sábado, 29 de marzo de 2014

Un mirador sobre el Ebro salvaje





Cuando el año 2008, a propósito de la Expo del Agua de Zaragoza, se habilitó e hizo transitable el Camino Natural del Ebro GR 99, se puso en marcha un proyecto, a partes iguales, ambicioso e ilusorio, pues daba la oportunidad a los senderistas de recorrer cerca de mil kilómetros por caminos públicos a lo largo del Río Ebro. Supongo que ponerla en marcha presentó importantes dificultades  referentes a la mala utilización de caminos y riberas, que se acabaron solventando, pues la iniciativa bien gestionada y promocionada merecía la pena, el Camino de Santiago era el modelo a seguir, suponía un tránsito permanente de gente entre Fontibre  y Amposta  a lo largo de todo el año, ya que los  atractivos del río son evidentes  en cualquiera de las estaciones. Y dado que tanto caminantes como los amantes de la bicicleta iban a encontrar en este gran recorrido por  etapas alicientes de sobra para adentrarse en él, se suponía que ello debería haber favorecido la creación de un conjunto  de infraestructuras turísticas que propiciasen movimiento económico y generación de puestos de trabajo ligados a un desarrollo productivo y sostenible de este gran recurso natural.

 

La apertura de estos caminos permitió descubrir rincones del Ebro que solo algunos privilegiados o amantes del río conocían y uno de ellos quiero que lo visitéis hoy con “el viajero”. A unos once kilómetros del centro de Logroño, en la carretera que lleva a Mendavia, la NA-134, km 94, y a las espaldas del Polígono industrial La Peña, descubrió, hace ya algunos años y gracias a la información y compañía de otro apasionado de la naturaleza, este increíble mirador sobre el río y desde entonces no falta a la cita ninguna primavera.Esta actuación en el amplio territorio del Valle del Ebro, inscrita en varias Comunidades Autónomas aunque gestionada por un organismo nacional,  la Confederación Hidrográfica del Ebro (C.H.E.), como apuntaba arriba, era tan pretenciosa como ilusoria, y seis años después encontramos que aquellas inversiones realizadas en postes de señalización o grandes paneles informativos y orientativos, en adecuación, apertura y limpieza de sendas, así como en puentes, vallas o bancos de madera,… han tenido poca repercusión y un mantenimiento desigual: junto a tramos bien conservados, con los caminos despejados y las señalizaciones operativas, otros próximos, comienzan a estar intransitables y el mobiliario inutilizado o desaparecido… Todo ello me lleva a pensar que el despliegue de medios económicos, materiales y humanos empleados en el proyecto, aquella venta de ilusiones y planes de futuro, era  en realidad una venta de humo, puro escaparate para la galería del momento… Y si no fue,  esa sensación nos queda a día de hoy.

Cuando termina la carretera interna del polígono industrial, desciende en busca del Ebro “el caminante” entre tierras fértiles y muy productivas, con frecuentes cambios en las plantaciones de hortalizas, según la demanda de las plazas de abastos, hecho que facilita además la recuperación de los suelos… Observa ahora, que bastantes de estos cultivos se han transformado en plantaciones de frutales y olivareras, menos laboriosas que las de pimientos, tomates,… o espárragos. Cuando llega al Canal de Mendavia, infraestructura de riego  que discurre en paralelo al Ebro, toma un amplio camino, trazado también de saliente a poniente y  ya con los postes que señalan el GR 99, en dirección oeste hasta llegar a un gran azud en el río que da lugar a  un remanso del mismo, para desviar agua al canal. Allí, se detiene para contemplar la sugestiva visión del ecosistema fluvial,… mientras una garza real acecha inmóvil, en el vértice de la represa, el paso de su pitanza, tres cormoranes, tras un movimiento sinuoso, desaparecen con irregular intermitencia en prolongados buceos con la misma finalidad, capturar peces en estas aguas calmas, y varias parejas de ánades reales se persiguen alborotados por agua, tierra o aire, en escarceos propios de su cortejo nupcial…  


