Crónica de un error de
logística
Le había contado con entusiasmo,
otro amigo de perderse en paisajes recónditos, de la existencia de algunos
barrancos todavía agrestes y asilvestrados, que mantenían escondidas en su seno
pequeñas esmeraldas boscosas, y así le habló de algunas alisedas, abedulares o
mostajeras. A ellas se accedía únicamente por las veredas ocasionales generadas
por el tránsito del ganado o las trochas intuidas de la fauna salvaje, trazadas
entre la densa vegetación que puebla el cauce pedregoso de los arroyos que
conforman la cabecera del Rio Yalde,
más en concreto el Barranco de la
Turriente, el Barranco del Castillo
y el Barranco de los Pinos o de los
Tejos.
Con estas ideas en la cabeza y
tras consultar durante la noche los mapas del IGN y el Google.maps, “el
viajero” se acerca de madrugada a la
población de Castroviejo y desde
allí parte en dirección sur por la Calle Mayor, que se tornara sureste al
terminar la misma, y prosigue por un camino amplio que desciende con rapidez
hasta encontrarse con el río. Lo vadea sin dificultad para continuar el remonte
del Yalde por la pista, ahora con cautela pues tres mastines sin control,
procedentes de una moderna, aunque descuidada, explotación ganadera, cruzan la
corriente para mostrarle, a una pedrada de distancia, sus credenciales dentales
y fonadoras. Esto encuentros con los canidos enervan “al caminante”, no puede
entender que campen a sus anchas sin nadie que los controle y sean dueños y
señores de los caminos públicos,… parece ser que todos los que transitan por
ellos deben ser conocedores de las bondades de los perros… En la siguiente
curva cerrada abandona el camino y se adentra, dejando atrás los ladridos, en
el barranco que el río ha labrado.
Han desaparecido los senderos y
le queda como única guía seguir el discurrir del agua a contracorriente. Desde
el comienzo resulta dificultoso caminar por su amplio cauce, tapizado de
grandes cantos rodados y en el que se han desarrollado tupidas masas arbóreas y
arbustivas. Avanza muy lento y debe emplearse a fondo, decidir después de cada
paso hacia dónde dirigir los siguientes, necesita mantener alerta sus sentidos,
hoy se aventuró solo por estos inhóspitos parajes, sin cobertura de móvil
(acaba de comprobarlo), y no puede permitirse ni un mal resbalón. Las alisedas
dominan el fondo del barranco, arboles querenciosos de las caricias del agua en
tránsito por sus raíces, pueden parecer desubicadas en este canchal de cantos
rodados donde cuesta en ocasiones sentir la presencia del río. Sauces, avellanos, mostajos,
espinos albares o algunos arces compiten por el espacio de este ecosistema
cerrado con los alisos y encuentran a su sombra la luz que demandan en su
aventura vital. Por otra parte en los tramos más abiertos y alejados del líquido
elemento, mejoranas, jaras o escaramujos conforman el mosaico vegetal y dan
lugar a un marcado contraste con las zonas de alisar…
Comienza a sentir calor, le
agobia la tremenda humedad reinante sin llegar a las nueve de la mañana, otro
barranco se une al principal por la derecha,… y “el caminante” sin poder
consultar el Google.maps en quien había confiado su orientación… En esas
condiciones se adentra por la nueva barranquera pues reconoce cercanos los
restos de una pequeña presa, probablemente con la única finalidad de contener
las riadas con prisas. Tras comprobar el estado de la arquitectura arruinada
valora el volumen de agua que aporta este arroyo al Yalde, y sin tener
operativo el móvil que permitiese la comprobación, considera que aquel no debe
de ser Barranco de los pinos que él
deseaba remontar y retorna al que considera de mayor entidad hídrica, cada vez
mas angosto, con paredes verticales y profusa vegetación.
