sábado, 28 de junio de 2014

Asamblea de “Ents” en el “Carrascal” de Villarroya



Por San Juan el agua no discurre ya por los barrancos, solo hondonadas y pozas modeladas en el cauce son ahora reservorios del líquido vital, y fluye exiguo en los manantiales que irrigan los paisajes que rodean Villarroya. Tierras acostumbradas a recrear infinitas formas de vida con los escasos recursos acuosos de que disponen, que nos brindan, pues son agradecidas, paraísos de biodiversidad cuando llueve, como recalcan los versos de Octavio Paz 
(1)

                   “Tierra de labios, boca
                   donde un infierno agónico jadea,
                   labios en donde el cielo llueve
                   y el agua canta y nacen paraísos.” 

Estos primeros días de verano “el viajero” se adentrará, y será apasionado cicerone, en un bosque viejo de encinas que conoce bien, y sabe que hoy, de madrugada, lleva puestas galas de fiesta. Sus pasos callados, silenciados en los suelos arenosos, borrachos todavía por las aguas impacientes de la tormenta nocturna, visitarán rincones que despiertan en él sensaciones intensas.



                                                                   Mañana tormentosa a comienzos del verano


Al salir de Villarroya por el camino de las bodegas (cuatro corrales con cuevas reconvertidas a tales) constató que, a pesar de sentir la tierra todavía amorosa en estas primeras horas del amanecer o de ver como jugaban las nubes bajas, que pretendían simular nieblas, a “tres navíos en el mar…” entre las conspiradoras encinas del “Carrascal”, el ambiente  húmedo, quieto y la temperatura suave presagiaban que el bochorno se instalaría, con toda su cachaza en las horas próximas. Con esa idea en la cabeza y  paso garboso, la visión del “espliego” (2) envaretado, muy abundante en el término del “Espliegal”, le puso contento, las aguas caídas eran suficientes para pensar que la floración podía estar asegurada, y sus colmenas, tiene media docena “el caminante” pues le resulta atractivo y aleccionador el mundo de las abejas, lo aprovecharán,… si una tormenta rabiosa de agosto no lo “asusta”, como diría otro apicultor experimentado del lugar,… que suele pasar. Con golosos pensamientos llega al “Juncal”, allí siempre se retenía  el agua, una beta de tierra arcillosa lo facilita, y crecían juncos (era sencilla y lógica la terminología del territorio),  había ranas, culebras de agua, libélulas,… y todo tipo de aves y animales acudían a refrescar allí sus gaznates en el estío. En la actualidad una pequeña obra para asentar y garantizar el camino hace de presa y mantiene esta  balsilla durante un periodo más largo de tiempo… Si eres paciente y te vuelves cañaveral, observaras la vitalidad de estos pequeños oasis, incluso sentirás la vecindad de la poco afamada, pero simpática, rata de agua o el caminar casi milagrero de la polla de agua… Si, si, aquí,… tan alejados de grandes  espacios húmedos. Es una pena que no tengamos un mayor cuidado de este elemento tan especial del paisaje.


                          Jaras, cantuesos, gayubas,... en el bajo monte del encinar  

Ha necesitado poco tiempo, puesto en marcha, para llegar a una de las entradas que dan acceso a la espesura boscosa de este encinar cansado. Antaño, le cuenta su padre “al caminante”,  completamente adehesado, por el pastoreo de los rebaños de cabras y ovejas chamaritas. Así lo certifican los numerosos corrales, en ruina la mayoría, que aparecen como pergaminos ajados en los claros del bosque o semiocultos entre los rebrotes de encinas y matorral que la ausencia casi total de ganado que los ramonee posibilita. Legajos  cuya lectura, todavía posible,  permitiría reconstruir la historia del “Carrascal” de Villarroya. Con los corrales llenos de cabras y chamaritas, en tiempos de los mayores, se mantenía el bajo bosque sin romeros, estepas o jaras, entre otros arbustos y con ello se garantizaba el pasto fresco de primavera entre las grandes encinas, que a su vez daban madera para la construcción y leña para el abrigo, sombra y ramones tiernos para el ganado y gavillas, que una vez secas se vendían en Arnedo, igual que las bellotas. Cada una de estas paredes derrotadas cuenta sus historias de sueños y ambiciones, cada cueva de corral es conocedora de envidias y amoríos… Tantas y tantas historias ocultas en la boscosidad paciente de las jóvenes carrascas o desparecidas, muertas como las viejas encinas, ellas  víctimas de la “seca” (3) y los sentimientos de los pastores villarroyanos del olvido. 