Prosigue “el caminante” el sendero señalizado en la misma dirección y sin perder de vista los muchos detalles sugerentes que el río le muestra, remonta el talud de tierras arenosas y gravas,… se asoma como puede al cortado  intentando pasar desapercibido… y se sienta perplejo “el viajero” ante la panorámica en movimiento que comienza a desplegarse en la otra orilla,  que será, sin duda, más llamativa en días venideros.  Los grandes álamos blancosálamos negros (chopos) con sus brotes primaverales incipientes permiten entrever las sólidas plataformas de palos en sus horquillas enramadas, coronadas por las parejas de cigüeñas, ya de regreso de sus viajes invernales. La colonia muestra una actividad frenética: vuelos continuados con aportaciones variadas destinadas a consolidar y adecuar el nido, y sin aviso previo, entretanto unas prosiguen afanosas sus faenas, otras organizan una pequeña troupe de gesticulantes músicos percusionistas, crotoran(1) con entusiasmo e invitan a las demás cigüeñas a sumarse a su orquestina, ritual sonoro que se conoce por algunas regiones como “machacar el ajo” y que hace recordar “al viajero”, al escuchar la sonora algarabía, la voz “laklaka”  con la que nombran a esta zancuda en el Magreb…Cuenta alrededor de treinta nidos en apenas trescientos  metros de ribera salvaje, aislada a las espaldas ahora de la pista de aterrizaje de nuestro flamante Aeropuerto de Logroño-Agoncillo… 

Desde su asiento camuflado comprueba la existencia de un tráfico aéreo denso pero fluido, en el soto,… incluso con algún conflicto en  las plataforma de aterrizaje, que es territorial, claro… ¿Cómo es posible que nadie rinda cuentas por este despilfarro del dinero público…? Por muchas componendas que quieran hacerse, nos encontramos grandes infraestructuras vacías de usuarios ¿Nadie pudo prever estos resultados,… o se hacían interpretaciones interesadas de los datos…? Las preguntas se agolpan en la cabeza del “viajero” pero está solo y no puede discutir o “dar la chapa” como le dirían algunos allegados… Prefiere pues atender a los nuevos protagonistas que hacen acto de presencia en el paisaje: algunos milanos negros comienzan a llegar del sur y buscan, entre las ramas de los grandes álamos, viejos nidales para establecerse en ellos cuando el  follaje los torne discretos o invisibles; los pájaros carpinteros, de los que ha escuchado el tamborileo reiterado, sus repiqueteos para levantar pequeñas astillas, en los viejos troncos, en busca de las jugosas larvas que los acorchan o taladrar un círculo perfecto y ajustado a sus dimensiones, en un árbol sano, donde sacarán adelante a su prole,… o al sinfín de pequeñas aves que comienzan a llenar el soto de gorjeos variados y persistentes… No le resulta difícil “al viajero” imaginar en danza, con premeditación  y nocturnidad, al visón europeo o la nutria refugiados en este rincón apartado del tránsito habitual de personas y solo observables desde estos cortados de desmoronada consistencia de la orilla Navarra, que dan también alojamiento a especies interesantes.

Le cuesta más “al viajero” centrar su imaginación en un posible acuerdo entre las administraciones vecinas y la C.H.E. para comprometerse, los unos en salvaguardar la integridad y pervivencia de este bello paisaje vitalista y salvaje, en las traseras de un aeropuerto y un  polígono industrial, y los otros a estudiar e instalar un observatorio seguro, discreto e integrado en el entorno… Por cierto, también les puede interesar involucrarse en esta empresa a la iniciativa privada,…desde las viñas de la Bodega Vega Rioja el panorama debe de ser fantástico. Estas intervenciones permitirían a la población ver, conocer y entusiasmarse con la rica biodiversidad que habita los sotos fluviales y como se mueven las diferentes especies por estas autopistas naturales que son los grandes ríos y sin pagar peaje,… de momento.



(1) Crotorar: Dicho de una cigüeña: Producir el ruido peculiar de su pico.

sábado, 15 de marzo de 2014

Una dehesa bien guardada...




