lunes, 11 de diciembre de 2017

Napoles, pasión y contrastes (2ª Parte)





Nápoles es pasión arquitectónica y contraste estético, basta fijarse en las iglesias, Chiesa del Gesú, Chiesa di San Francesco di Paola,… o el Duomo, entre varios centenares, o bajo la superficie construida, Catacombes de San Genaro o el  Napoli Sotterranea bajo la Chiesa di San Lorenzo. Hay claustros para todos los gustos, pura fantasía y color en los azulejos de la reconstrucción de la Chiesa di Santa Chiara, o aquellos que desde las alturas de la Certosa di San Martino vigilan al Vesubio con recelo, a la par que observan con sobriedad y grandeza de miras la ciudad…












No en vano porfiaba Michele, el joven napolitano, con gestos amplios, para nada grandilocuentes, y el movimiento de manos tan explícito como sus entusiastas palabras…
“En Nápoles, es posible visitar 457 iglesias consagradas, más que en cualquier otra ciudad italiana…”
En este dato debemos disentir,… solo contamos 454. Bonito número.







A media mañana, llaman la atención las filas en las pizzerías de renombre (las encuentras en todas las guías), pues si bien es cierto que no se come una buena pizza napolitana en cualquier sitio, no resulta costoso dar con la trattoria o pizzeria (recomendables las que tienen el distintivo de elaboración tradicional) donde te servirán esa pizza  de base finísima, maleable, de bordes engrosados y crujientes, pocos ingredientes y el centro casi tierno… Caliente, todavia, la declaración de la pizza como  un Patrimonio inmaterial de la Humanidad por la Unesco.  No te cortes, aprovecha, difícilmente comerás pizzas tan en su punto, con sabores tan rotundos y definidos como en Nápoles…Y menos a ese precio.  





Nápoles ama el comercio con pasión y sus diferentes mercados contrastan por su cercanía. En Via Toledo, en las inmediaciones de la Piazza Caritá, el bullicioso Mercado de Pignasecca ocupa la calle que le da nombre y aledañas: sacan las tiendas los expositores a la calle y los comerciantes ajenos al barrio instalan coloristas tenderetes con género de lo más variopinto, en ellos adquieren los napolitanos de a pie las viandas y enseres que precisan. Apenas trescientos metros al sur, próximo a la Piazza del Plebiscito, en la permanentemente en restauración Galleria Umberto I, diseñada por el ingeniero Enmanuele Rocco y construida entre 1887 y1890, que emula la glamurosa Galleria Vittorio Emanuele II de Milán, acoge en este lujoso marco para envidiar cadenas comerciales de implantación internacional junto a comercios de renombre napolitanos, además de algunos restaurantes y cafeterías para turistas de dudoso gusto, y todo ello bajo una increíble cúpula de cristal y acero…





Llegado a este punto, Michele saltaría como un resorte…
“…Sí, Milán tiene maqueada su Galleria, pero Nápoles tiene dos, la Galleria Vittorio Emanuele II  y la Galleria Principe di Napoli, y sí, las dos pendientes de dignificar como se merecen.”
Al terminar la frase asomaba ya en su rostro diáfano una nota de rabia y escepticismo…






Si el reloj no marca todavía las 17,30h.,  una hora antes del cierre, haz fila, ahora sí, y visita la Capella San Severo (recomendada encarecidamente tanto por Michele como por el comerciante napolitano del estiloso y elegante establecimiento Tramontano de Via Chiaia), mandada construir por una madre en duelo, asesinado su hijo y la amante por el marido despechado. Entraras en el mausoleo de la familia Príncipes de Sangro, un espacio que se abarca casi  de un vistazo, mas ocupado por un conjunto de grupos escultóricos y figuras solitarias que requieren cada una su mirada, y en el centro de la capilla el “Cristo Velato” de Giuseppe Sanmartino (1753), impresiona la muerte bajo el velo y cuya trasparencia etérea le confiera al sufrimiento dignidad extrema… Cuál fue el secreto que el mecenas, científico, masón, alquimista y príncipe, Raimondo Sangro (enterrado en la capilla), confió al artista, según cuenta la leyenda, y le permitió convertir el tul trasparente que cubría la escultura en mármol blanco. Las imagenes, para imaginar...   




Siéntate en la inmediata Piazza San Domenico Maggiore y relájate, con un tonificante spritz,  de tantas sensaciones…



Cuando la tarde comienza a confundirse con la noche acércate a la Piazza Dante, arriba de Via Toledo, paséala, conoce a los napolitanos que hacen vida en ella, ojea libros y las más insospechadas curiosidades en papel en las numerosas librerías del entorno de la Port´Alba… Callejea hasta la cercana Piazza Bellini y empápate del ambiente callejero, festivo, reivindicativo frecuentemente, entre bohemio y progresista, vanguardista o canalla, entra en cafetines minimalistas unos y con rancio olor a polvo otros, a las pequeñas tiendas y talleres de artesanos de ropa, joyas, encuadernación o juguetes… Otra opción puede ser llegarse al barrio comercia de Chiaia y con calma adentrarse en distinguidos templos  del consumo, marcas comerciales de “morro fino”, o en esas otras basílicas, más asequibles, franquicias y grandes cadenas del prêt-à-porter, veras en Nápoles las mismas que en Roma, Paris, Londres o Madrid… 