                                            Corrales abandonados en un claro del encinar


Abandona los amplios caminos que cuadriculan este bosque plano, de fácil despiste en días de niebla cerrada o de mirada ofuscada en el suelo, obsesionada en la búsqueda de los deseados frutos micológicos que este encinar propicia con aguas generosas, incluso rabiosas. Hasta cincuenta y dos especies de setas ha clasificado y fotografiado “el viajero” en una jornada con amigos que saben de estos menesteres y perderse con ellos en el fragor de este monte con magia es una delicia.  Pero no es el día, hoy se adentra cauto en el paisaje, se mimetiza entre los “rosajos” (jaras de flor rosa), las jaras (las de flor blanca, hasta cuatro variedades diferentes), mejoranas o cantuesos, que son al comenzar este verano las golmajerías y supermercados para todo tipo de insectos, con sus gustos y especializaciones, como fueron en días primaverales los romeros, tomillos o las gayubas, por ello los villarroyanos, diestros en el manejo de las abejas, como les reconocía Pascual Madoz (4), aprovecharon las paredes arenosas  y verticales de las yasas, venas del bosque, para excavar cuevas y construir en ellas colmenares muy singulares, que “el viajero” daba a conocer hace algunos años en la revista Piedra del Rayo (5), y lo señalaba también el Catastro del Marqués de la Ensenada (6).


                                            Una asamblea de "Ents" en el "Carrascal" de Villarroya

Tampoco se detiene en los colmenares, el tiempo apremia, el bochorno se hace cada vez más evidente y antes debe participar en alguna de las asambleas de “Ents” (7) del “Carrascal”  de Villarroya. Seguro que  recordáis estos personajes… Fueron protagonistas destacados de la segunda parte de una famosa trilogía cinematográfica reciente…Y hacía  años  que los  conocíamos los amantes de la literatura de J.R.R.Tolkien (8)… Exacto estoy hablando de los “Pastores de árboles” que aparecen en el “Señor de los anillos”… No. No creas que son fantasías, “el viajero” se encamina a una de esas reuniones, frecuentes en este bosque. No os puedo señalar en el mapa del recorrido los puntos asamblearios, pues aunque  visibles,… no es sencillo participar en ellas, pues poder asistir requiere un esfuerzo de tu parte,… debes transformarte en bosque,…sentirte bosque… No somos tan diferentes… Y no lo dudes, entonces ellos saldrán a tu encuentro,… te costará diferenciarlos de las encinas más longevas, pero los reconocerás son especiales, en grupo, entablan interminables debates con parrafadas infinitas y concienzudas que deberás descifrar, y en solitario, declaman profundos soliloquios que te removerán la sabia. 


                                                  Encina o Entz, es el anciano del territorio


Si te paras a escuchar, podrás pensar que estos gigantones arrugados, multibraquiales, estáticos y adormilados no te hacen caso,… seguramente no mucho, pero al cabo de un rato de observación serena, sin prisas, sin pretensiones,… de mirar con detalle sus torsos labrados, esculpidos, heridos por el tiempo, el rayo o el hombre, acabarás por escuchar sus voces únicas e incomparables. Diferenciarás con claridad sus controvertidos pensamientos acerca de su vecindad con los humanos: su incomprensión por el transito irresponsable y ruidoso con todo tipo de vehículos (a pesar de las prohibiciones) por este santuario de la Natura; el abandono de residuos dañinos  o feos,… precisamente cuando el bosque se muestra más generoso; el olvido por parte de los humanos de un pastoreo racional y sostenible del mismo o de la benéfica apicultura… Te sumirás en una agradable ensoñación por sus melancólicas melodías, que ahora resuenan con nitidez en tu cabeza, sobre sus leyendas y pasiones que los “Ents” tararean nostálgicos… ¡Como se nos parecen,…y como los necesitamos…!


                                         Tonos del encinar a comienzos del verano

 

¡¡Que pesadas comienzan a estar las moscas…! Son las diez de la mañana y “el caminante”, en verano, abandona sus ejercicios espirituales en el encinar,  y marcha, garboso otra vez, de regreso a Villarroya. Quiere  buscar en la frescura del patio las palabras que te motiven, si tú quieres, para emboscarte en este espacio, más próximo al milenio que al centenario, y asistir a una asamblea de “Ents” en “Carrascal” de Villarroya.