 Los paisajes, como defiendo siempre que tengo oportunidad, son valiosos documentos históricos que menospreciamos con demasiada frecuencia y tratamos con prepotencia en función de intereses frecuentemente espurios, y cuando así hacemos arrancamos páginas irrepetibles de la historia de estos paisajes. Mas todavía hay espacios desperdigados o arrinconados por todo el territorio que conservan integras y bastante legibles sus paginas historiadas. Utilizo las palabras de Javier Maderuelo,  Catedrático de Arquitectura del Paisaje, “Toda la historia de un país está gravada en su paisaje por medio de las formas de ocupación del territorio, la división de las parcelas, la construcción de los bancales, los tipos de cultivo, la estructura de las acequias y la red de caminos”(1), para reforzar la idea de que ningún otro documento nos resultara más elocuente y esclarecedor para conocer una comarca, que sus paisajes. Pasear por la Dehesa de San Román nos garantizará una lectura intensa, muy instructiva e incluso apasionada de los relatos y leyendas escritos en cada rincón de este robledal del Valle del Leza.



Se adentra ya “el caminante” en el bosque adehesado sin percatarse de la particular entrada que da acceso a él, pues sigue su pensamiento, enfrascado, tratando de dirimir una explicación coherente al genuino establo de vacas que ha dejado atrás(3)… Pero la fuerza escultórica de los robles, reforzada por su desnudez estacional, que flanquean  la senda y respaldados en las proximidades por ejemplares de similar porte y atractivo visual, le obligan a posponer sus cavilaciones ganaderas y empaparse de este espacio por el que transita sobrado de intereses naturales y humanos. Agradece “el viajero” encontrar en los paisajes del Camero Viejo estas islas forestales, en el mar antiguo de cultivos aterrazados que tapizan este terreno de lomas y “cogotes”, que son las dehesas. Espacios caracterizados por la baja densidad de árboles longevos, modelados con la técnica que se conoce, todavía hoy, como “trasmocho” y que daba lugar a espacios diáfanos, luminosos y abiertos, ricos en pastos y frescos en épocas estivales, que garantizaban además leña para las cocinas y otros usos… Son las dehesas un magnífico ejemplo de desarrollo sostenible y de equilibrio entre el aprovechamiento ganadero y forestal del territorio.






Pronto encontró “el caminante” el mojón sobre un viejo tocón  y próxima la cruz grabada en el roble más cercano, como le habían contado,  que recuerda el asesinato… por violencia de género, que allá por el  año 1902, sufrió la joven Cayetana, vecina de Torre en Cameros, a manos del Cura Victoriano Valdecantos, párroco del pueblo, cuando bajaba a San Román… Tiene tanta vigencia el crimen todavía que se indigna  “el viajero”, comprobar lo que falta por hacer para erradicar esta lacra tan arraigada, le irrita, y tras conocerse la semana pasada los preocupantes datos sobre violencia de género en la Unión Europea, está convencido… que será un problema que ocupará las primeras páginas de las agendas políticas del continente Europeo ¿…Oh lo habrán traspapelado ya? Bueno, y si la condena que sufrió el cura párroco “dejó helados”, según la versión del romance que se puede leer en el número dos de la revista Piedra del Rayo(2), a los paisanos de la época,… en la actualidad, quizás, no  nos hubiera extrañado tanto.



Recordó “el caminante” los conocidos versos de Antonio Machado leídos en la entrada de la Dehesa de San Román y retomó “el camino”, con ánimo controvertido, hasta llegar a una tapia levantada en piedra, que aguanta por tozudez en tramos prolongados, aunque a la vista quedan ya trechos que se han abandonado en los brazos amables de la desidia,… como allí donde la senda del GR-93 que nos ha traído, abandona el recinto tapiado que delimitaba la dehesa camino a Torre de Cameros. En este punto, bien aconsejado, siempre con el muro de “piedra seca” como guía, se aventura en la dehesa en dirección noreste y al amparo de los veteranos guardines arbolados: ahora reunidos en corros que rozan la indiscreción, más allá solitarios,  indiferentes en apariencia  y, todos, ajenos a nuestros ritmos, tiempos y devaneos… No le resulta difícil imaginar “al viajero” la “dehesa boyal”, este bosque amaestrado y generoso, en funcionamiento al servicio de la comunidad rural, cuando la colaboración entre sus miembros en el mantenimiento de esta estructura productiva era básica para sus economías, a la vez que creaba sentimiento de grupo y la necesidad de tener presentes a los vecinos,… formas de vivir que él considera importante recuperar…







