Un mes entero sin poder hacer nuevas entradas en el blog. Sin saber ni como, ni por qué, de la noche a la mañana me encontré que me había desaparecido toda la información, trabajos y fotografías guardadas durante años. El ordenador no me funcionaba y el disco duro externo donde creía poner a salvo todos los datos, me decía que "...verdes las han segao" que no tenía acceso al mismo.
Todo lo que consideras como firme, seguro, se llena de agujeros y ventanas, y se te escapa una parte de tu pasado sin comerlo ni beberlo, y no puedes entender que te pregunten: ¿Pero no tenias copias de seguridad...? Pues por eso tenía el disco duro externo... Solo para almacenar. Ahora he comprendido que también es necesario otro disco duro de seguridad para guardar lo guardado en el disco duro de almacenaje,... es lo lógico. ¿Verdad...?
Ves que todo hace aguas fácilmente, que todo el inmenso caudal de información y de capacidad de trabajo que ahora tenemos es como esa barquichuela en las crecidas del Ebro. Es necesario estar siempre atentos a los posibles desperfectos que la riada informática nos ocasiona.
Cómo me acuerdo ahora de los soportes fotográficos de papel o diapositivas, que con el tiempo también perdían calidad... Pero algo te quedaba. Y el soporte digital se presentaba como la solución.
Y te quedas "pasmao, congelao...", y no sabes como acertar. Reconociendo las maravillas que te posibilita este mundo y reconociendo mis limitaciones, me parece que no tienen mucho sentido las discusiones sobre la desaparición en tiempo breve del soporte papel: libros, periódicos, documentos,... es necesario que ambos convivan. He recuperado algunos documentos, gracias a que parte de ellos los había facilitado a algunos amigos por escrito.
Perdonad mi silencio durante este mes pues no tuve en cuenta la existencia en el ciberespacio de estos duendes malignos, que me superan. Prefiero a los duendes del Barranco de Santolacia.
Perdonad mi silencio durante este mes pues no tuve en cuenta la existencia en el ciberespacio de estos duendes malignos, que me superan. Prefiero a los duendes del Barranco de Santolacia.
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