Busca durante el recorrido las asambleas de "Entzs", son frecuentes en el "Carrascal" de Villarroya






Notas aclaratorias:
(1)      Estrofa del poema “Noche de Verano” de Octavio Paz. Escritor mejicano (1914-1998). Junto a Pablo Neruda y César Vallejo conforma la tríada de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX. Premio Nobel de literatura de 1990.
(2)      Nombre local que se le da a la planta de  Lavanda (lavándula pyrenaica ).
(3)      Enfermedad fúngica que sufren las encinas producida por  hongos del genero Diplodia.
(4)      Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, por Pascual Madoz. Rioja 1845-1850.
(5)      “Villarroya un pueblo de diestros abejeros”  de Carlos Ezquerro. Revista  riojana de cultura popular Piedra de rayo, nº 17 julio 2005, pags. 56-68.
(6)      Catastro de Ensenada 1749-1756. Libro de Respuestas Generales (pregunta 19).
(7)      Personajes que aparecen en la obra “El Señor de los Anillos”, Segunda Parte  “Las dos Torres” de J.R.R.Tolkien.
(8)      J.R.R.Tolkien, escritor británico de origen sudafricano, mundialmente conocido como autor de “El hobbit” (1937) y “El Señor de los anillos” (1954-1955), un verdadero clásico de la literatura fantástica.




sábado, 14 de junio de 2014

En Briones el paisaje recuerda la Toscana





Olía a tierra húmeda por el camino, en los baldíos y en los ribazos los escaramujos, madreselvas, zarzales o hierbas varias, mantenían todavía una miríada de pequeñas gotas emperladas caídas la noche anterior, en equilibrio inestable sobre hojas y flores. Así,  acicalado y fresco se mostraba esa mañana Briones y su entorno, más hermoso y sorprendente de lo habitual… Le resultaba difícil imaginar “al viajero” como luciría el rostro de las bellas panorámicas que conocía, si todo su potencial paisajístico se recuperase como el lugar se merece, si todos sus elementos arquitectónicos, etnográficos, culturales y naturales, que todos se reúnen allí, se pusieran en valor. Si recorrer estos caminos historiados estimula, ahora ya, los sentidos con sensaciones  variopintas, placenteras en su mayoría, también salen a su encuentro nubes sombrías que permanecen en el tiempo, siempre que a los pasos les acompañe una mentalidad crítica, aunque constructiva, asociados a las nefastas intervenciones que sufre el paisaje… 



Mas abandona sus reflexiones para  otro momento, la visión asilvestrada del río que le ofrece el camino señalado con postes del GR 99 - Camino natural del Ebro, que tomó a la salida de Briones por la LR-210 que llega a San Vicente de la Sonsierra, nada más cruzar el puente sobre el ferrocarril, le embelesa. Constreñido entre la vía y el Ebro, observa atónito el discurrir del mismo y siente la presencia selvática de la naturaleza en el soto fluvial que el río ha propiciado en el meandro de Briones: álamos blancos y negros de porte longevo compiten estirados por el espacio y la luz, a la vez que guardan las espaldas de sauces y fresnos más cercanos al tránsito del agua y  los alisos, los más querenciosos de ella, son  los más descarados frente a sus caprichos. Al poco rato se encuentra con los sólidos muros de un edifico arruinado, habitado por zarzales y enredaderas, que tiene por techumbre el follaje frondoso y los florones de blancas flores diminutas de un sauco, acariciados por el río añoran los tiempos de molienda o bataneo… No sabe “el caminante” cual fue su oficio, pero enseguida encuentra a las cansadas paredes un noble destino como oratorio discreto, y sin pretensiones, donde serenar, recrear, desconectar o reprogramar la mentalidad global e interconectada,… un mirador seguro desde donde contemplar la vitalidad del Ebro, sus cambios emocionales y estacionales o el transito permanente de sus residentes habituales, migratorios o circunstanciales…