Desde el “Cogote” que ha subido tiene una visión general de la dehesa y comprueba, resignado, como prolifera el monte bajo, señal evidente de la pequeña presión del ganado sobre los pastos, encuentran tantas dificultades para salir adelante las explotaciones ganaderas,  que esta actividad se ha reducido de manera alarmante, a pesar de ser una parte destacada  de la identidad de este paisaje. También ve, ahora sí, el Chozo de la Dehesa de San Román, resulta una construcción destacada y con interés por hacerlo, su finalidad lo requería. Encadena “el caminante” varias lomas y siempre con la edificación a la vista,  a pesar de no existir senda definida y ser numerosos los arbustos que salpican el espacio, resulta fácil elegir hacía donde dirigir los pasos y llegar finalmente al chozo. Este  se yergue robusto en el cerro y acrecienta su solidez el hecho de estar descabezado, pues su desafortunada cubierta de cemento, sólo visible desde el interior y bien mimetizada por el tiempo y la natura desde el paisaje, parece atestiguarlo. Seguro que resultaba una magnífica torre de guarda de este viejo bosque seleccionado, disciplinado… y tapiado.


Recostado “el viajero” en la pared del chozo, en el carasol y al abrigo de vientos. Arropados sus pensamientos por estas piedras con memoria, entiende la importancia de conservar estas dehesas comunales, bibliotecas del recuerdo, presentes en cada pueblo del Camero Viejo, de la perfecta simbiosis que existía entre el paisano y su medio natural… Se anima a recomendar que algunos jóvenes o adultos con niños, de San Román o de fuera, se aventuren en la dehesa y pernocten en el chozo la próxima luna llena de primavera, allí por semana santa, cuando los habitantes de este bosque con duende y sus visitantes estacionales,… ya encelados, estén prestos a manifestarse… Escuchad al Cárabo,… sobrecogedor… Advertid la presencia de la “Raposa”,… y poned la mochila a buen recaudo… Sentíos observados por el Gato montés o la Gineta,… a la vez que acechan al Lirón careto, escuálido tras su letargo invernal, o al Arrendajo, adormilado tras su largo día de vigilante y cotilla voceador de la foresta… Estad abiertos a la sorpresa,… será una noche que no olvidaréis. Y probablemente os comprometáis en la conservación de este paisaje que cuenta muchas historias… y tiene mucha vida…






(1) MADERUELO, Javier, Una construcción cultural, en el Suplemento cultural Babelia de El País, 20 de septiembre de 2008, p. 17. (Javier Maderuelo es Doctor en Arquitectura por la Universidad de Valladolid, Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Catedrático de Arquitectura del Paisaje en el Departamento de Arquitectura de la Universidad de Alcalá; y coordinador de los cursos Pensar el Paisaje del CEDAN-Fundación Baulas).

(2) El horroroso crimen de San Román, en la revista riojana de cultura popular Piedra de Rayo, diciembre de 2000, nº 2 p. 33.

(3)”…el genuino establo de vacas que había dejado atrás…”



Increíble vallado de somieres y pales.




sábado, 1 de marzo de 2014

Huele a miel entre Peña Redonda y el Balneario de Grávalos




En tierras riojanas la primera manifestación significativa que nos hace pensar que la primavera quiere hacer acto de presencia en sus paisajes, desperezarlos  de su atonía invernal y matizarlos con pinceladas propias y colores  elegidos de su rica y atrevida paleta, es la floración de los almendros en el Valle del Cidacos y en menor medida, aunque con rincones sin parangón,  del Linares y Alhama. La primavera pinta con manos diestras, sutiles,… valientes, en tonos blancos níveos y rosados estos paisajes con miles de almendros, cuando el invierno se resiste a marchar de los valles  y es todavía dueño y señor en las cumbres nevadas de Moncayo, incluso frecuente en Peña Isasa, dando lugar a estampas de gran belleza, propias de las pinturas Yamato-e Japonesas(1).
Hoy quiero que me acompañéis a un rincón increíble de la geografía riojabajeña, a medio camino entre el Cidacos y el Linares, próximo a la población de Grávalos, de ella parten varios caminos que nos acercan al entorno de “Peña Redonda”, una elevación caliza que destaca del archipiélago de pequeños islotes que sobresalen de la campiña aterrazada de almendros. Un espacio al abrigo de la Sierra de Yerga abrazado por sus estribaciones sureste y suroeste (con 1.101m. en su punto más elevado).



