Un Pastor de Paisajes, con un territorio infinito por donde transitar y muchos paisajes que sumar al rebaño, ahora bien, no solo serán protagonistas de este blog los grandes espacios naturales o humanos .En él encontrarán también su hueco rincones del territorio olvidados en la memoria del tiempo, paisajes que todavía mantienen vivos retazos de la historia de los hombres y mujeres, animales y plantas que nos precedieron. Recorramos los senderos y veredas que nos permitirán conocerlos.
domingo, 28 de diciembre de 2014
domingo, 21 de diciembre de 2014
Adiós otoño… ¡Estamos en invierno ¡
A estas alturas del año el flujo
de ideas que emana de tu cabeza se torna lento e insustancial, al compás de los
días de diciembre. Además los motivos para el desánimo que se ciernen sobre tus
convicciones y añoranzas, se muestran tan meridianos en informativos y
publicaciones, que te amilanas ante los fríos días que se avecinan. Les ocurre
igual a los paisajes invernales, resulta ahora evidente, en la desnudez de la
estación, la pérdida constante e imparable de su historia, de ese patrimonio
menor, conformado por muros de piedra, apriscos, chozos, colmenares,… Menoscabo
que sufren los paisajes ante la indiferencia casi generalizada de unos
ciudadanos que bastante tienen, en muchos casos, con sobrevivir cada día en la
marea salvaje de unas políticas gélidas e impersonales que les sobrevienen sin
miramientos por todas partes, medidas de
unos gobernantes carentes de toda fuerza moral para llevarlas a término y sin
perspectivas sociales de ningún tipo, traicioneras resacas en las que
únicamente resisten a flote, y cada vez con más pujanza, bancos, financieras y
multinacionales… Así, con el invierno estacional y social establecido, te sumes
en un estado de letargo, incapacitante para generar propuestas viables,
novedosas y creativas, necesarias para evitar que pierdan su discurso nuestros
valiosos y variados paisajes…
Más si nada se para, el tiempo
menos, y tienes que aprovechar las particularidades del invierno para tomar buena
nota de necesidades y carencias urgentes, madurar intervenciones en tiempos
propicios y, sobre todo, sacudirse la apatía y adentrarse en algunas de las
recreaciones paisajísticas más extraordinarias que la natura es capaz de
regalarnos estos días... No espero lo mismo de nuestros gobernantes. Es un
privilegio sentirnos inmersos en las auténticas obras de arte que son estos
paisajes invernales… Que todos podemos disfrutar y sin que nos cobren todavía
por ello.
¡¡¡Disfrutad la invernada…!!!
jueves, 4 de diciembre de 2014
La campiña de Fuenmayor te sorprenderá
Los Paisajes del Vino requerirán compromisos
Es posible que si a estos
paisajes no te ligan motivos emocionales, laborales, enológicos o una partida
de nacimiento, con lo cual es probable que hayas desarrollado un buen número de
lazos afectivos que te unen igualmente a este territorio, no te aventures a
descubrir la sugestiva campiña existente entre Fuenmayor y Logroño. También es
de reseñar que de unos años esta parte son numerosos los ciudadanos, de una u
otra villa, que en su querencia por las prácticas deportivas, correr, andar en
bicicleta, caminar, o bien por recomendación médica, recorren esta liada red
de caminos que ha permitido a muchos
curiosos enredarse en ella y descubrir rincones de gran belleza visual y rico
caudal histórico.
Transita hoy “el caminante”, no
tiene claro si por mantener una actividad física apropiada o por prescripción
facultativa, el llamado popularmente Camino
Viejo de Fuenmayor, que mantenía hasta las últimas renovaciones de firme
algunos tramos enlosados en piedra con factura similar al de las calzadas
romanas, y como tal parecía tenerse en base a lo descrito en las “Vía I y Vía XXXII entre Virabesca y Caesaragusta” del Itinerarium del emperador Marco Aurelio Antonino Basano, conocido como Antonino Caracalla, y que estudios recientes parecen poner en
entredicho, no tanto el discurrir de la misma como los restos materiales
existentes, que parecen deberse a las obras llevadas a cabo por la Real Junta de Cosecheros, a finales del
siglo XVIII, para facilitar el transporte y comercialización de las grandes
cubas con el vino elaborado en la comarca.
