domingo, 28 de diciembre de 2014

Tras la huella de constructores megalíticos y eremitas




En la Sonsierra la historia sale a tu encuentro, tomes la carretera o camino que decidas, vas a dar con intervenciones humanas en el paisaje que te permitirán trasladarte, con cierta imaginación y un punto de interés informativo, a muy diferentes periodos de la historia de este territorio de frontera y confrontación. Son tan variadas, abundantes y atractivas las manifestaciones arquitectónicas y etnográficas diseminadas entre las tierras que descienden desde la Sierra de Cantabria y el Toloño hasta el Río Ebro,  unidas a fabulas y leyendas, que “el viajero” presenta este rincón entre Peciña y Ribas de Tereso como idóneo para conocer estos días de Navidad con “la chavalería”, que goza de  vacaciones, pues pocos lugares pueden alimentar mejor su necesidad de fantasías y aventura: se mostrarán afanados en la supervivencia con los cazadores, pastores y recolectores del Neolítico, entrarán en las cuevas con los anacoretas de la época Hispano Visigoda o colocarán sillares labrados de arenisca para levantar el templo de Santa María de la Piscina,… que pudo tomar como modelo la Piscina Probática  del Templo de Salomón, conocida por el Infante Don Ramiro, yerno del Cid Campeador, en la toma de la ciudad de Jerusalén durante la Primera Cruzada, donde encontró un fragmento de la Veracruz, y quién dejó notificado en testamento su deseo de construirla, obra que acometió su heredero  el Rey García Ramírez, allá por el año 1136…



Partirá hoy “el caminante” de Santa María de la Piscina y dirigirá sus pasos hacia el cercano y señalizado Dolmen de la Cascaja, enterramiento de los denominados de corredor, donde la excavación saco a la luz los restos de al menos  31 hombres, además de materiales cerámicos, una punta de flecha de bronce y otros útiles, que remonta la presencia humana en este lugar a unos 3000 años antes de Cristo… Un nuevo poste de señalización le dirige hacia el Conjunto de los Lagares de Zabala, donde puede intuir como se elaboraban los vinos claretes y blancos en la que puede considerarse una de las primeras bodegas de La Rioja, excavada entre los siglos del X al XII posiblemente… Imagina ya a “la chavalería” que corretea por las calles de Peciña, sube la escalinata de la Iglesia de San Martín y sale de la población por el antiguo camino de Ribas de Tereso.
Comienza entonces el recorrido por el paisaje con minúsculas, un balcón con vistas a los camaleónicos Sistema Ibérico y Valle del Ebro, con la encastillada Sierra de Cantabria a la espalda y la mole del Toloño, en cuyas cumbres abades, bandoleros y generales dejaron huella, como fondo de escenario por el oeste. En el primer cruce destacado de caminos, antes de tomar el que desciende, sube “el caminante” a la loma de la derecha para disfrutar de una magnífica panorámica y localizar desde allí los términos de “Peña Lacha”, “San Bartolomé” o “Gobate” donde “la chavalería” podrá aventurarse en los entresijos de la historia que estos paisajes todavía esconden…



Cuando llega por el borde del sembrado a la caída del montículo donde se localiza el peñasco, de unos tres metros de altura por más de tres también de anchura y medio  de grosor, que se yergue con intención de destacar mas sin protagonismo en la actualidad pues las dos encinas que lo acompañan casi lo ocultan hasta encontrarse próximo a él, entiende porqué llaman “Peña lacha” los lugareños a esta arenisca enhiesta, dada su probable forma antes de sufrir la erosión de los elementos meteorológicos, un tercio de ella enterrada y anclada en equilibrio con rocas menores por los pobladores de este territorio,… alguno de los cuales pudo perder la vida en la extracción, el transporte o para erigir este probable menhir y descansar sus restos en el cercano Dolmen de la Cascaja,… No es difícil de imaginar.



Vuelve “el viajero” al camino antiguo y su pensamiento lo ocupa “la chavalería” y las ideas que sus creativas imaginaciones habrán recreado de estos constructores megalíticos, para  cortar, mover y levantar estas grandes piedras… De nuevo aparece un poste de madera con flechas de señalización, una indica hacia la derecha Ermita de San Bartolomé, la otra, Eremitorios de Gobate a la izquierda, hacia allí se dirige por la orilla de una cebada naciente, dado que brilla por su ausencia una pequeña senda que parecería lógica tras el poste de información, hasta alcanzar un promontorio que se estira hacia el sur entre dos vaguadas. Camina entre encinas y enebros en busca de una cueva, “goba” en euskera, que sitúan sus informaciones al suroeste del mismo… Y se deleita imaginando a la “chavalería” intrigada en su búsqueda,… encontrando el muro de piedras semiderruido como primera pista y percatarse después del abrigo en la peña  en medio de aquel espacio asilvestrado… No es difícil de imaginar a los eremitas de los siglos IX y X ocultos a los ojos de las razias sarracenas, entregados a la oración y a sobrevivir… en aquellos tiempos vandálicos. Cuando entra a la cueva se fija en varias tumbas socavadas en el suelo y paredes de la misma que ayudan a situar cronológicamente este espacio en la historia. En sus proximidades varios lagares labrados en la roca, uno de ellos encima de la propia cueva, dan una idea de la funcionalidad tan diversa que desempeñaban estos habitáculos. Busca a continuación una segunda oquedad en la caída sureste del promontorio, una angosta entrada que permite el acceso a su interior, un espacio de tres metros de diámetro por metro y medio de altura, y observa, como en la anterior, varias tumbas excavadas e incluso una cruz grabada en la pared… No me digáis que “la chavalería” no estará alucinando,… piensa “el viajero”.





Torna de nuevo al poste de madera con la flecha de señalización y se encamina hacia la Ermita de San Bartolomé, antigua parroquia de la aldea de Orzales, y como ya le parece habitual que los caminos desaparezcan no le extraña que ocurra aquí también, mas la monumentalidad de las ruinas de la cabecera gótica, de finales del siglo XV principios del XVI,  indican con claridad la dirección a seguir. Se acerca hasta ella con el presentimiento de que no le gustará lo que va a encontrar… y así es, si bien han vallado  el entorno y lo han intervenido despejándolo de matorrales, la arquitectura amenaza ruina y se recomienda no acceder al interior de esta construcción, lo que queda de una población destruida primero por el General Verdier durante las Guerras Napoleónicas, en 1808, y posteriormente, lo poco que aguantase, por el militar liberal Martín Zurbano en las Guerras Carlistas, en 1836… Se sienta “el viajero”, junto a estos muros orgullosos de la ermita que se resisten a no existir, a doblegarse al olvido,  y mira ensimismado los escarceos de las nieblas por el Toloño… y decide volver sobre sus pasos sin bajar a Ribas de Tereso, pues un escalofrío recorre su cuerpo cuando piensa lo que habrá sentido “la chavalería” al conocer tantas historias como cuentan estos paisajes… No es difícil de imaginar… Y no conviene saturarlos.


"Los Paisajes del Vino de Rioja" no pueden olvidar estas historias.




Seguid con "la chavalería" el mapa de la ruta.





¡¡¡ Feliz Navidad...!!!