Acostumbra “el viajero”, elija el camino que elija, partir de la fuente, balsa, lavadero… de “Fonsorda”, construido hacia el 1.911, pues gustaban para hacer la colada  sus finas aguas, y recuperado recientemente. Las balsas que resultan por el desagüe del manantial se aprovechan para el riego y sus aguas limpias son el paraíso de culebras de agua, ranas, tritones, girinos, ditiscos,… o caballitos del diablo, reptiles, anfibios o insectos querenciosos de estas charcas en las que no han introducido, como en otras cercanas, carpas, especie que acaba por resultar nefasta, dado que su reproducción invasiva acaba transformando las aguas transparentes en lodazales sin apenas biodiversidad… A ellas acuden también aves y mamíferos en los periodos de estiaje. Toma el camino que discurre entre los cerros de “Las Peladas” y la  ”Costeruela” que conforman el “Barranco del Gollizo”, todos ellos nombres que te resultarán lógicos y entendibles cuando recorras el espacio, pero ninguno tanto como el termino al que acabas de llegar, “Tira del Canto”, pues las tierras trabajadas de las pequeñas fincas de almendros están sembradas de “cantos”, piedras menudas y planas, ya que las de mayor tamaño han sido separadas para levantar los ribazos. Parece imposible que en aquellas tierras sea viable algún cultivo. Sube ahora con “el caminante” a  una loma cercana pues vas a contemplar uno de los paisajes humanizados más bello que podéis encontrar al despertar la primavera: cientos de almendros en flor distribuidos en pequeños basales flanquean la senda en el término de las “Piezuelas”  en su ascenso hacia “Peña Redonda”




En este tramo del trayecto te verás envuelto en una atmosfera amable, cálida, que huele a miel y en la que te sentirás acogido; arrullado por el vuelo infatigable de las abejas, que liban, concienciadas de su responsabilidad, el generoso néctar de estos árboles de floración temprana, o por el canto encelado de las cogujadas, escribanos montesinos, pardillos,… y una miríada de pequeñas aves que tienen estos parajes como espacio de nidificación; acariciado por una cálida nieve aterciopelada de pétalos volados al peinar el viento las rizadas cabelleras canas de los almendros. Sigue el ritmo pausado que lleva “el caminante” cuando sube hacia el mirador privilegiado y podrás observar así las interesantes especies animales y vegetales, propias del roquedal calizo, que pueden aparecer a su paso; acompáñale y  te toparas también con corrales medio arruinados encaramados en los abrigos, testigos mudos pero comunicativos del destacado pasado ganadero del paisaje, guardaban en ellos ovejas chamaritas y cabras que pastaban y ramoneaban en aquellas laderas agrestes y propias de montaraces. Alguno de ello debiera ser indultado de la pena dictada de abandono y de su brazo ejecutor, el tiempo.




Y sin tiempo de asimilar tantas sensaciones, te enfrentas de nuevo al espectáculo de los almendros en flor, que son ya miles, con Moncayo nevado, desdibujado hoy tras una cierta neblina, que pone la nota de perfección a este paisaje difícil de olvidar. Gracias gravaleños por mantener productivas unas cuatrocientas hectáreas de almendreras, con los problemas que este cultivo acarrea y que lo han puesto en peligro de desaparecer en las últimas décadas, tendencia que parece empezar a cambiar… Alrededor de setenta mil almendros bien cuidados, longevos muchos de ellos, posibilitan hoy este panorama equilibrado y bello, que nos aporta serenidad, que nos invita a quedarnos pues tenemos la mente en paz. Aparcar por un momento su sentido crítico “el viajero” incluso aleja de su mente el decepcionante,… el desesperante Debate del Estado de la Nación… Qué lejos están los gobernantes de los ciudadanos… Siempre que llega hasta aquí se ensimisma ante la perfecta conjunción entre la naturaleza y la mano laboriosa  y experimentada de los agricultores… Si esto, no es una obra de arte digna del máximo respeto y protección, me cuesta saber que es el arte… Quizás debiera recordar las palabras de León Tolstoi “…Las grandes obras de arte no son grandes sino porque todos pueden comprenderlas perfectamente… Si un arte no alcanza a conmover a los hombres, no es porque los hombres carezcan de gusto o inteligencia, es porque el arte es malo o no es arte en absoluto”(2). Sí, está convencido  “el viajero” que este paisaje es una obra de arte y como tal se le debiera de tratar.