 Llegado a un cruce destacado, abandona el camino señalado con postes y toma otro amplio en dirección norte que le permitirá conocer las poco nombradas huertas de Briones, en breve espacio de tiempo  se acerca, porque sabe que está allí, oculta tras una tupida cortina arbolada, a la Ermita de San Andrés que apenas deja entrever, avergonzada, el desnudo abandono de sus encantos, que los tiene. No se explica  como santo tan señalado, patrono de Rusia o Escocia, con devociones extendidas por toda la Península y territorios insulares, se le tiene aquí tan relegado y piensa “el caminante” que este edificio con posibles trazas arquitectónicas del s. XVI, que se dirime en litigios sobre su propiedad o la denominación del mismo, tanto él como los muros arruinados de su molino de noble factura, debería de lucir de otra manera en este paisaje tan lleno de historia y tan pegado a la tierra… Sabe, de buena fuente, pues tiene en la Villa buenos amigos, que por la cabeza de algunos vecinos del municipio  rondaron  ideas para reconocerle al conjunto su valía y darle nueva finalidad a esta Ermita de San Andrés,… mas no es amigo “Don Dinero” de fantasías y experimentos y menos si quienes las proponen… son posibles descreídos.

 Alineados y paralelos los “canteros”, equidistantes  los plantones  de pimientos o tomates, lechugas y puerros tempranos, tiernos pero tiesos, plantados por San Isidro, en parcelas cuadriláteras o trapezoidales, que parecen trazadas con tiralíneas, cada planta toma del “surco” su punto de agua y son “escabuchadas” cuando  lo pide el “tempero”. Las huertas son espacios de tranquilidad y sabiduría hortícola, comprobó “el viajero” en sus parrafadas con los jubilados que mayoritariamente las atienden, Paulino, Teodoro o Emeterio (nombres ficticios pues los reales no gustan de papeles) aman la tierra y como a tal la tratan, con finura y destreza de cirujanos,… les duele que haya tantas fincas “llecas”, casillas como sin dueño, “…a los jóvenes no les gusta,… a la huerta hay que tratarla con mimo y dedicarle tanto tiempo como a la novia” le decía uno, “…con esta crisis, algunos han vuelto a preparar la tierra,… y si se enganchan esto es como la droga, no se puede dejar,… pero sano” puntualizaba otro… Él, que escuchaba embelesado a los hortelanos a la par que el trino sin igual del ruiseñor, enramado en un guindal sin poda, observó en el ribazo próximo, junto a la cabaña arruinada, la figura menuda de una comadreja: ágil, inquieta, decidida,… fugaz  ¡Dios…! ¡Cuánto hacía que no veía una...! Se miraban perplejos los paisanos por su alegría al  ver  “ese bicho,… que mejor estaba muerto”. Como convencerles que “ese bicho” era su mejor aliado contra los ratones,… si tienen todavía en sus añadas cabezas las incursiones sangrientas, sobre pollos y huevos, de la alimaña en los remendados gallineros de antaño. Así, recordando el chascarrillo con “el Paulino” o la clase magistral con “el Teodoro” ha llegado a la descuidada Ermita de Santa Lucia, “… y que les arregle la vista”, pues no deben apreciar las deficientes condiciones que presenta esta construcción del S. XVIII, con detalles anteriores, que modula un discurso paisajístico humano y equilibrado: entre las casetas cercanas, las huertas y Briones como regidor del conjunto. No puede el viajero con el poco apego que tenemos, en general, a la tierra, al patrimonio o a las costumbres… La fiesta de Santa Lucia fue  importante en Briones,… seguramente cuando llegaban compradores de lejos a llevarse lechugas y puerros, que lavaban y preparaban para el mercadeo en el lavadero que había dejado atrás, y también esos sabrosos tomates de hoja vuelta que se criaban en estas huertas, de los que solo algún romántico mantiene vivero, con carne tersa, jugosa, sonrosada, su puntito idóneo de acidez y piel fina,… se nos hace la boca agua, “Por el interés… te querían Santa Lucia”. Ahora, donde apenas los jubilados mantienen las huertas,… apenas mantienen tu ermita…


