Un fantástico tango paisajistico
Por estas fechas, un año atrás,
los mentideros de la Corte riojana eran un sin vivir… Con motivo de la
presentación de la candidatura del Paisaje
Cultural del vino y el viñedo de Rioja a Patrimonio de la Humanidad,
proliferaban las reuniones para intentar consensuar los estirados y rebuscados
intereses políticos de uno y otro lado del Ebro, que dieron como resultado declaraciones
artificiosas, pero altisonantes, se multiplicaban los foros de exposición y debate
que trataban de dar a conocer a los ciudadanos de a pie que el paisaje es un
patrimonio a salvaguardar, pues eran y son pocos los que así lo valoran, y
gastaban dinero en promoción y propaganda, sin escatimar recursos en este
apartado, con el fin de recabar apoyos para la citada candidatura.
Y por estas fechas, un año atrás,
“el viajero” escribía la columna, “Paisaje con minúsculas” para este periódico digital
Rioja2.com (Por cierto va a celebrar su segundo cumpleaños… Y contra todo
pronóstico… ¡¡¡Enhorabuena!!!), por los sugerentes términos de Alabacos, Las
Rozas o Valloque (“La campiña de Fuenmayor te sorprenderá”, publicado el 4/12/2014) y si
bien se mostraba reticente por la forma de hacer las cosas, también estaba
esperanzado, pues, por fin, empezaban a considerar estos paisajes como una
herencia patrimonial con futuro… La
Unesco, allá por el mes de mayo, rechazo inicialmente la candidatura, mas
no de forma definitiva pues ha dado un plazo de dos años para hacer
aclaraciones y mejorar la propuesta. La negativa se hecho invisible tras una
inquietante niebla informativa, por ello “el viajero” que desde hace años
reclama otra manera de intervenir en estos paisajes singulares, se fue a recorrer
un rincón de la Sonsierra, con evidentes intereses patrimoniales y
etnográficos, además de gran atractivo visual, en un intento de ver sobre el
terreno las objeciones argumentadas por Icomos,
organismo asesor de la Unesco para
la declaración de bienes Patrimonio de
la Humanidad.
Parte por la carretera LR-318 de
la población de San Vicente de la Sonsierra en dirección a Baños de Ebro,
circula por ella alrededor de cinco kilómetros, hasta llegar a un punto donde
ésta se acerca al Ebro hasta casi su orilla, y allí inicia su paseo por un
camino que se une a doscientos metros a otro llamado “Camino de la Salmuera” y
que coincide con el GR- 99 (Caminos naturales-Camino del Ebro).
Camina con el paso azorado, pues
no es concebible otra forma de hacerlo en este paisaje incitador, se siente un
espectador privilegiado cuando transita por el camino ceñido al meandro del río
que a su vez abraza el ajedrezado entorno del castillo de Davalillo. Extasiado
observa el sugestivo baile de tango que se marcan sin recato, el Ebro conduce y
la tierra seduce. El Ebro la rodea entre
sus brazos, la protege, la sostiene; la tierra, con ganas de gustar,
acicalada viste su talle de otoño, ocupa
resuelta el territorio que él delimita y, aunque altiva, se cobija en él… qué
es bailar tango sino “caminar con firulete”(1) y que hacen sino eso, el río
ufano y la atalaya medieval con su “pollera”(2) tendida a sus pies y coloreada
con viñedos amarillos rojos y carmesís. Al
mostrar su armónica conjunción quedas hechizado, la voluptuosa sensualidad
de sus formas te embriagan, esta pareja de baile adornan con sus pasos diestros
el fantástico tango paisajístico…
Piensa “el viajero” que quizás encontrasen en
estos frecuentes territorios en danza la singularidad que los técnicos de Icomos
piden a quienes presentaron la candidatura del Paisaje Cultural del vino y el
viñedo de Rioja.
Sin acabar de asimilar las
sensaciones que le ha deparado el meandro entorno al castillo, el Ebro describe
otro amplio recodo con un nuevo rosario de elementos atractivos que se
sucederán a lo largo del “Camino de la Salmuera”, siempre con el río
ornamentado con su bosque ribereño de acompañante y en la orilla contraria el
conjunto de Davalillo con San Vicente de la Sonsierra en la lejanía. Ha
encontrado un magnifico muestrario de chozos junto al camino, solo estos “guardaviñas”
(como se les conoce en la región), algunos del siglo XIX, son merecedores del
paseo, si además los sitúas en el orillo del viñedo, su porte semiesférico
ligeramente apuntado y buena factura en piedra, volvemos a toparnos con la
singularidad de este paisaje entre viñedos. Ejemplo de esta tipología de chozos
son el “Guardaviñas del Montecillo” y el “Guardaviñas de la Veguilla”,
vigilante el primero de cepas longevas y este último de extensos viñedos jóvenes
y que disponen de curiosos artilugios para extender una sábana de humo por el
viñedo en noches de helada.
Encuentra también chozos de
planta rectangular o cuadrada cuya techumbre a doble vertiente pudo ser de
madera y tierra, tienen ahora una
cobertura de cemento y, tristemente, sin molestarse nadie en poner encima al
menos unas “gavillas” para disimular el pésimo efecto con el alzado en piedra
de las paredes. De presencia más sencilla no es menor su interés etnográfico y
paisajístico. Considera “el viajero” que
esta despreocupación que se percibe cuando se recorren estos bellísimos
paisajes: nadie se preocupa de mantener ribazos, de integrar naves agrícolas,
infraestructuras eléctricas o de riego, de evitar vertidos incontrolados,… no han
ayudado para considerar el Paisaje del
vino y viñedo de Rioja como singular y único… Y así se lo hicieron saber a
los responsables de la candidatura.
Deja atrás los términos de la
“Salmuera”, “Los Llanos” o “La Veguilla”, asciende hacia el “Collado de las
Espinillas”,… y el paisaje, caprichoso, ha querido ocultarse tras una cortina
de niebla y dejar así que “el viajero” imagine lo que se oculta tras ella, mas
para no dejarle mal sabor de boca, antes de salir a la LR-138 le permite el
encuentro con el mayor de los chozos que atesora este territorio, el
“Guardaviñas de las Espinillas”…
En el corto trayecto por la carretera al inicio del recorrido y
sumido en la nostalgia de la niebla piensa de nuevo en los políticos de uno y
otro lado del Ebro… Y espera que sean capaces al presentar de nuevo la
candidatura, de unificar criterios, delimitar el alcance territorial de la
propuesta sin intereses ajenos a ella y actuar con responsabilidad y compromiso
en los singulares paisajes del vino.
Notas aclaratorias:
(1) “Caminar con firulete”: esta definición ilustra el espiritu del baile sin demasiada teoria ,pero como en cada compás siempre se mueve un pie, en el siguiente deberá desplazar el otro, se asmeja a caminar. El "firulete" se refiere a los pasos que la pareja realiza como muestra de destreza para adornar el baile y seducir, es el detalle que transforma el tango en un vistoso espectaculo.
Sigue este recorrido con la ayuda del mapa...
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