Ha quedado atrás la ciudad y se siente inmerso en un paisaje humanizado dominado por viñas y cereal, salpicado de espacios llecos en las laderas pendientes y pedregosas, los cabezos de las lomas o terrenos antaño cultivados, y en ellos arraigan, entre romeros y coscojas, una rica diversidad de plantas leñosas y aromáticas. En La Rad, todavía término municipal de Logroño, la panorámica que se despliega ante él ha cambiado, las viñas son ahora protagonistas indiscutibles del espacio: un animado oleaje de tonos encendidos se mueve al ritmo de la mirada, sobrenadan en él, apiñadas y con el único fin de permanecer allí, numerosas parcelas dibujadas con trazo inseguro por caminos, sendas y ribazos.
Fatigados guardaviñas observan con hastío el paisaje, evitan desplomarse únicamente por fidelidad a las manos artistas que los construyeron… Ni uno solo de estos chozos o cabañas que todavía resisten a diestra y siniestra del Camino Viejo de Fuenmayor debería desaparecer.
Los pasos recorren ya tierras de Fuenmayor, mas la vista hace rato que surfea, sin viento, en la jovial y colorista marea de viñas de los términos de Alabacos o Los Valles y no puede evitar “el viajero” traer a su pensamiento la candidatura de Los Paisajes del Vino de Rioja a Patrimonio de la Humanidad, la cual no duda en apoyar, pues lleva años abogando por la salvaguarda de este patrimonio natural, cultural y etnográfico. Cuando casi nadie hablaba de ello, recuerda con agrado las conversaciones amigables en los programas de radio de Manolo Gonzalo, Carlos Santamaría y Lucia Ripa en la Cadena Ser Radio Rioja, en ellos ya defendía la conservación de las terrazas y ribazos de la parcelación tradicional, de las acequias y barrancos con sus arboledas, las pequeñas plantaciones de almendros y olivares para romper la monotonía del paisaje,… de evitar las grandes concentraciones parcelarias, respetar y potenciar las variedades de vid y la longevidad de los viñedos,… un patrimonio decíamos que es una inversión de futuro. Premisas todas ellas que deberán tenerse en cuenta cuando se hable de la candidatura de los Paisajes del Vino de Rioja. Pues bien, ahora ha decidido el Gobierno de La Rioja, empujado por los pasos dados antes por el Gobierno Vasco, tomar la iniciativa… “Nunca es tarde…” como dice el refrán, para tomarse en serio esta gran empresa en la que se ha embarcado la región… Navegar en un variado y rico mar de viñas que tenemos la responsabilidad de conservar y respetar en su integridad.
Entre cavilaciones y con la mirada embriagada por las formas sugestivas y coloristas que disfruta, ha llegado a un punto del camino en el que debe decidir entre descender a la Villa de Fuenmayor o recorrer la estirada y estrecha meseta de Los Llanos que la respalda. Se decanta por lo último y encamina sus pasos en dirección al Río Ebro por un terreno pedregoso donde pequeñas encinas y ribazos de piedras amontonadas, procedentes de las parcelas cultivadas, sirven de abrigo y delimitan estas viñas veteranas. Además, desde ellos, zorros, garduñas y comadrejas acecharán a mirlos, zorzales y a toda una comunidad de aves que invernan en este territorio y aprovechan la “racima”, como el tejón que también deja rastro en estos rincones. Las “colgajas” que pendulean en las cepas son golosinas de alto valor nutritivo que les permitirán rellenar sus despensas de grasa para afrontar con garantía los fríos meses venideros.