Agotado de callejear, de observar a las gente tan diversa  que acoge esta ciudad cada vez más cosmopolita o quedar fascinado con sus múltiples tesoros…

… Puedes optar por una cena a pie de calle, cerveza en mano y cucurucho de fritos adquiridos en alguna de las diminutas freidurías, pronto  seleccionarás donde degustar los más crujientes y menos aceitosos: croché di patate, arancini di riso y todo tipo de verduras rebozadas en tempura, sentados en el bordillo de la acera o en taburete alto alrededor de una pequeña mesa redonda… O decidirte a buscar una a cogedora osteria, las hay interesantes en todo el grandísimo Casco Antiguo napolitano y elige entre los platos del día aquellos que te resulten novedosos: espaghetti con ricota y menta, pasta e ceci con pomodori e basilico, pólipo con pomodori e origano...



Si resta pujanza, cerca encontraras alguno de los bares de copas que animan las noches de Nápoles donde apurarás la “última” antes de recogerte a reparar fuerzas, pues esperan al alba nuevas sorpresas en esta ciudad que, según cuenta la leyenda, fundaron los griegos en honor a Parténope que, por no corresponder Ulises al amor de la sirena, se dejó morir en el fondo del Mediterráneo, este Mar apenado depositaria su cuerpo en las playas de la hermosa bahía de Nápoles, allí para rendirle culto se levantaría un primer asentamiento que llevaría su nombre … Sucesivos pueblos con sus culturas, reyes y dioses dejaron su impronta y, visto lo visto, nadie escatimó recursos e imaginación…



Este rico legado que la ciudad, y sus circunstancias, ha conservado, hacía argumentar con añoranza al apasionado Michele…
“Nápoles no tiene parangón… Qué ciudad italiana puede mostrar en su patrimonio con tres Palacios Reales: Reale di Capodimonte, Reale di Caserta y Reale di Napoli... Y cinco castillos: Castel Nuovo, Castel dell´Ovo,  Palazzo dom´Anna, en ruinas y oscuras leyendas, Castel Capuano, actual Palacio de Justicia, y el Castel de Sant´Elmo… Dónde encontraréis mayor esplendor…”

 

Amaneció lluvioso, tormentoso, y como los demás días pasados en Nápoles, una temperatura excelente. La lluvia había retraído a comerciantes y clientes en el Mercado de Pignaseca, hecho que nos permitió llegar con rapidez a la terminal del funicular que desde Montesanto sube al barrio de Vomero. Una vez allí, nos acercamos, bajo el Castel Sant´Elmo y junto a la Certosa di San Martino, al mejor mirador de la ciudad, frente al siempre presente Vesubio que le imprime carácter y sobre el Nápoles monumental, roto en dos por Spaccanapoli, probablemente la calle que más hemos transitado durante nuestra estancia. Allí se agolpan ahora en la memoria las imágenes y las estimulantes sensaciones vividas en la ciudad y proximidades: las Islas de Ischia y Procida, dos esmeraldas volcánicas talladas por pescadores, reyes y artistas; los acantilados de la agreste costa Analfitana, terrazas esculpidas donde se asientan viviendas, iglesias o limoneros; o el alucinante viaje en el tiempo al visitar las ciudades de Pompeya y Herculano (serán estos paisajes merecedores de nuevas entradas en el blog). Nápoles fascina, y unido a su comarca enamora… Pasamos el resto del último día por el elegante y luminoso barrio residencial y comercial de Vomero.



Era temprano y las agiles manadas de scooters, el vehículo motorizado emblema de las calles de Nápoles, los quince caballos que mueven el motor de las Piaggio Beberly, y semejantes, forman parte de su cotidiana banda sonora, no destacaban aún por las aceras las animosas voces de los napolitanos y comenzaba entonces el montaje de “… los puestos de venta portátiles de las calles Via Firence, Bologna, Torino o Milano” a donde íbamos antes de partir de la ciudad, desmontados ya los prejuicios  de quienes “…nos la describían cuando preparábamos el viaje a Nápoles”, pues era nuestra intención adquirir en la Sfogliatelle Attanasio, pasticceria histórica de Nápoles, una bandeja con unas de las mejores sfogliatellas que se elaboran en ella. Pretendíamos disfrutarlas esa misma noche en Madrid con dos amigos. 



Instalados ya en el vagón de la Frecciarossa camino de Roma donde cogeríamos el avión, y sin dejar de manifestar entusiasmo en las conservaciones y en los pensamientos por los días vividos en la bella región de la Campania y su capital,…



 …me vinieron a la cabeza la imagen y la voz de Michele, el joven napolitano, en los asientos del Circunvesubiano
“Entre los Saboya, Garibaldi y... (levantó la vista, miro con rapidez hacia adelante y a la izquierda y bajo la voz…) la “Camorra”, no han permitido que Nápoles muestre su grandeza y  honor.






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