Los
paisajes y elementos que los componen tienen ya ganas de cambio, tan solo son
necesarios ligeros estímulos para motivarse y romper la uniformidad del manto níveo.
Renuevan sus esperanzas con la mayor luminosidad de los días de marzo, se revigoriza
la sabia y comienza el brote de nuevas yemas en las ramas de árboles y
arbustos,… o se inician las floraciones más atrevidas… Ha llegado la primavera.
El
paisaje social, por el contra, permanece sumido en una gran tristeza anímica,
que ronda la depresión en las comunidades ciudadanas, fruto de la falta de
liderazgo político y la hartura que produce el sometimiento de quienes debieran
ejercerlo a las interesadas, desalmadas y abusivas directrices económicas de
las grandes entidades financieras, poderos fondos de inversión o
multinacionales de todo genero.
La
falta de expectativas laborales en todo el arco generacional, que se ceba con
mayor crudeza en los jóvenes, el acogotamiento económico que asfixia a los más
desprotegidos, la reducción premeditada y progresiva de la clase media a favor
de una clase dirigente encastillada en sus feudos de poder y empeñada en el
desprestigio de las instituciones democráticas y sociales, y de los servicios
públicos garantes del estado de bienestar,… están propiciando el aumento de
ciudadanos indignados y cada vez más concienciados de la necesidad de
movilizarse…Único destello primaveral en el todavía invernal paisaje social.
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