Aquí algunas viñas casi han perdido la hoja y otras están ya podadas, hacen sus propietarios caso del refrán que reza “si quieres ver tu viña moza, pódala con hoja”. Es un terreno agradable de pasear, que incita a asomarse con frecuencia a las laderas pendientes y asilvestradas que se descuelgan precipitadas: al este, con vistas al paisaje por el que ha venido “el viajero”, languidecen algunas plantaciones de almendros y pierden su compostura las paredes de antiguos corrales,… y como antes comentaba al referirme a chozos y cabañas, es una verdadera lástima que así suceda, pues estos elementos completan la historia de estas tierras; por el oeste, el interesante casco urbano de Fuenmayor y su descuidado entorno reclaman toda la atención. Se le antoja que esa debió ser la visión de las tropas Napoleónicas, cuando allá por el 1808 se toparon en la noche con el pueblo ardiendo con violencia por los cuatro costados y con el resuello entrecortado pasaron de largo sin descender a saquearlo, pues nada debía de quedar dado el coraje de las llamas… Menor que el que ponían los fuenmayorenses en avivar las hogueras que habían encendido con todo lo innecesario y con capacidad de arder, además de ramas verdes que hiciesen humo abundante hasta casi la invisibilidad… Esta romántica leyenda de “Los Marchos”, que celebran ahora la tarde noche del 7 de diciembre, es difícil de confirmar y encontramos datos que apuntan que ya era celebrada con anterioridad: en 1726 la primera edición del Diccionario de la R.A.E. ya recogía este término como “Fiesta con hogueras que celebran en La Rioja…“ o quizás debamos remontarnos a fiestas paganas prerromanas unidas a la proximidad del solsticio de invierno y acción de gracias por la recolección de las cosechas… Fuera como fueses, podéis acercaros esa noche, ya próxima, a la localidad de Fuenmayor y disfrutareis con el ambiente festivo de los “fuchos”, al calor de las numerosísimas hogueras, con las ricas patatas asadas y un trago de excelente vino de Rioja.
El camino continua en dirección norte por lo alto de la meseta hasta finalizar los terrenos plantados de cepas, hubiera querido bajar hasta el río por allí, y no le resultaría extraño encontrarse por las pendientes tapizadas de matorrales a Sergio, amante y buen conocedor de esa fauna, la que estudia la entomología, por casi todos olvidada, pero el caminante se encuentra en lo alto de un espolón geológico, en la proa de una gran nave varada, que mira al Ebro con nostalgia del Mediterráneo… Ante la enmarañada ladera y lo dificultoso que hubiera resultado el descenso, vuelve “el caminante” sobre sus pasos hasta un destacado cruce de caminos que le permitirá acercarse a Los Valles, el Valloque o Las Rozas. Recorrer con calma este territorio le permitirá apreciar su riqueza cromática, la sucesión alternante de las texturas y la dinámica distribución de los viñedos enmarcados en naturalizados espacios baldíos y se sentirá bien inmerso en este espacio humano y acogedor.
Estos paisajes pueden llevarnos en algunas ocasiones, así cuando remonta “el viajero” al Valloque, a estadios de ensimismamiento casi místicos: el Ebro, adornado de sus atributos fluviales, se convierte en el eje serpenteado y vertebrador que irradia hasta perder de vista paisajes, a uno y otro lado de sus orillas, sabiamente amaestrados por las manos diestras de los viticultores, doctorados en la universidad de la paciente experiencia generacional…
Se apea del balcón privilegiado junto a la caseta arruinada desde la que miraba el cautivador panorama, para acercarse a la ribera del río. Camina de nuevo por una campiña risueña, entre cepas longevas en fincas menores, al lado, otras de reciente plantación y parcelas demasiado grandes para su gusto, preparadas ya para la vendimia automatizada, recoletos chozos en los ribazos y destacadas casas de campo abandonadas entre las viñas. Llega a la orilla del Ebro, embalsado por la cercana represa del Cortijo, ha perdido en Remolinos su escolta arbórea y arbustiva hasta llegar a la agradable zona recreativa habilitada junto a la Boca del Ebro, allí donde el timorato Río Antiguo le aporta su mermado caudal.
Un estrecho camino recuperado en la margen izquierda, a contracorriente del mencionado arroyo, le acercará a Fuenmayor, no sin dejar antes impresas en su retina y en su cabeza dos estampas: un molino harinero se mantiene erguido rodeado de cepas y algunas huertas, frente a otros dos cansados ya de aguantar el tipo, y otra casa de campo tradicional en aparente desuso rodeada de viñedos. Ambas imágenes obligan al viajero a replantearse hasta la duda el ángulo de disparo fotográfico para evitar en la imagen gran número de elementos distorsionantes en un paisaje que podía resultar una deliciosa sonata de equilibrio visual y que le invitan a reafirmarse en sus palabras sobre los compromisos que requerirán los Paisajes del Vino para conservar completa la historia del territorio.
Sigue en el mapa el recorrido que hizo "el viajero":
Déjate sorprender por la campiña de Fuenmayor:
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