Se marcha pensativo “el caminante” y en el segundo cruce de caminos, a doscientos metros de la ermita, junto a un grupo de casillas de huerta de las mejor conservadas, toma el que lleva hacia el noroeste. A partir de allí, las viñas serán las protagonistas, acompañadas de cereal, algunos almendros aislados faltos de cariño y unos pocos olivos, conformarán este paisaje con Briones, San Vicente de la Sonsierra y Labastida como mirones del territorio y como telón de fondo la sierra de Toloño, amiga de historias y leyendas. Ensimismado con estas fantásticas panorámicas que tanto le recuerdan a la Toscana, llega a un segundo puente sobre el ferrocarril y antes de superarlo se acerca por un camino menos principal, de apenas cien metros, a un balcón incomodo sobre el Ebro salvaje, un soto impenetrable, salvo por la vía del tren que lo bordea o por la central hidroeléctrica de Labastida en la orilla alavesa,  una selva esmeralda, tupido tapiz vegetal trenzado por el río para salvaguardar sus tesoros faunísticos. Resulta incomprensible que no exista un mirador discreto y protegido (no un parque de atracciones) ¿No estamos ante uno de nuestros maravillosos Paisajes del Vino…?  Retoma su andadura, pasa el puente indicado y enseguida se estimula con las bellas estampas de la campiña de Briones.

 En el tercer cruce destacado se reencuentra con el camino señalado con postes que transitará ahora de retorno al pueblo hasta encontrarse, a mano derecha, una senda con cruces ladera arriba hasta finalizar el viacrucis y llegar a la pequeña Ermita del Calvario, construcción reciente cuyo origen estará en las ruinas cercanas o en la conocida como Ermita de San Bartolomé, “el viajero” se siente atraído por esta edificación de aspecto sólido, vetusta, semiexcavada, que ha perdido el sotechado de la parte construida y de la que él no encuentra información relevante, mas reconoce que por algo de dejadez o quizás de romanticismo prefiere sentirla como intemporal y sumida en la duda… Se fija que las máquinas excavadoras han llegado a sus inmediaciones… ¿Van a dignificar, pues el lugar se lo merece, la Ermita de San Bartolomé…? 

Regresa sobres sus pasos y reza, mientras llega a Briones, su propio viacrucis en estos paisajes que le enamoran, vuelven a su cabeza cuando ya está  acabando el recorrido, las nubes sombrías que se ciernen sobre ellos: ha disminuido de manera llamativa la rica diversidad de cultivos que existían en favor, casi en exclusiva, de los viñedos; abandonado un número destacado de casillas de huerta, algunas hasta la ruina, y acondicionado otras con criterios alejados de la arquitectura popular tradicional o del buen gusto; descuidado incomprensiblemente las ermitas que amparan esta agradable campiña humanizada; desistido en el arreglo y mantenimiento de las tapias, muros y regaderas o acostumbrado a la existencia frecuente de pequeños vertederos incontrolados, verrugas en ribazos y riberas que afean rincones señalados de estos serenos y equilibrados espacios; o que decir de la detestable instalación de tendidos eléctricos, que sin miramientos, salvo el interés y beneficio de las “Eléctricas” (¿Cuándo pagarán ellas a los ciudadanos esta “deuda pendiente” tan cacareada por gobiernos y empresas, que arañan de norte a sur y de este a oeste el país?) causan heridas profundas que seccionan la visión limpia e integra de los paisajes… en fin un conjunto de actuaciones que ponen de manifiesto, más allá de los pronunciamientos a bombo y platillo o de la entusiasta promoción, no exenta de precipitación y polémica, de la candidatura a Patrimonio de la Humanidad de los Paisajes del Vino de Rioja, el valor real que para la mayor parte de los riojanos tienen nuestros bellos y valiosos paisajes.


Con la entrada en Briones debería haber finalizado “el viajero” su viacrucis, pero le resulta imposible olvidar los buenos “tragos” vividos con sus amigos en una de las  pequeñas bodegas familiares, habrá cerca del centenar, excavadas en el desplome de Briones hacía el Ebro y con las más hermosas vistas que imaginar se pueda… Y se pone su “cilicio mental” y recorre una de estas calles colgadas sobre el río, un rosario de cuevas que descienden para buscar la frescura y se compartimentan y organizan para fermentar y serenar los particulares caldos riojanos. Una gran parte de ellas camino de la ruina o en ella… ¿No se piensa acometer nunca la recuperación integral de este impresionante y comprometido conjunto de bodegas excavadas? ¡Por Dios…! Sé que me repito ¿A qué nos referimos cuando hablamos de los Paisajes del Vino…? Apoyo la iniciativa  de la candidatura sin reservas, pero también sin componendas.

Sigue en el mapa el recorrido que ha hecho "el viajero"