilla portada, que se remontan al románico del siglo XII, a su Torre Fuerte, de presencia decadente y sensación semiabandonada, conserva
un sinfín de posibilidades para recuperar y nos permite pensar en los siglos
XIII y XIV, o la Casa Solariega de los Bustamante de principios del XVII que, según
me cuentan, rehabilitada como hotelito con encanto, compaginaba su rica
decoración con acogedores espacios para la estancia,… y truncaría los muchos
sueños depositados en este alojamiento, concebido para soñar, dada su temprana
clausura. Reparad fuerzas y charlad con los paisanos en el Villalo Bar, centro
social, punto de encuentro y festejo, discusión y debate, de la pequeña
localidad riojalteña.
Y ya de vuelta a la ermita de las
Abejas, mirad el calendario y comprobad si la fecha coincide con el 6 de junio,
martes de Pentecostés, este año 2017, si es así, tras los actos de misa y
procesión con las imágenes de la Virgen
de las Abejas y San Isidro, se repartirán las tradicionales habas con pan y cebolla,
y será el domingo siguiente, 11 de junio, cuando acudan casi todos los vecinos
de Santo Domingo y alrededores a la romería, acercaros vosotros también y,
además de participar del buen ambiente,
degustareis el tradicional cocido que cuenta la copla y cantan los
romeros:
…. Venimos de las abejas,
venimos de la función,
hemos comido lentejas