martes, 6 de junio de 2017

La Ermita de las Abejas









Nada queda del despoblado de Sonsoto desaparecido allá por el siglo XIV, permaneció no obstante el lazareto, hospital para leprosos, fundado en el siglo X, probablemente al amparo del Hospital del Santo, mas este sucumbió también, asolado por un incendio, en el año 1663, que se reconstruyó, ya como Ermita de las Abejas, al año siguiente. El edificio actual es el resultado de otra reconstrucción, la que se llevó a cabo tras un nuevo incendio, el 3 de agosto de 1773, será casualidad, justo  cien años después del anterior, que destruiría las techumbres, imágenes y puertas… Parece Lógico que festejen la Romería de  la Virgen de las Abejas el martes de Pentecostés (se celebra en la Iglesia la venida del Espíritu Santo, en forma de lenguas de fuego, a la Virgen y los Apóstoles…). Ya hace unos años que conocí, y no recuerdo cómo, este accesible tesoro del paisaje riojano y su cultura popular, que hoy te animo a recorrer. Si además fueses amante de la apicultura, encontrarás  razones añadidas para disfrutarlo…


    Hoy 6 de junio, martes de pentecoste, primer día de la Romería de las Abejas


Fue grande la sorpresa al comprobar que las “piqueras” de las colmenas que adornan, como engarces de una diadema, la cabecera de la Ermita de las Abejas, remozada y pintada recientemente, carecían de actividad, la “tría” continuada, trepidante incluso, propia de este periodo de copiosas floraciones, era nula. Nada que ver con la acumulación vibrante de abejas sin aparente orden, descartado en esta organizada sociedad apícola, que había en las “piqueras” cinco años atrás, última visita a este humanizado paisaje cerealista en las tierras entre Santo Domingo de la Calzada y Villalobar… Está confirmada la existencia de buen numero colmenas, allá cuando en las riberas del Oja se prodigaban los huertos y frutales, el soto del río lo formaban, además de las grandes arboledas, una ingente cantidad de arbustos, zarzamoras o plantas rastreras, y las sinuosas planicies de cereal estaban parceladas por infinidad de ribazos y salpicadas por algunos cabezos, que se presentaban, ambos, festoneados con espinos albares, escaramujos, madreselvas, más otros arbustos querenciosos de estos espacios entre los sembrados. Un paisaje fértil y frondoso, en el cual el “pecoreo” incansable de las abejas ofrecería una copiosa recolección de miel en primavera, además de garantizar la óptima polinización de la floresta.



    Hace cinco años...




Mantiene todavía el paisaje un poderoso atractivo visual, resulta sugerente al pensamiento y es rico en sensaciones cuando lo recorres, a pesar de la sensible pérdida de discurso que el mismo ha sufrido,… y de colmenas (probablemente no quedará hoy ningún colmenar,… ni el de la ermita). Quiero creer que la siempre controvertida concentración parcelaria se considerará un éxito desde el punto de vista de la productividad agrícola: con ese fin se agruparon las pequeñas fincas para dar lugar a las grandes parcelas actuales; se ejecutó el  trazado cartesiano de amplios caminos o de acequias que acercan el agua hasta el último rincón del territorio; si además, resulta evidente que todas estas modificaciones han propiciado el acceso a los campos de cultivo de todo tipo de maquinarias para labrar, abonar y regar las tierras, o recolectar sus frutos. Se ha garantizado, en definitiva, la rentabilidad de las cosechas de unos pocos.






Por contra, es difícil de cuestionar el  empobrecimiento que ha supuesto para este paisaje tan amaestrado la merma en su seno de las voces humanas, compañía indisociable de los sudores que acarreaban las faenas agrícolas, y no es menos evidente, que las intervenciones arriba mencionadas se han demostrado nefastas para dicho paisaje: se han eliminado infinidad de ribazos con la finalidad de unificar las pequeñas fincas y explanar el espacio, con la consiguiente pérdida en él de volumen y profundidad, además de una sensible disminución de la diversidad vegetal y animal que encontraba entre los ribazos y sembrados que delimitaban, el hábitat idóneo para desarrollar su ciclo vital; igualmente, es constatable que ha sufrido el paisaje un efecto similar al descrito con la eliminación de ribazos, al suprimir de la mayoría de las acequias árboles y arbustos de sus orillas, escoltas vocacionales de las conducciones naturalizadas que irrigaban las feraces tierras de aluvión depositadas por el Oja. En las que restan, todavía hoy, con vegetación, a resguardo de miradas indiscretas cohabitan una singular comunidad de aves y anfibios, acompañados de algunos reptiles o mamíferos, querenciosos de estos regueros emboscados en los encorsetados sotos.