Le cuesta avanzar bajo la
arboleda laberíntica, trabado por una maraña de zarzas y helechos, e inmerso en
un ambiente cálido, húmedo y asfixiante… Arrullado por el riachuelo oculto, se
topa con otro muro empedrado de unos tres metros de altura, quince de longitud
y que cierra el barranco de pared a pared. Este dique, más sólido y consistente
que el anterior, sudaba febril a través de su dermis de musgo y liquen, en
dicha piel varios lacrimales de irregular distribución y sufrimiento lloraban
con generosidad las aguas retardadas del arroyo. Se siente “el viajero”
apabullado por la desbordada abundancia vegetal y acuática embarrancada,
atraído por la melancolía que encierra ese rincón se sienta a escuchar la
intrigante balada de quiméricas aventuras que allí se escuchaba…
No encuentra manera de superar la
presa, este obstáculo que le obligará a retroceder y retardará su avance le
hace plantearse la posibilidad de desistir… Vuelve sobre sus pasos hasta hallar
en el talud de la derecha un tramo de menor pendiente y trepa por él con
dificultad, las tierras que envuelven cantos redondeados tienen tendencia al
resbalón, debe agarrarse a ramas de roble y a los brezos para poder acceder a
lo alto del barranco. Una vez allí avanza por el robledal hasta superar la
presa y desciende de nuevo al fondo de la cárcava… El panorama continuaba tan agreste como el que
traía bajo la presa: un espacio selvático que se encajonaba entre erguidos
farallones, donde remontar suponía aventurarse al encuentro de lo inesperado…
Pero hoy no será ese día. Sabe
“el caminante” que cuando de conocer la natura se trata, hay momentos para
desistir en el empeño, darse la vuelta y esperar otra ocasión para intentarlo,
y hoy era uno de ellos: solo, por un terreno abrupto, accidentado y desconocido
para él, un calor tórrido,… y sin cobertura. Abandona pues, sin tener claro que
barranco había tratado de remontar, la búsqueda del abedular asentado en una
seca (1), de una rara, por inusual, mostajera (2),… o de cualquiera de los
singulares bosquetes que todavía era posible descubrir en aquellos barrancos
del Moncalvillo, de los cuales le había hablado el “amigo de perderse en
paisajes recónditos”.
Hoy el mapa solo indica en verde continuo el trayecto que deseaba seguir "el viajero" y en verde intermitente los otros barrancos que conforman la cabecera del Río Yalde.
Notas
aclaratorias:
(1)
Seca: en esta comarca acumulación por derrubio de gran cantidad de piedras redondeadas que llegan a formar superficies destacadas sin vegetación.
(2)
Mostajera: bosquete de mostajos (Sorbus aria)
Interesante y aprovechado recorrido, en el que muestras ciertas obras antiguas de regulación, y la vegetación natural que crece en los barrancos de la cabecera del Río Yalde, cerca del pueblo de Castroviejo. Enhorabuena por las fotografías y por el artículo. Un saludo.
ResponderEliminarLa verdad que la belleza y la aventura están más cerca de lo que nos pensamos... Cuantas historias nos cuentan los paisajes cuando les dejamos hablar...
EliminarGracias Luz del Monte...
Enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarPara la próxima vez te recomiendo la aplicación Oruxmaps. Por otro lado se descargan los mapas del enlace que te pongo y se meten en la tarjeta SD y así no necesitas interente móvil. Simplemente con la señal GPS vale (aunque a veces esta también puede fallar).
http://cosasdeandroides.com/mapas/
Saludos
Gracias Ricardo por la información que intentare descargarme y aplicar.
EliminarMe alegro que te guste el blog.
Querido correcaminos. Aunque suene a topicazo, cada vez te superas mas.
ResponderEliminarnos encantan tus imágenes y tus textos tan poéticos, que nos trasladan sin darnos apenas cuenta a otros mundos de ensueño, a la vez que nos llena de incredulidad saber, que todo lo que nos muestras está a la vuelta de la esquina. Como dice "el poeta" defendamos la alegría, también con nuestros paisajes. Las chicas.