Acompaña “al caminante”, de vuelta a  Grávalos, ahora por los términos de “Pedregales” “Cabañuelas” o la “Palancona”, seguirás embriagado por intensas sensaciones táctiles, auditivas, olfativas y visuales, el gusto paladeará las almendras a posteriori. Regresarás al pueblo con la mente relajada, pero no físicamente, pues los kilómetros recorridos por este reiterado tobogán paisajístico aconsejarían la visita al Balneario de Grávalos que está a punto de abrir sus puertas. Rehabilitadas las nuevas instalaciones a partir del edificio del S. XIX, modernas y aparentemente acogedoras, pueden resultar un revulsivo económico y social para esta comarca, a desmano de los centros turísticos y productivos riojanos, que aplaude “el viajero” pues siempre reivindicó la necesidad de poner en valor los recursos que el medio rural tiene como medio para fijar la población y ser generador de riqueza, mediante un desarrollo sostenible, y estas apuestas responden perfectamente a ello. Más él, que conoce esta comarca como ninguna otra, pues están sus orígenes en el pueblo vecino de Villarroya, anima a los gestores del Balneario de Grávalos a ofrecer a sus usuarios, como complemento a sus servicios, los recursos naturales que tienen próximos: la excepcional conservación de las almendreras de Grávalos, el Carrascal de Villarroya, el encinar  más longevo de La Rioja o la Sierra de Yerga con vistas panorámicas tan singulares como la fuente del Piojo… Y se comprometan en su mejora y conservación. De igual manera considera “el viajero” esencial ganarse como clientes, por presentarles precios atractivos a los ciudadanos que residen o tienen su segunda vivienda en Grávalos o pueblos del entorno. Así como captar la atención de los senderistas y amantes de la bicicleta que recorren estos paisajes y ofrecerles de forma asequible los servicios del Balneario como colofón a su actividad deportiva en la naturaleza… Pues también conoce “el viajero” experiencias similares lejos de estas tierras,…  le viene a la cabeza las obras ostentosas entorno al Balneario de Panticosa, lugar con renombre en el turismo de montaña, para captar clientes de alto poder adquisitivo… Han resultado ruinosas antes de acabar. Está ilusionado “el viajero” con esta inauguración y ofrece sus reflexiones a quién desee ojearlas, ya que él está convencido en apoyar estas iniciativas si se gestionan desde la realidad del territorio donde se implantan.




… Pierde su mirada “el viajero” por los campos de almendros que empezaran a estar precioso los próximos días, su efímera floración apenas dura dos semanas,… mas no obviéis recorrer estos paisajes en cualquier otra época, no os van a defraudar.






Sigue la ruta en el mapa y descubre los diferentes rincones y términos de este paisaje gravaleño.



(1)  Pinturas Yamato-e: es un estilo de pintura japonesa inspirado en las obras pictóricas de la dinastía Tang y desarrollado a finales del periodo Heian. Es considerado como un estilo mundano, ya que esta basado en temas nativos provenientes de la literatura tradicional de dicha nación y caracterizado por el uso de matices fuertes.
Desde el período Muromachi(siglo XV), el término Yamato-e ha sido utilizado para distinguir las pinturas japonesas de las contemporáneas bajo el estilo chino Kara-e, las cuales fueron inspiradas por las pinturas en género zen de las dinastías Song y Yuan. Las obras pictóricas Yamato-e generalmente están acompañadas por textos que relatan narrativas y que muestran la belleza de la naturaleza por medio de representaciones de lugares famosos o meisho-e, y de las cuatro estaciones oshiki-e. Las imágenes no son simbólicas y tienen el objetivo de ilustrar la belleza de la naturaleza.
(2)   TOLSTOI, León, ¿Qué es el arte? (1898), Barcelona, Mascarón, 1982, p.90.