Es el mismo Río Oja el que hace posible la recarga del acuífero que subyace bajo este territorio, cuando nieves y lluvias han sido las habituales, al menos en la Sierra de San Lorenzo, siempre presente en este paisaje, se manifiesta en veneros generosos, de aguas cristalinas, desenvueltas, en hontanares que dan lugar a espacios semipantanosos como el de la Fuente del Prado, desconocido en años como el presente, con una carencia histórica de precipitaciones, que ha obligado aquí al riego del cereal o la colza. De igual manera las antiguas balsas de riego, quedan pocas, salpicaduras que persistían en la campiña a lo largo de las estaciones, están ahora secas debido al descenso del nivel freático del acuífero.



    Veneros y hontanares hace cinco años...


    Pequeñas balsas de riego en 2017...


En previsión de hechos como este de la sequía, cada vez más frecuente, y con el fin de poder satisfacer la demanda de agua, cada vez mayor, que precisa la actividad agrícola, se han transformado las viejas balsas en fosos en rampa encementados, con pozos en el fondo, donde se conectan las bombas de extracción o los tractores y de esta forma acceder a aguas más profundas, con la consiguiente sobreexplotación del acuífero, que conlleva una menor calidad de las aguas que se extraen, ya que los afanes por hacer producir al máximo  los cultivos se fundamentan en un abuso en la utilización de abonos y pesticidas, que se filtran al acuífero y se concentran en sus aguas. De nuevo esta intervención en el paisaje, con pozos, bombas y tractores a toda marcha, ha supuesto una herida visual para el que lo disfruta, un ruido de motores que silencia el canto de los ruiseñores, las currucas, las lavanderas o el buitrón, y los humos del gasoil quemado invaden las pituitarias sin dejar paso a las fragancias de las madreselvas o los lirios de los regachos.



Puede parecer que el panorama que describo es desolador, carente de interés, nada mas lejos de mi propósito, pues os animo encarecidamente a recorrer estos caminos que desde la Ermita de las Abejas, recoleto conjunto camuflado entre hercúleos castaños de indias, os acerquen a Villalobar, sin track programado. Empaparos con estos cuadros de perspectivas saturadas de color: verdes esmeraldas, y otros verdes, amarillos limón y azules celestes en compañía de más azules. Os emplazo a que invitéis a vuestra mirada a perderse en el horizonte guiados por el aguilucho cenizo, maestro donde los haya de las acrobacias y el planeo, esta rapaz estilizada, elegante y escasa, es plausible como emblema de este valioso paisaje,… otra joya que, sin duda, deberíais guardar en vuestro cofre  para paisajes.







    Planeo del aguilucho cenizo...


Callejead por Villalobar, y sin ser tan quisquillosos como yo, descubrid sus motivos de interés y gozadlos. Llegad hasta la Iglesia Parroquial de la Asunción que tiene detalles, como su torreón o la sencilla portada, que se remontan al románico del siglo XII, a su Torre Fuerte, de presencia decadente y sensación semiabandonada, conserva un sinfín de posibilidades para recuperar y nos permite pensar en los siglos XIII y XIV, o  la Casa Solariega de los Bustamante de principios del XVII que, según me cuentan, rehabilitada como hotelito con encanto, compaginaba su rica decoración con acogedores espacios para la estancia,… y truncaría los muchos sueños depositados en este alojamiento, concebido para soñar, dada su temprana clausura. Reparad fuerzas y charlad con los paisanos en el Villalo Bar, centro social, punto de encuentro y festejo, discusión y debate, de la pequeña localidad riojalteña.






Y ya de vuelta a la ermita de las Abejas, mirad el calendario y comprobad si la fecha coincide con el 6 de junio, martes de Pentecostés, este año 2017, si es así, tras los actos de misa y procesión con las imágenes de la Virgen de las Abejas y San Isidro,  se repartirán las tradicionales habas con pan y cebolla, y será el domingo siguiente, 11 de junio, cuando acudan casi todos los vecinos de Santo Domingo y alrededores a la romería, acercaros vosotros también y, además de participar del buen ambiente,  degustareis el tradicional cocido que cuenta la copla y cantan los romeros:

…. Venimos de las abejas,
venimos de la función,
hemos comido lentejas
con orejas de lechón.